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Contenido creado por Catalina Zabala
Cine
Cannes y el cine

Gary Oldman: “A donde sea que vayas, llevas tus problemas contigo”

El actor participó del Festival de Cannes e integra el elenco de "Parthenope". “Parthenope”, de Paolo Sorrentino, y conversó con LatidoBEAT.

22.08.2024 15:09

Lectura: 11'

2024-08-22T15:09:00-03:00
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Por Nicolás Medina
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Gary Oldman es uno de esos actores que ha tocado los corazones de diferentes generaciones a lo largo de su carrera. En cine, comenzó su carrera interpretando al polémico Sid Vicious, bajista de los Sex Pistols en Sid y Nancy (1986). Con él, Oldman compartió algunos de sus vicios y estilo de vida rockstar hasta hace 27 años, cuando dejó la bebida.

En su prontuario, tiene el haber trabajado con directores que van desde Francis Ford Coppola en Drácula, de Bram Stoker (1992), interpretando al mismísimo conde Drácula; con Tony Scott en True Romance (1993); Luc Besson, en Léon o El perfecto asesino (1994), y El quinto elemento (1997); con Ridley Scott en Hannibal (2001).

En las últimas décadas, se ganó el corazón de nuevas generaciones, dando vida a Sirius Black en la saga de Harry Potter, donde trabajó con Alfonso Cuarón y David Yates, y al oficial James Gordon en la trilogía de Batman: El caballero de la noche, de Christopher Nolan.

Multifacético, es muy recordado como el villano de Air Force One (Avión presidencial, 1997), o por darle vida a Winston Churchill en Darkest Hour (2017), interpretación que le valdría un premio Óscar como Mejor Actor. Sería nominado nuevamente en 2021, bajo la dirección de David Fincher, por interpretar a Herman J. Mankiewicz, guionista con quien Orson Welles trabajó el guion de Citizen Kane (1941).

En 2024, se hizo presente en el Festival de Cannes de la mano, por primera vez, de Paolo Sorrentino por el estreno de Parthenope (2024).

Paolo Sorrentino y Gary Oldman en el Festival de Cannes 2024

Paolo Sorrentino y Gary Oldman en el Festival de Cannes 2024

En Parthenope, Oldman interpreta a John Cheever, relevante escritor de cuentos y novelas estadounidense cuyas obras han sido adaptadas al cine y la televisión. La versión de Sorrentino de Cheever es la de un artista torturado y cuya protagonista de su película, Parthenope (Celeste Dalla Porta), le genera cierta admiración. Un ebrio melancólico que parece ver en el mundo una frágil belleza que ella, todavía en su juventud austera, no puede.

LatidoBEAT entrevistó a Gary Oldman en el Festival de Cannes, donde el británico se presentó con humildad, humor, calidez y, ante todo, una transparencia admirable que pocas veces se ve en personas de su estatus en la industria del cine.

La presencia de Oldman acapara las miradas de todos los presentes en la azotea del hotel JW Marriot, ubicado en el Boulevard de la Croisette. Esto se debe, sin dudas, a que se trata de Gary Oldman. Pero, además, destaca por su apariencia calmada y relajada que expone hasta en su vestimenta: lejos de portar ropa elegante, el actor parece priorizar su comodidad, llevando una camisa suelta y una campera de jean.

El par de lentes de sol deja entrever sus ojos celestes, que cualquiera reconocería, por más maquillaje que le pongan encima. Al contrario de cómo se le ve en la película: de pelo corto y afeitado, porta una cola de caballo que recoge su cabello y una barba canosa. Esto se debe a que en pocos días debe volver al set de Slow Horses, serie de Apple TV+ que protagoniza y que este año estrena su cuarta temporada.

“Paolo es muy amable”, es lo primero que dice el británico cuando a modo de romper el hielo, le comento que Sorrentino acaba de alabar su trabajo en la entrevista que acabamos de hacer.

Es curioso cómo se dio el primer contacto de esta dupla: “Recuerdo que estaba en un festival de cine y un periodista hizo referencia a que había tenido una gran carrera, y a que he trabajado con grandes directores: Coppola, Stone, Cuarón, Chris Nolan, David Fincher, así que me preguntó, en este punto de mi vida, con quién me gustaría trabajar. Dije que con Paolo Sorrentino, porque creo que es malditamente asombroso. Amo sus películas. Fue ponerlo ahí en el universo, y Paolo escuchó al respecto. Consiguió mi correo electrónico y me escribió. No todos los días uno recibe un correo como ese”.

