Por Rodrigo Bacigalupe
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Esta entrevista nunca fue publicada en texto, sino que fue una nota radial del año 2007 de Radio Atomika, emisora radial argentina por Federico Di Paolo, Rodolfo Jorajuría, y Martín Butera .Nuestro colaborador Rodrigo Bacigalupe* la transcribió para rescatar este material que estaba perdido en el olvido del dial. La introducción presentando al "Señor de los Venenos" o histórico editor de Cerdos & Peces fue escrito por su pluma también.
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La complejidad de un ser se define por el grado de distancia que mantiene con el abismo, desde el "no somos nada" de las plañideras, hasta sumergirse en el misterio de la nada misma que representa la conciencia de nuestra condición de mono errante y errático, necesitado de una verdad que lo justifique, cuando en realidad, no hay NADA que justificar. Seguir un viaje propio de ficción, dejándote llevar por el guion, esa es la forma de ser feliz, pero, ah, qué difícil si quieres parar cinco minutos a tomar un café, entre escena y escena. Lo peor: volverse el Kubrick de nuestros propios sentimientos.
Enrique Symns es un experiodista, escritor y monologuista que supo compartir escenario con varias bandas de rock argentinas y latinoamericanas. Cuenta su leyenda —que él mismo construyó— que aprendió a leer ya de grande, y que comenzó por la filosofía. Que desde muy joven manejó armas de fuego, que llegó a colaborar en robos, que vivió en los mejores países del mundo (España, Brasil y Colombia —según su opinión—) y que los más grandes grupos de rock, los que van a perdurar, son las de rock conceptual, sinfónico, a lo Pink Floyd o Radiohead.
Es también autor de narraciones como El señor de los venenos (2004), En busca del asesino (2005) y Big bad city (2006) y de una enorme cantidad de textos periodísticos, biografías de artistas como el músico Fito Páez (Páez, 1996). Pero sobre todo hay que destacar su labor como periodista. Es uno de los estandartes del llamado periodismo gonzo latinoamericano, en sintonía con el creador del género, el célebre escritor norteamericano Hunter Thompson. Además, su desempeño en la revista contracultural –de carácter legendario en el mundo de la imprenta argentina– Cerdos & Peces lo ha vuelto a él mismo un personaje de leyenda. El argentino se desempeñó como director de dicha revista, y llegó a escribir en ella bajo diversos seudónimos. Su narrativa transita por los caminos de un realismo eufórico en el que los personajes de sus historias están a la cacería. A la búsqueda constante de aventuras (o desventuras), del éxtasis de la vida, ya sea a través de las drogas, o del sexo desenfrenado o la violencia. Mediante una escritura sin pausas, ya sea que hablemos de acciones o de pensamiento, crea un universo narrativo en el que todo está por suceder. Hoy en día, Enrique Symns tiene setenta y seis años y vive, gracias al apoyo y la solidaridad de algunos amigos.
–RA: ¿Cómo le va, Enrique? Ahora sí, ya formalmente presentado en esta charla que vamos a hacer entre sandwiches de miga y vino tinto…
–ES: ¿Qué responder a esa pregunta? Cómo me va a ir, mal, me va mal.
–RA: ¿Por qué?
–ES: La vida tiende a ser eso. Pero vamos mejor a ponernos a charlar de otras. Uno de los trucos de la nueva globalización y de ese silencio que se ha apoderado de todas las conversaciones (porque yo escucho silencio, nada más, en las charlas de la gente)... En realidad te dicen, ¿cómo te va, bien? Porque no quieren saber. Es una manera de sacarte de encima. O sea que las preguntas son muy importantes…
–RA: ¿Para no desperdiciarlas?
–ES: Para introducirse en el alma de una persona. Para conocer un tema hay que preguntar bien.
–RA: Todo un desafío para mí en estos minutos.
ES -Para meterte en un problema te lo dije (risas).
