La forma, en el caso de los espectáculos de Favio Posca (1966, Mar del Plata), es circunstancial. Siempre entra, siempre arma, siempre canta, siempre narra de una forma distinta. Con personajes distintos. Desde lugares distintos. Pero hay elementos que siempre se mantienen: el amor por sus creaciones, como si diera a luz. Sus marginados que, de alguna forma, terminan hablando sobre las roturas que tienen los individuos que componen a la sociedad.
Una crítica, sí, pero desde la observación. Una crítica, sí, pero sin ser excesiva. Aunque llena de glamour, histrionismo, humor. "Al no haber literalidad es como un campo totalmente nuevo en donde la risa aparece como espasmo también, como algo innato, como un estornudo", dice Posca en entrevista con LatidoBEAT.
Lo que sucede cuando Posca se sube al escenario es tan simple como esto: una catarsis en la sala.
Lejísimos de ser un stand up, o un show solo de humor, lo de Posca es un nivel más. Prácticamente compone un disco con canciones originales para cada uno de sus unipersonales. Pero también es el sonido, la música en vivo, las luces, la puesta, las imágenes proyectadas en pantalla, la actuación, la fineza, la técnica con la que Posca baila o con la que se transforma de un personaje a otro.
Personajes, obviamente, border.
El próximo sábado 4 de mayo, Favio Posca se estará presentando con su espectáculo Transensual en La Trastienda de Montevideo. Las entradas se pueden adquirir acá.
Favio, has dicho que tus nuevos materiales siempre surgen por necesidad. ¿Qué necesidad tuviste esta vez?
En realidad la necesidad, la pulsión artística, siempre está. A veces uno resigna un poco por otras prioridades, como puede ser trabajar con uno mismo, en mi caso, como para equilibrar ciertas aristas que a veces no te dejan crear, pero lo creativo y la esencia de mi ser siempre va a pujar por generar canciones, por generar personalidades y exponerlas arriba de un escenario, eso sería quién soy yo. Así que la necesidad, en este caso, pude plasmar nuevamente un espectáculo donde vuelvo a ser yo en mi esencia más pura.
Te cito, es un show que es “una crítica lúcida respecto del comportamiento humano, pero sin quedarse en el prejuicio”. Quiero hablar de dos cosas ahí. Una, del prejuicio. Los personajes marginales de los que se ríe la gente, o con los que se ríe la gente, suelen remarcar estereotipos y por ende prejuicios. ¿Cómo hacés para salir de ahí?
Lo hago con tanta libertad y con tanto respeto siempre, y siempre poniéndome en el lugar de mis personajes, identificándome yo primero con ellos, y reivindicándolos, que siempre ha pasado que mis espectáculos son libertadores, nunca me ha pasado que abruman a la gente sino todo lo contrario. Siempre cuando me vienen a ver salen distintos. Nunca vas a salir igual. Mis espectáculos te conmueven, te emocionan, te hacen reír hasta que te agarrás la panza de la risa, te duele la mandíbula, te hacen sonrojar, te hacen despertar deseos o sentimientos que por ahí desconocías en vos, te hacen identificarte, pero nunca te hacen quedar en el resentimiento o en la censura. Tiene más que ver con eso, cómo yo expongo todas esas personalidades que invento, pero que a la vez son como muy reales.
Primero hay como una empatía con el personaje, de parte tuya, y después de ahí la exposición.
Siempre. Nunca haría un personaje con el cual no tengo cierta empatía. Puede ser totalmente diferente a quién soy yo, pero en el fondo siempre tiene que haber una identificación, tiene que haber un amor por ese personaje para que pueda vivir. Para que pueda existir el transe, un poco de eso se trata la palabra "transensual", esta cosa donde yo logro entrar. El transe para mí, lo trans, tiene que ver con cómo se siente uno. No cómo lo ve el otro a uno. Porque el otro siempre te va a ver desde lo que es el otro, es imposible que se ponga en tu lugar, es medio metafórico eso. Nunca te vas a poder poner en mi lugar, porque vos siempre vas a mirarlo desde quién sos vos, con tu educación, con tus limitaciones, con tu personalidad, con tus prejuicios, con tus limitaciones. Entonces, está bueno eso, vivir lo trans desde uno y respetarse a uno mismo primero, para poder ser respetado por el otro.