En este, Sorrentino le escribió que había escuchado que era fanático de su trabajo, y que él se sentía igual al respecto de la trayectoria del actor. Le comentó que estaba trabajando en una película, y que tenía un papel pequeño, pero interesante, que podría interpretar. "Creo que le respondí algo como que interpretaría una sombra en la pared para él, que interpretaría lo que sea, hasta a Papá Noel", recuerda el inglés, entre risas. 

Parthenope (2024), Paolo Sorrentino

Parthenope (2024), Paolo Sorrentino

“Leí el guion y era hermoso. Resultó ser un muy buen guion, pero de no ser así, no me hubiera importado. Simplemente lo adoro, creo que es un contador de historias singular, único. Sorrentino es como un filósofo. Siempre hay algo filosófico en sus películas. Siempre hay cierto humor en sus películas, un amor muy genuino por la familia, ingeniosidad, siempre trae algo sorprendente con sus películas”, acota, y luego narra con entusiasmo la fascinación y el amor que sintió cuando vio The great beauty (2013): “A veces, los actores piensan que son más grandes que la historia, que es todo sobre ellos, y solo son una pieza del rompecabezas que encaja en el todo de la película”.

Resulta delicado acercarse a ciertos aspectos del personaje de Cheever sin hacer cierto paralelismo con la vida personal de Oldman, quien es sabido que sufrió de alcoholismo durante gran parte de su vida. Pero así como en Parthenope hay mucha belleza, también hay mucha tristeza, y el personaje de Cheever es, probablemente, el más triste de todos. Este personaje que viaja a Nápoles, donde conoce a Parthenope, e intenta lidiar con su angustia y fragilidad.

“A donde vayas, llevas tus problemas contigo, te empacas a ti mismo en la valija. Mucha gente tiene esta idea de que si se muda al sur de Francia su vida será fantástica. Y no, todo será exactamente lo mismo, solo que estarás en el sur de Francia. A menos que hagas el trabajo en ti mismo y te arregles, no importa donde estés”, reflexiona como si estuviera hablando más de sí mismo que del personaje, y lo confirma de manera inmediata: 

“Yo solía tomar, estaba en algunos de los lugares más hermosos del mundo y prefería desmayarme en la habitación del hotel. Me importaba un carajo dónde estaba, o cómo era la vista. La tristeza que cargas contigo está ahí. Creo que en la película, es interesante que en medio de esto, tengas esta suerte de paraíso en términos de historia y belleza, y Paolo, además, coloca a estas personas hermosamente rotas, que tienen una gran belleza interna o un alma pura, pero sus vidas los han vuelto en personas realmente excéntricas”.

Parthenope (2024), Paolo Sorrentino

Parthenope (2024), Paolo Sorrentino

Sobre interpretar al escritor estadounidense, conocido como “el Chejov de los suburbios”, y sobre su conocimiento previo de la vida y obra del autor, Oldman comenta con franqueza: “Solo he leído The Swimmer. Vi una entrevista de el para tener cierta idea de cómo era. Pero, a fin de cuentas, estoy interpretando a John Cheever y no haciéndolo a la vez. Porque es una construcción romántica y melancólica que hace Paolo. Es el Cheever de Paolo, que está ahí como el clásico artista torturado. Lo esencial sobre John Cheever está ahí, incluso si no lo conoces, estuvo casado, tuvo una familia, y vivió como homosexual en una época donde había un secretismo al respecto”, explica.

Además, comenta de manera simple lo que parece realmente compleja: “Si pasas por cosas así, estas lidiando con vergüenza, arrepentimiento, auto odio y todas estas cosas que creo son las que te llevan a pensar que puedes ahogar tu sufrimiento en el alcohol. Creo que por eso es que bebes, porque sientes estas cosas, y para alguna gente es demasiado”.

