Por Federica Bordaberry
federicaborda
Fotos: Archivo familiar
Se lo veía sentado en la entrada de la redacción, recostado, con la cabeza un poco para atrás. Arriba tenía una niña de no más de cuatro años. De a ratos estaba dormida y, de a ratos, jugaba con ella, con la energía que pone un padre dedicado y enamorado de su hija. Era Violeta, la única hija de Gustavo Escanlar. En realidad, es. Hoy Violeta tiene 15 años. Juntos, esperaban a Eleonora, su mujer y la mamá de Violeta.
Quién te ha visto y quién te ve, le habían dicho alguna que otra vez tras esa imagen. También lo dijo, o lo pensó, Mónica Bottero, que trabajó en Búsqueda con Escanlar mucho tiempo. Supo ser su jefa, su compañera de trabajo e, incluso, llegó a desarrollar una relación con tintes maternales.
Lo cuidaba. Todos en Búsqueda lo cuidaban y lo querían mucho.
Nació en 1962, un 18 de mayo, de un padre español y de una madre criolla. Cuando fue a visitar el pueblo natal de su padre, ya más de grande, ahí residían solamente nueve personas. Lo abrazaron y se emocionaron por la llegada del hijo de Demetrio, aquel hombre que había partido en un barco hacia Uruguay con 16 años.
"Yo estoy convencido que el lugar donde nacés te determina para siempre. Que hay lugares que te condenan. Si nacés en Uruguay ya estás cagado." (Estokolmo, 1998).
Gustavo Escanlar de niño, junto a una palmera.
Hay una foto en la que Escanlar, con dos años, está vestido de pantalón y saquito de lana, con cara de pocos amigos, dándole de comer a las palomas. En una entrevista confesó que, mirando esa foto, enseguida ve a quien sería Gustavo Escanlar: la exacta mezcla de soledad, indefensión, tozudez y fuerza.
Creció en Palermo, en Montevideo, y fue educado en colegios y liceos católicos. Escribió, en una ocasión, que por eso odiaba a los curas en particular y a la Iglesia en general. De ahí sacó las herramientas para educarse realmente, como creía él, en lo que fue relevante para su formación: la cultura.
"Cada tanto -una vez por semana, más o menos- el cura Bazzano nos sacaba de clase y nos preguntaba, después de un silencio largo y bastante incómodo... «¿vos te tocás?». Ahí aprendí una lección que siempre me acompañó y me acompaña todavía: «ante la autoridad, siempre negá... vos negá siempre»" (Respuesta a la audiencia de Las cosas en su sitio)
Con ocasión de la muerte de Michael Jackson, en 2009, escribió en una columna en Búsqueda que mientras crecía se pasaba las tardes en su casa escuchando música. Grababa las canciones que pasaba Berch Rupenian, por la radio, en un radiograbador Phillips que le habían prestado. Esos casetes eran su posesión más valiosa.
Tenía todo tipo de música: Yes, los Rolling Stones, los Bee Gees, Cat Stevens, Mandy y Hotel Californa. Y Michael Jackson, claro, por eso escribió aquella columna.
Mientras tanto, seguía aspirando el aire del barrio de los negros, del candombe y de las llamadas. También escribió que odiaba el candombe fuera de Palermo. Creció siendo hijo único y siendo asmático.
Aspiró, entre otras cosas, características de sus padres que se repetirían en él. Desarrolló una curiosidad hacia el chusmerío, la capacidad de manipulación, la incapacidad de manejar dinero o de percibir ahorros y la soledad de su padre. Todo esto lo dijo él.
Empezó a frecuentar, por esos años de crecimiento, pubertad y adolescencia el Club de Box de Palermo y la sede central del equipo de básquet Atenas. De este último, incluso, hizo un reportaje en televisión, sobre el club y sus triunfos pequeños a lo largo de su historia.
Los siguió frecuentando para siempre.
Una foto que ilustra a toda una generación.