¿Sentís que hay personajes que no harías nunca? ¿O a los que nunca llegarías?
Creo que en una película, o en alguna ficción para la cual me convoquen, a esta altura de mi vida, después de más de 30 años de trayectoria, haría cualquier cosa, no tendría problema. Me metería en cualquier personaje. Cuando hablamos de un show mío por ahí sí, personajes que no me identifiquen, o que me aburran, o que no ranqueen energéticamente por ahí evitaría hacerlo porque yo para justamente lograr este transe y hacer que la gente entre en mi viaje, tengo que estar absolutamente fuera de mí. Tengo que estar realmente metido en la persona que estoy componiendo. Y si no estoy afín en un cien por cien, sería un poquito costoso meterme como para que la gente entre. Entonces, en mi show sí los elijo, pero a la hora de hacer una película por qué no, podría hacer cualquier personaje.
Lo otro es la "crítica al comportamiento humano", ¿hay algo no criticable del humano?
Es muy subjetivo. Cosas que por ahí se critican de uno al otro, no son criticables para el que lo hace. Uno tiene que modificarse o evolucionar siempre desde uno. Nadie te puede ayudar a evolucionar. Sí te pueden guiar. Y quién es uno para criticar. Es loco lo que pasa, porque cuando uno critica mucho, es porque está tapando un agujero propio. A veces criticás a alguien, pero en realidad es un espejo, estás criticando tus falencias, estás criticando tu falta, estás criticando el deseo que vos tenés de poder hacer lo que el otro hace y no lo podés hacer. O te estás asustando de algo que tal vez vos sos, pero no querés reconocerlo. Por eso expongo desde un espejo con mis personajes, pero no me quedo en el prejuicio, por eso digo que la crítica nunca se debe quedar en el prejuicio. La crítica es tipo expongo lo que estoy viendo de la humanidad, pero no lo critico censurándolo, lo expongo. A ver qué te pasa a vos como espectador. A ver dónde te roza, dónde te afecta, dónde te da risa, dónde te emociona, y este espectáculo tiene todo eso. Tiene mucha risa, tiene sorpresa, tiene emoción, tiene sonrojo, tiene esa cosa de corro la mirada porque no quiero mirar, porque me da cierta vergüenza. Tiene un montón de esos sentimientos tan hermosos que tienen que ver con la humanidad.
Volviendo a los prejuicios, se sabe que Posca hace un humor muy musical, muy cinematográfico, muy rockero y muy marginal, ¿cómo hacés para sorprender todavía?
Casualmente me acaba de hacer una nota un periodista que yo respeto mucho, acá en Argentina, que me ha ido a ver siempre y me decía que este espectáculo lo había sorprendido. Me decía que me viene viendo desde hace 30 años y se sigue sorprendiendo. Creo que tiene que ver también con mi evolución como persona. En un momento entendí que yo soy un artista, pero aparte también soy una persona que tiene que evolucionar y que estamos en este plano para evolucionar y para seguir abriendo puertas desde lo que es la humanidad, no solamente como artista arriba del escenario. Entonces, ese trabajo que yo vengo haciendo desde hace muchos años conmigo también obviamente trasciende hacia lo que es estar arriba del escenario como artista, sin proponérmelo. Entonces, yo estoy componiendo canciones todo el tiempo, diferentes a lo que antes componía. Estoy componiendo textos que por ahí antes no se me hubieran ocurrido, estoy como mucho menos hermético, más abierto. Hasta te diría que estoy cantando mejor, porque yo estoy mejor parado desde lo que es la energía y eso hace que cante mejor, que los textos sean más lúcidos que los que tenía antes, menos hermético, sin llegar a ser como para todo el mundo, tengo las puertas mucho más abiertas que antes. Eso tiene que ver con un crecimiento mío, y eso acompaña la sorpresa y hay personas que me han visto un montón y se siguen sorprendiendo y se siguen riendo conmigo como artista parado arriba del escenario después de tantos años, en donde ahora todo es tan volátil y todo es tan rápido. Mantener una persona con atención riéndose, emocionándose y haciendo que pase por todo lo que pasa en una butaca mirándome durante una hora y media, una hora y veinte, a veces una hora y cuarenta, es un logro importante.