–RA: Bueno, le cuento, esto es una radio de rock, básicamente. Yo le quería preguntar sobre el rock en el que usted estuvo tan metido y está tan metido…
–ES: No, ahora no estoy metido. Estuve metido muchos años por un azar de la vida y por haber conocido desgraciadamente a Los Redonditos de ricota… Bah, no sé si desgraciadamente. ¿Qué hay qué decir de la vida? La vida de un hombre se puede definir como lo que le sucedió, o como lo que no le sucedió. Y hay enclaves, momentos emblemáticos en el tiempo que a uno le toca transcurrir en que tomás decisiones. Bah, no sé si existen las decisiones. Te dejás llevar por cierto viento. Así que bueno, lo único que sé ahora del rock es que es una música que escucho, antes era un fenómeno del que participaba. Creo que, como todo género musical, se va a extinguir. Imaginate que si se extinguió J.S. Bach y se extinguió Beethoven, la música más talentosa que existió en el planeta –música que parecía que existían los dioses–, cómo no se va a extinguir el rock. Yo creo que se nota un poco ya, porque las grandes bandas (que son todas inglesas)... Yo creo que ahora el rock quedó alojado exclusivamente en Inglaterra. De todas maneras, no sé si hay alguna de ellas que supere… Mi banda predilecta es Radiohead. Me parece la banda más talentosa. Lo más curioso del rock, a mí las bandas que más me gustaron fueron las que hacían discos conceptuales, y, sobre todo, rock sinfónico. Pink Floyd es el J. S. Bach de la música. En el siglo XXII nadie va a acordarse de los Beatles (quizás sí, o quizás no), pero seguro se van a acordar de las obras maestras de la música que creó esa banda. No escucho más rock argentino porque es denigrante. Después de Los Redondos, que fue para mí la última banda de rock, junto con Soda Stereo y Virus… todo ese momento glorioso de la poética... Después del fenómeno denigrante en que consisten las canciones de Los Piojos, La Renga, y los Bersuit Bergarabat (que son los más antipoético). Parece que coincidiera con una descripción que dio Petinatto en la época de Luca: “Los músicos argentinos componen leyendo el diario”, sobre todo por esa exaltación espantosa de la argentinidad. Como dijo Spinetta hace poco: “Es increíble que esa sea la herencia musical”. Aunque yo creo que ahora en los sucuchos, en boliches como en Plasma, donde yo he estado, están apareciendo nuevos fenómenos.
–RA: Y eso, ¿tiene que ver con el underground? ¿Existe el underground todavía?
–ES: No, no existe más, a menos que exista de una nueva manera, no lo sé. El under parecía un fenómeno que no se iba a extinguir nunca. Ya llegó atrasado –porque nosotros vivimos diez años atrás del imperio–. Cuando John Lennon dijo que “el sueño había terminado”, acá recién empezaba (¡era muy loco!). Para mí empezó en el año ‘70, ‘71, un fenómeno que involucraba no solo a músicos, con bandas emblemáticas como fueron para mí Led Zeppelin, Pink Floyd, toda una serie de bandas, con la aparición del fenómeno paralelo, adyacente y amistoso con el fenómeno beatnik, la aparición de grandes escritores y un periodismo paralelo al rock, que se constituyó en el meollo de toda una movida que, además, transformaba la vida de los que participaban. Yo era un tipo careta –que usaba corbata y creía que había que ir a la Universidad, que había que ser un pelotudo– y gracias a la música y a un libro alucinante que fue En el camino de Jack Kerouac, salí a las rutas y me convertí en otro ser.
–RA: A veces la Universidad es como una masturbación teórica.
–ES: Yo creo que la Universidad es la tumba del saber y la cuna del poder. De la Universidad salen todos los malditos hombres que después nos acusan de delitos, nos revisan el cuerpo, nos dictaminan enfermedades mortales, son los abogados que nos llevan y nos traen a Tribunales. Sale toda la porquería humana. Lo peor de la humanidad es el intelectual, es la escoria. Después está la escoria del hombre gen, el hombre clon, el hombre que no es nada, el hombre que es una masa, un ser de plástico al que le sale el mundo y le entra. Dicen que la consciencia humana es una gota de licor en un océano de mierda. Así que imagínate la posibilidad que tiene. Pero, digamos, en la Universidad se gesta el poder, de eso no hay duda. El 95% de los universitarios son gente de clase media, no vamos a encontrar bolitas (N. del R: bolivianos).
–RA: ...Y todos los presidentes han ido a la Universidad.
–ES: Todos los presidentes, todos los jueces, todos los dueños de laboratorios, toda la clase dirigente del mundo. La democracia en realidad es el gobierno de los empresarios. Los que gobiernan no son los presidentes…
–RA: El gobierno del pueblo…
–ES: Una buena vestimenta del capitalismo. La publicidad de la democracia...para existir necesita apoderarse de las conciencias humanas y sumergirlas en una invención que han realizado que es la de la dicha, la familia, una moral media, una idea de la sexualidad, de las drogas, una idea tan mediocre y tan fraudulenta que eso demuestra que el ser humano no ha evolucionado en nada. El 70% de la humanidad vive en la Edad Media porque aún cree en las cosas que ya la Ciencia ha derrotado, como la idea de Dios, y sin embargo la gente sigue creyendo que va a resucitar, y son capaces de bombardear, de convertirse en suicidas… Una creencia tan infame, tan tarada. Vos podés desconfiar que el universo sí realmente tiene un misterio –tiene varios– pero no en esa invención sacerdotal.
–RA: Antes hablábamos del under y lo ligamos con lo alternativo porque consideramos que es un medio alternativo. No sé si a esa palabra usted le da un lugar, o le parece que es mierda la palabra alternativo.