***
Estudió medicina y abandonó la carrera faltándole solo una materia. El hijo rebelde le ganó al buen hijo, al hijo causante de orgullo, al hijo médico. También estudió psicología y letras, pero no terminó nada.
Libre del mundo de la medicina, empezó lo que él consideraba su autoeducación. Cuando aún vivía con sus padres, se encerraba en su cuarto a escuchar su música, a leer sus libros y se instalaba en el cine a ver películas.
Rayuela, de Julio Cortázar, le cambió la forma de percibir la literatura. También lo hizo Asís. Él fue uno de los responsables por su amor a la literatura. Leyó mucho a Benedetti pero se enamoró de Bukowski. En realidad, leía todo y de todo.
Escuchó rock uruguayo y rock rioplatense. Se escapaba a Buenos Aires y volvía con discos de Charly García. Consideraba que el mejor artista de los últimos 25 años había sido Jaime Roos. Escribió en su última columna, el día antes de su muerte: Los Estómagos, Los Buitres y Los traidores aportaron rock and roll y energía. Los Tontos aportaron desfachatez y libertad creativa. El Cuarteto de Nos aportó solidez compositiva, trasgresión y desparpajo. Pero Jaime escribió las canciones. Con "Brindis por Pierrot", se mandó la canción de la restauración de la democracia. En realidad, escuchaba todo y de todo.
Y tenía buen gusto.
Eso lo dijo Eleonora Navatta, su mujer. En realidad, lo dicen casi todos.
Es común leer que, por esos años, Escanlar se perdió en el mundo under y en el mundo más oscuro de las drogas, de la prostitución y de lo anti-status-quo. Perderse es para quienes no tienen lugar. Escanlar, más bien, se encontró ahí.
Ahí mismo fue donde se gestó ese intelectual de pelo oscuro, bajito y gordito, que usaba ropa dos o tres talles más que él, que iría en contra de la movida cultural de la izquierda cuando recién terminaba la dictadura. Y se hacía escuchar. Pegaba gritos muy fuertes escribiendo en las revistas under.
Años después, en una entrevista para la revista Freeway, le dijo a Gabriel Peveroni que "había que bombardear lo establecido y crear algo nuevo".
Escanlar estaba para matar a Benedetti y poner en su lugar a Bukowski, para sacar a Los Olimareños y poner a Prince. Estaba para sacar el país aburrido de los viejos y poner otra cosa, siempre un poco provocando, con las drogas, con el sexo, asustando viejas en un país de viejos. Esta última oración se la dijo Peveroni a un periodista durante una entrevista.
Con estos comienzos, Escanlar empezó a hacerse nombre de maldito.
Aunque su escritura fuera atrevida, Escanlar siempre fue, en extremo, tímido. Era un hombre de palabras escritas, un mundo donde se sentía más a salvo y donde se expresaba mejor. Era un ser solitario, pero, cuando tenía un público, no le costaba nada colocarse la careta y salir a despotricar.
Por el año 1987, el semanario Aquí publicó una entrevista a Mario Benedetti donde hablaba mal de los jóvenes uruguayos. Escanlar había leído a Benedetti en libros forrados para que los militares no supieran que lo leía. Había llegado a emocionarse con La Tregua y con Montevideanos. Esperaba mucha más generosidad de parte de Benedetti hacia los jóvenes que trataban de conseguir sus libros mientras él los hacía desde Buenos Aires.
No pudo con la soberbia de Don Mario y escribió una carta a Aquí diciendo todas las cosas que estaban haciendo los jóvenes. Se la publicaron porque algún editor estaría de acuerdo y si alguien tenía que prenderse fuego en público, sería él.