¿Sentís que sorprendes gracias al humor, en parte? La mayoría de los chistes tienen ese carácter de sorpresa.
Sí, obviamente lo dramático es como que no tiene otra opción que ser dramático. Lo interesante es poder hablar de algo dramático, pero llevarlo a la libertad que propone la expresión de la risa, que es como algo que tiene que ver con lo que vos sos, y no tan mental. A mí lo que me pasa con mi público es que nunca se ríe porque piensa lo que digo, sino que la risa surge bastante visceral. Es como que entran en un transe en donde no se piensa mucho, no hay remate de chiste, no hay crítica a la sociedad desde un lugar literal. Al no haber literalidad es como un campo totalmente nuevo en donde la risa aparece como espasmo también, como algo innato, como un estornudo. Viene y no sabés cómo hacés para detenerlo, y estornudás. Entonces, está bueno eso porque es ahí donde se produce la catarsis de la liberación, de algo que tenga que ver con decir "acá me suelto, muestro quién soy realmente, me río, me despatarro, y miro con quien estoy y nos reímos juntos, y miro al de adelante cómo se agacha para reírse y también me causa risa cómo se ríe el otro". Es como que hay una catarsis en la sala. A mí me interesa eso, pero también me interesa que la risa no salga solamente de hechos cómicos. La risa sale de lugares de tristeza también, porque yo hablo de la locura, de sufrir lo que uno quisiera ser y no puede, hablo de la castración de la sociedad, de cómo castran lo creativo, cómo castran lo que uno es, indefectiblemente. Hablo del nacimiento de una persona y toda la basura que le van cargando a un pobre bebé que nace totalmente puro y cómo lo van transformando desde la educación, los dogmas, los estigmas, y termina siendo por ahí una persona que no es, en realidad, pero que cree que es. Hablo de cosas muy profundas, pero todo llevado a la risa y eso es lo interesante.
También decís “luego volverán a sus vidas, pero no será lo mismo”. ¿Esa intención tiene el show? ¿Generar un cambio?
Sí, el objetivo del arte es revolucionario. Si no para qué lo hacés. Me parece que sí, que está bueno, sin expectativas, cada uno reaccionará cómo quiera, y si hay alguien que dice "a mí no me movió nada" también está bien, porque el no moverte en nada también es que se movió en todo, por ahí. Ni si quiera espero la risa de la gente cuando hago mis espectáculos. A veces hasta me cuesta parar, y tener que frenar un poco porque la risa hace que el ritmo que yo quiero imprimir al show no pueda hacerlo por la risa de la gente, entonces imaginate que ni si quiera me paro en el escenario con un objetivo de querer revolucionar. Yo me siento un artista que se expresa libremente arriba de un escenario y también la gente lo toma de esa manera, entonces creo que el arte es revolucionario, más el tipo de arte que hago yo, es transformador, pero tampoco estoy a la expectativa de a quién transformé y a quién no. Lo que la gente me devuelve es todo mágico y todo increíble, y realmente transformador. Con eso me súper sobra, pero primero es el objetivo que yo me planteo arriba del escenario, no pienso mucho en la gente. En lo único que pienso es en brindarle calidad y darle todo de mí, pero no estoy calculando dónde se ríen y dónde no, eso me sacaría del transe, no tengo tiempo para eso.