Mientras charlamos, surge la reflexión sobre cómo muchos de los grandes escritores vivieran de esta manera. Menciono a Hemingway o Bukowski. “O Fitzgerald. Sí, todos son torturados de cierta manera y nosotros romantizamos esta idea del artista torturado. Un poco como lo ha hecho Paolo. Es una imagen que se da, nuestros héroes tomando alcohol, o inyectándose, entumecidos. Pero la verdad es que todos estamos un poco entumecidos para hacer lo que hacemos, incluso tú”, dice, entre risas, y dándome una palmada en el brazo.

La pregunta sobre cómo se le hace lidiar con un personaje como el de Cheever, o incluso como Mank, teniendo en cuenta su historia, es inevitable. Y sorpresivamente, responde con total honestidad y transparencia: “Yo deje de beber hace 27 años, para nada fácil, y en algún punto reflexionas. Yo sé que hoy no estaría en esta película si no hubiera dejado de beber, seguramente estaría muerto. Algunas personas logran detenerlo, y otras no pueden lograrlo. Leí una frase de Cheever que decía algo como 'Mi mano temblorosa se acerca al teléfono a llamar a Alcohólicos Anónimos, pero en su lugar llego al whiskey, al gin o al vermut y a todo lo que quede, cualquier cosa sobre lo que pueda poner mi mano temblorosa'. Es como la idea de hacerlo mañana, de postergarlo", explica.

“Cuando bebes, toda experiencia está a otro nivel, cosas que pasarías por alto normalmente, sin darte cuenta, se convierten en algo mucho más grande. El drama, la confusión, el caos. La mitad del tiempo estas triste porque estas deprimido. Porque lo que estas tomando deprime y deja aún más abajo. Y te pones en ese lugar de 'soy una persona frágil, y el mundo está en contra mío', dice en un tono burlón, mientras actúa que es absorbido por el sillón. “Fuck off”, dice tajante al incorporarse en el sillón, dejando la actuación de lado.

Gary Oldman y Celeste Dalla Porta en Parthenope

Gary Oldman y Celeste Dalla Porta en Parthenope

Le comento lo asombroso que me resulta su honestidad y franqueza al hablar de su alcoholismo y usarlo como un paralelismo para hablar del personaje de Cheever.

“No puedes ser anónimo. Incluso si vas a rehabilitación. En algún momento alguien se enterará. Y como uno no puede ser anónimo, yo hablo abiertamente acerca de mi recuperación, prefiero decir que tuve un problema y estoy trabajando en eso, y no ponerme en esa postura de decir que soy una criatura frágil y que todos están en mi contra”, repite nuevamente con la misma mímica de víctima que hizo hace unos momentos, y acota: “Creo que en algún punto tienes que decidir si seguir en el camino por el que vas, y enfermarte y morir. O puedes cuestionarlo y detenerte”.

A lo largo de la película, el personaje de Parthenope (Dalla Porta), se cruza con diversos personajes que simbolizan algo con lo que esta se enfrenta: puede ser la lujuria, el conocimiento, la envidia, o, en el caso del personaje de Cheever, la tristeza.

“He envejecido, tengo una maravillosa esposa, viajo con mi familia, no estoy aislado como lo estaba antes, lo cual es extremadamente sano, en lugar de vivir en una habitación de hotel y una valija”, dice Oldman y continúa reflexionando sobre la adicción: “Terminas de rodar a las 19:00 y no sabes qué hacer, entonces ordenas un pésimo servicio a la habitación, y así cíclicamente. Y si bebes, ese es el momento en el que lo harás, irás a la habitación a darle al mini bar a menos que te ates a ti mismo. En la película, cuando el profesor de Antropología de Parthenope le dice que todo se trata de lograr ver, que tienes que llegar a cierta edad y madurez para no solo mirar, sino para ver el mundo. Creo que en la película esto se refleja la primera vez que el profesor le va a presentar a su hijo”.

Al consultarle si hay algún otro director con el que le gustaría trabajar, contesta que admira mucho el trabajo de Paul Thomas Anderson. "Pero, realmente, yo soy feliz, tengo mi show de televisión, Slow Horses, al que regreso en un par de días porque estamos filmando la quinta temporada y por estrenar la cuarta. Me gusta mi vida interpretando a Jackson Lamb. Surge un proyecto y me voy cinco días para estar con Sorrentino en Capri. Luego, recibo una llamada y me voy a actuar un día a Oppenheimer con Chris Nolan…estoy realmente feliz con eso, con cómo se están dando las cosas”, agrega. 

Por Nicolás Medina
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