La carta decía:
"Lo confieso: en una época supe ser un ávido lector de Benedetti. Dije bien: en una época. Otra. Otra época que ya fue, que ya no está. El exilio, la prohibición, su condición lejana y legendaria de dirigente político, sus polémicas en el viejo continente, colaboraron para que -idealización de don Mario, el «abuelo bueno» mediante- cientos de jóvenes universitarios nos compenetráramos con tregua y geografías. Pero todo sabe tener una esquina rota: había algo en aquella literatura (no podríamos decir qué) que no acababa de convencernos; había algo en aquel espejo que no alcanzaba a reflejarnos... Algo se había roto... Y Benedetti un día dejó de gustarnos. Benedetti ya no era «lo nuestro». En vez de pasarnos una noche entera leyendo La tregua, la pasábamos mejor y más placenteramente con Bukowski... Hay un Uruguay muriendo, lanzando sus últimos estertores, sus últimos ataques. Un Uruguay que, tratando de conservar privilegios y pautas culturales, busca ahogar al uruguay-otro, ese Uruguay que poco a poco va despertando... el Uruguay del rock. El Uruguay de los jóvenes poetas y performers. El Uruguay del periodisimo alternativo... la mastodónica bestia llamada Cultura-OficialTradicional-De-Izquierda está muriendo. Pero está muriendo sola; ni parricidio ni resentimiento mediante. Está muriendo de aislamiento. A los jóvenes nos queda la conciencia de la orfandad, la que nos deja las manos libres para hacer lo que queramos. ¿Es mucho pedir, don Mario, o tengo que comprar patente de intelectual?"
Con esa carta, llegó el momento en el que Escanlar dejó de ser un pibe de Palermo y pasó a ser, con su sensibilidad especial y con su show, Gustavo Escanlar.
***
Gustavo Escanlar joven, en familia y junto a su padre.
Había una chica con una araña enorme metida en un cuartucho y ahí estuvo toda la semana. Hubo peleas de catch y de box. Hubo mucho rock. Hubo desnudos también, claro. Hubo poesía sin ropa. Hubo gente que se desnudaba y solamente se dedicaba a tomar cerveza y contemplar el espectáculo. Casi todo pasaba sobre el ring, desde las seis de la tarde hasta las seis de la mañana.
Todo eso duró una semana y fue en 1988. Gustavo Escanlar y Carlos Muñoz lo llamaron "Arte en la lona". Querían celebrar el regreso de la democracia, que había vuelto hace tres años, y generaron un espectáculo que sobrepasó todas las expectativas. Fue un grito desaforado de libertad del que se habló y del que se escribió bastante.
Lo hicieron en el Boxing Club de Palermo. Estaba lleno de gente apretada, transpirada, borracha y drogada. También, estaba lleno de gente expresando su arte y manifestando su libertad de expresión.
El evento permitía a todo aquel que lo deseara a subirse al ring y hacer su performance, de cualquier tipo. Fue un espacio creativo que denunciaba, después de años de dictadura militar, que los artistas estaban en la lona.
Ese mismo Escanlar, a los veinticinco años, encontró una foto en la que su padre recién llegaba a Uruguay. Le escribió un poema que publicó en su primer libro y nunca dejó que lo leyera. Por esa época volvió a darle un beso cada vez que lo veía.
"Se ríe, tiene pinta
no se imagina nada
no sabe que le esperan
una mujer histérica
un hijo maricón
un trabajo sin éxitos
una amante frígida y asmática
la madre que lo abandonó pidiéndole cariño
no se imagina todo eso porque tiene solamente veinticinco
-mi edad ahora-
y tiene la fuerza del recién llegado
la fuerza del galleguito dispuesto a todo
la fuerza del enamorado
no se imagina nada
porque está peinado a la gomina
y tiene puesta su mejor corbata
y pide que le retoquen la foto
y "de noche cuando me acuesto le rezo a la virgen de la macarena" retumba en
su cabeza
y ríe
no se imagina nada
y veinte años después
perderá esa sonrisa
(llora ahora mientras la busca en la foto)
perderá el pelo y la figura
no se imagina a sí mismo
veinte años después mirando el programa de Berugo
esperando la jubilación
esperando la paz
esperando la muerte
no se imagina nada en la foto blanco y negro con la firma de Silva
porque piensa que el mundo es suyo
piensa que le va a ir bien
que la vida es hermosa
no se imagina nada en la mirada de ojos negros tan brillantes
porque piensa que mañana va a ir a trabajar
y va a juntar dinero y a comprarse una casa
no se imagina nada
y tiene veinticinco
y asturias ya está lejos
y también las ovejas y las montañas y las lentejas y la guerra civil y el
cansancio y los churumbeles
y franco
y mañana va al baile de casa de galicia
y conoce a mi madre
(él no se lo imagina)"
***
Entrevistando a uno de los astros de la música brasilera, Ney Matogrosso. Foto: Leo Barizzoni
Cuando Escanlar estaba a punto de irse a España, lo llamó Alejandro Bluth para pedirle que escribiera en Punto y Aparte.
Empezó a trabajar en prensa escrita, en radio y en televisión a partir de 1988. Recién en 1991 consiguió un cuarto afuera de su casa y, recién en 1993, logró alquilarse un apartamento propio en la calle Roxlo.
Por esos años, su adicción a la cocaína empezaría a acentuarse cada vez más, resultando en un hábito del que no podría escapar nunca más.
Pasaría por Zona Urbana, por Bendita TV, por Sarandí, El Espectador, Radio Futura, Búsqueda y Montevideo Portal. E incontables revistas. Siempre hizo show.
"¿Quiere ser el centro de cualquier reunión? Vomite" (Semanario Crónicas - Entrevista por Gerardo Teglafierro, 2010)
En 1991 Fito Páez y Baglietto estaban en Montevideo por un concierto. Durante la conferencia de prensa, estaban ellos dos y otros músicos uruguayos. Entre ellos, estaba Jaime Roos.
Escanlar estuvo en esa conferencia de prensa y, momentos antes de empezar, le tocó el hombro derecho a Fito Paéz para pedirle una entrevista. ¿Y vos qué tenés para darme?, le respondió Páez. Escanlar volvió con sus compañeros y explicó que tenía razón, él no tenía nada para darle. Dijo que cuando sacara su primer libro se lo mandaría y así tendría algo para darle.
En 1993 publicó su primer novela de ficción, Oda al niño prostituto.
Como no tenía suficientes ejemplares y no le gustaba la edición, nunca se lo mandó.
Hizo un adelanto de la publicación de su primer libro. Fue un espectáculo audiovisual en AFE llamado el "Rey del Circo". Se basaba en una serie de fotos de él, en distintas situaciones, y el audio era su voz relatando la historia del rey del circo, su historia.
Durante su vida publicaría cinco libros más y reeditaría uno. En 1997 publicó No es falta de cariño, de cuentos. En 1998, Estokolmo, una novela. En 2001, lanzaría un libro de crónicas policiales llamado Crónica Roja. Por 2006, publicaría otra novela, Dos o tres cosas que sé de Gala, que se reeditaría en 2009 bajo el nombre La alemana. En 2008 se publicaría su último libro, una recopilación de sus columnas en Búsqueda y Montevideo Portal.
Hola, habla Gustavo Escanlar: Quería leerte lo que hice ayer después de que te fuiste. Se llama «Se pudrió todo» y dice cosas que no voy a reconocer jamás públicamente: Se pudrió todo.
¿Cómo hago si no puedo vivir contigo y a la vez no puedo vivir sin vos? ¿Qué hago si debo tres meses de alquiler y no tengo quién me abrace y no quiero provocarte nada nada nada de piedad? ¿Qué hago si me quedan 10 min. de vida y pronuncio tu nombre? ¿Vendrías si te llamo? ¿Cómo puedo borrar de mi cabeza lo más feliz de mi vida, que fue un viernes de madrugada cuando tuve aquella sensación de eternidad que nunca antes, que nunca con nadie? ¿Qué hago si no puedo llorar solo, qué debería hacer? ¿Conseguir un amor del montón y traerla aquí para que me ayude a pagar el alquiler? ¿Qué hago si quiero verte comiendo una naranja en mitad de la noche, si quiero verte sentada en el water comentando Videomatch? ¿Si quiero acariciar y reconocer tu espalda? ¿Si quiero llevarte un cigarro a la cama? ¿Qué hago si no hay una mínima posibilidad de confundirte, de seducirte, de darte a conocer mi verdadero infierno, el de un niño de 31 años? De llevarte de nivel hasta cruzar la raya blanca. Si el límite que no quisiste cruzar es esa línea, y lo acepto y lo respeto y no debo ni quiero ser egoísta como decís que soy, ¿qué debo hacer? ¿Resignarme y seguir todos los sí y torturarme cada vez que te veo? ¿O condenarte por no haberme elegido ante la opción? ¿O lo que vos planteaste? ¿O conformarme que es algo que tengo que pagar y que no tendría que haberme ido aquella noche? ¿O tendría que morirme? ¿O tendría que irme hasta el fin del mundo del amor pero sin vos? ¿O cambiar y dejar pasar el tiempo que no tengo?
No sé, no sé nada y tu carencia la siento en la boca del estómago y solo me queda la ansiedad y el café y la sensación que soy un campo magnético que atrae y que repele y que jamás va a poder tener a su lado lo que quiere. Eso que me diste y me quitaste al mismo tiempo. No te culpo de nada. Todos me abandonan menos vos. Es una paradoja porque vos no me abandonas pero no podés amarme. Solamente quererme mucho. Por último, es muy fácil hacerte una llamada por teléfono y hablarle a tu contestador pero es muy difícil saber que no puedo hacer muchas cosas más porque interrumpo algo. Al menos sé que huyo porque amo.
Era eso. Éxitos, éxitos.
Gustavo.
(Mensaje de Gustavo Escanlar en el contestador de una chica en un mini casete y lo transcribió, 1994.)
***
Gustavo junto a Eleonora Navatta, su esposa, con quién se casó en 2005.
Se casó por primera vez el 17 de febrero de 2005 con Eleonora Navatta. La conoció en Sarandí, en la radio, mientras ella era periodista deportiva. Eleonora sabía de todos los deportes y había sido campeona sudamericana de esgrima repetidas veces.
La primera vez que salieron fue a una distribuidora de libros, donde Gustavo tenía que cobrar dinero por derechos de autor y, en vez de hacerlo, se llevaba libros. Después de ese día estuvieron juntos dos años hasta que se casaron. Eleonora tenía 13 años menos y un hijo de otro matrimonio. Escanlar ya tenía 43 años.
No hubo ceremonia religiosa ni hubo fiesta, simplemente decidieron casarse un buen día y dirigirse al Registro Civil a sacar hora. Asistieron Mabel, la madre de Gustavo, tías, amigos, compañeros de radio Sarandí y dos personas importantes en la vida periodística de Escanlar: Danilo Arbilla y Elvio Gandolfo. Su padre no pudo asistir porque a esa altura ya estaba postrado padeciendo el cáncer.
La reputación de Escanlar en los medios hizo que los periodistas llegaran a cubrir el casamiento en el Registro Civil, a pesar de que Eleonora y Gustavo intentaron hacerlo lo menos público posible.
Nueve meses después del casamiento de Gustavo y de Eleonora, nació Violeta. Exactamente nueve meses después, un 17 de noviembre.
A Escanlar, la paternidad le dio otra perspectiva de la vida. Por primera vez, estaba a cargo de la vida de algo vivo más que sí mismo.
"Me apasiona ver todo el proceso de crecimiento de mi hija Violeta. Capaz que la tuve exclusivamente para consumirla, no lo sé..."
(Fragmento de un programa de la librería Tematika.com, 2009)
***
Con el legendario cantante español, Raphael.
El mismo año en que se casó y en que tuvo a su hija, se le fue encargado hacer una crítica del libro El curioso incidente del perro a medianoche de Mark Haddon, para Búsqueda.
Al día siguiente, lo habían despedido de los tres medios de comunicación en los que trabajaba. Pocas veces una acusación de plagio tuvo tanta repercusión mediática. Al parecer, la nota que había entregado Escanlar tenía fragmentos copiados de otra crítica en El Mercurio, de Chile.
Cuando Danilo Arbilla, director de Búsqueda en ese entonces, y Mónica Bottero, secretaria de redacción, le preguntaron si había cometido plagio, Escanlar respondió con una carta donde mostraba los plagios de los grandes escritores.
Tuvieron que echarlo, de todas formas, pero Arbilla continuaría pagándole el sueldo por atrás. Era casi inmoral dejar sin nada a una figura que fue tan importante para la cultura uruguaya.
Enseguida lo llamaron desde Montevideo Portal, donde se desarrolló como columnista durante un tiempo.
Cuando volvió a Búsqueda, volvió como editor de la sección de cultura. Andrés Danza, que había sido compañero suyo de redacción y había escuchado el dolor que sintió ante el despido, ahora sería el secretario de redacción y trabajaría con él. Danza dijo que hizo su trabajo de manera impecable.
Como tenía exclusividad con Búsqueda, Escanlar buscó la forma de hacer columnas periodísticas para Montevideo Portal. Empezó, entonces, con un precursor del podcast: la radio online.
Empezó con una columna radial por semana y terminó haciendo una todos los días. Se las editaba Eleonora y él las llevaba en un pendrive hasta la redacción del Portal. Lo entregaba casi siempre puesto, habiendo consumido cocaína.
En el homenaje que Montevideo Portal le está haciendo a Escanlar por los diez años de su muerte, recuperaron las columnas radiales. Fueron 87 en total. El programa se llamaba Puesto.
Ahora las van a relanzar.
Escanlar siempre fue adelantado. Hizo radio online antes que todos. Sus columnas son más actuales que nunca. Entendía la política y cómo evolucionaría en los próximos diez años. Lo mismo con la cultura. Eso lo dijo Eleonora. También lo dijo todo el resto.
***
Ya lo habían internado en el hospital Maciel en noviembre del 2007. En el 2008 tuvo que volver.
Era 9 de abril, en la tarde, y Escanlar estaba en lo de sus padres. Le había preparado los remedios a su padre, como todos los días, y esperó a su dealer. Le dejaron cocaína en una bolsa y consumió un gramo entero.
No se acuerda cuándo, pero en algún momento la droga dejó de ser divertida y pasó a generarle una paranoia. Esa tarde salió corriendo por la calle, sintiendo que lo perseguían. Se metió en un supermercado y él sentía que había personas que lo perseguían y que se movían entre las góndolas.
"Me tenían rodeado. Estaban ahí. Ahí. En la góndola de duraznos en almíbar que tiré a la mierda. En los envases de cerveza que rompí mientras gritaba. Entre las pilchas que intenté descuartizar porque ocultaban los bultos de los cuerpos de los que me perseguían. Ahí. Ahí estaban. Ahí venían a agarrarme. A preguntarme qué había tomado. A meterme en un patrullero. A llevarme al hospital. Ahí están, mientras me llevan en el patrullero, en cada esquina deteniéndose, poniéndome una trampa, intentando matarme. Los hijos de puta no se dan cuenta que tengo una hija. No tienen piedad. Me van a matar. En esta esquina. En la próxima. Ya entramos en el hospital. Están todos disfrazados de enfermeras. Me agarran entre cuatro. Me dan una inyección. Me mataron. Al final, tenía razón de haberme puesto así de paranoico."
(Fragmento de EX, columna de Escanlar)
Esa vez, Escanlar estuvo internado en CTI y al borde de la muerte.
Y cuando salió, decidió hacer un show.
Ese mismo año se le ocurrió festejar su muerte con un espectáculo con uno de sus compañeros de radio, Gustavo Fernández Insúa. Durante tres noches montaron "Crónicas del CTI", en el Espacio Guambia en Ciudad Vieja.
Sobre un telón apareció la cara de Escanlar y dos fechas: 1962-2008. Hubo aplausos.
Enseguida apareció el supuesto muerto sobre una cama clínica en forma horizontal, vestido con pijama de hospital.
Escanlar empezó a cantar un tango. Era "Se dice de mí", pero adaptado. Decía: "Se dice que soy falopero, que plagio, que soy puto, que...".
Con Luisa Kulliok. Escanlar era fanático de la telenovela argentina "Amo y señor" protagonizada por ella y Arnaldo André.
***
Los siguientes años sí se enfrentaría a la muerte.
En 2009 murió su padre de cáncer. Su madre moriría mucho después.
"Mi padre se murió el 9 de octubre. Lo enterraron en la tumba 1113. Cuando salí del cementerio, entré en un quiosco y le jugué a la quiniela. No gané nada. Buscando coincidencias estúpidas, me acordé que desde el 9 de abril yo no pruebo una línea".
(Fragmento de EX, columna de Escanlar)
Y después del entierro, al que solo asistieron Escanlar, Eleonora y Mabel, volvería a la cocaína.
El 11 de noviembre de 2010, Escanlar volvería a su casa para llevar a una Violeta de cuatro años, casi cinco, al jardín. El día anterior, Búsqueda había cerrado una edición especial por los 25 años del semanario y Gustavo había escrito una columna que resumía los últimos 25 años en cultura. Todos en Búsqueda estaban muy orgullosos de cómo había quedado la edición.
Con Violeta, su hija que tuvo junto a Eleonara Navatta.
Danza recuerda que esa noche, Escanlar quería salir a hacer de las suyas. Recuerda que nadie lo siguió porque estaban todos muy cansados. En su casa, cuando Eleonora se acostó, Escanlar quedó despierto. A las siete de la mañana, Eleonora sintió un ruido en el living y fue a ver.
Todos los libros en el piso, porque Escanlar había caído sobre una biblioteca. Ella supuso que se habría pasado de droga porque no reaccionaba cuando le hablaba y sentía un ronquido. No hubiera sido la primera vez que pasara.
Cuando se enojaba con él, solía ignorarlo, así que se fue al baño.
No hubiera sido la primera vez que pasara.
Cuando volvió del baño, Escanlar seguía en la misma posición y enseguida Eleonora entendió que estaba sufriendo un paro cardíaco. Llamó a la ambulancia y a su hermana, que trabajaba con ambulancias. Su hermana llegó primero y, mientras lo reanimaban, Violeta salió a ver.
Quizá por eso haya procesado la muerte de su padre con naturaleza, porque vio qué le pasó. Eso lo dijo Eleonora. Quizá tenga razón.
Se lo llevaron al sanatorio. Estuvo 24 horas en CTI, ya sin actividad cerebral.
El 12 de noviembre murió Gustavo Escanlar.
Violeta no fue al entierro. Eleonora prefirió no llevarla. Su hijo más grande sí, estuvo con ella agarrándole la mano en el cementerio.
***
Lo fácil es recordar al Escanlar que hacía show. A ese Escanlar que salía en Bendita TV tomando orina y que era bastante incontinente en cuanto a lo que decía y cómo lo decía. Ese Escanlar, sí era el que escribía libros sobre travestis, prostitución, droga, robos y muerte. Existió ese Escanlar maldito y esa era su cara visible para la mayoría de los uruguayos que se lo cruzaron en los medios de comunicación.
Es lo fácil, pero no es lo justo.
Ese mismo Escanlar también era artista, era escritor, era un poco dramaturgo y un poco cineasta. Era periodista. Fue padre, fue marido, fue hijo y fue amigo. No hay persona cercana a él que no haya dicho que era cariñoso, que era simpático, que era muy agradable.
Existen contradicciones, inevitables, que hacen que nadie, ni siquiera Escanlar, sea del todo bueno o malo.
Los pozos profundos viven con lentitud sus experiencias. Eso lo dijo Nietzsche. Quizá los uruguayos profundos todavía estemos procesando su experiencia.
Este perfil sobre el legendario escritor se escribió para los diez años de su muerte. Pero nos pareció fundamental revivirlo ahora, para la inauguración de Beat. No solo fue, es y será un enorme de nuestra literatura, sino también del periodismo.
Por Federica Bordaberry
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