–ES: No, son palabras que no te dejan pensar, porque se usaron tanto y nos involucraron tanto. Cuando hice Cerdos & peces me decía “underground”, me decían “alternativo”, entonces, no te dejan pensar. Las etiquetas son de lo que se caracteriza el sistema para envolverte. ¿Qué es un fenómeno mágico? Es un fenómeno que contiene más misterio que razón. Yo no creo que fuéramos alternativos o underground, éramos raros, misteriosos. Ser misterioso es ser misterioso hasta para uno mismo. Yo creo que Cerdos & peces –la revista que yo hice en la década del ‘80– era una revista inconsciente de su destino. Estaba, por supuesto, influida poderosamente por la pasión que habían generado tipos como Hunter Tompson (principalmente Hunter Tompson), Ernest Hemingway –eran nuestros héroes–, Tom Wolfe…
–RA: ¿Tenía un para qué, en ese momento, la revista?
–ES: Para joder más la vida. Para joder más las cosas. Yo creo que tenía un impulso animal. Los intelectuales tienen espíritu y no creen que son animales. Es muy raro que el intelectual piense que es un animal. Yo sé que soy un simio. El alma de un animal, justamente, por ser un ser “almado”, no un “desalmado” como un torturador. Sos un mamífero, un ser voluptuoso, apasionante –sobre todo por los líquidos, no por los pensamientos–. Las ideas (esa maldita invención de Platón) no han servido para nada. El hombre vive en una prisión cósmica que es irreductible. Ningún filósofo ha descubierto el sentido del cosmos. En su libro del origen del universo (Historia general de la naturaleza y teoría del cielo) Kant, en el prólogo, sostiene esto “hay que recordar que el tiempo y el espacio no existen: son invenciones de la mente para comprender lo inaudito”, y esto coincide con la frase de los tebanos más primitivos que decían que “el universo cabe en la palma de un bebé”. Es así de misterioso, y una frase más misteriosa es: ”el cielo es azul, y el piso es duro porque alguien lo dijo”. Y todas las biblias comienzan con lo mismo: primero fue el verbo. Lo que diga un hombre sobre el mundo, en eso se va a constituir. Si hay una guerra en el mundo es la guerra del discurso –en este momento sumergida en un silencio total–. No hay cantantes, no hay pintores, no hay escritores, no hay filósofos que estén liberando a la palabra de sus ataduras. Ya la palabra no sirve.
–RA: ¿No hay discurso hoy?
–ES: Discursos hay todo el tiempo, lo que no hay es palabra mágica, transformadora, extática. No hay la aventura de las personas de lanzarse a lo inaudito, todos están con un plan que tiene que ver con la evolución de su trabajo, de su camino en el mundo. No hay un extravío. La vida consiste en extraviarse, no en perderse. Que son cosas distintas.
–RA: ¿Cuál es la diferencia?
–ES: La diferencia es que en el extravío te convertís en un gran marino que le dice al rumbo que lo quiere perder. Te convertís en un barco ebrio y aparecés donde no sabías que ibas a aparecer. A pesar de que creo que hay un destino inexorable. Si hay un funcionamiento que tiene el tiempo, este es al revés de lo que el hombre cree. La secuencia correcta es: después, ahora y antes. Yo vengo de un certero futuro y me hundo en un ignoto y miserable pasado. Borges comprendía eso cuando escribió el famoso poema de Laprida, que había sido un arquitecto, un genio, se encuentra con una espada en la mano peleando en el barro con un paraguayo y se pregunta “¿Para qué he vivido?”, y, finalmente, descubre que ha sido para eso, para morir lanceado por un paraguayo.
(...) Fragmento de la pregunta de RA omitido por los editores del vídeo, alusivo, evidentemente, al mundo de las drogas.
–ES: A raíz de tu pregunta sobre las drogas… Hay que recordar que las castas sacerdotales siempre han tratado de impedir dos fenómenos. Uno, la sexualidad, a través de la creación de una palabra de origen polinesio muy misteriosa llamada tabú, que quiere decir “terror sagrado”. Palabra que existe hace trescientos mil años. Hablo de la sexualidad porque la sexualidad es la orgía. Nada que no sea orgiástico es sexo, menos el amor (inventado en el año 1240). Cada vez castraron aún más lo que era el paganismo sexual, que siempre es multitudinario. Si cuando te pajeás, recordás a dos personas, cuando dos personas cogen, recuerdan cuando eran veinte. Por eso está lleno de fantasmas el erotismo. Una de las cosas que produce éxtasis es esa sexualidad compulsiva, sorprendente. No en plan “vamos a tomar un café”. Esa es la diferencia entre pulsión y deseo. El deseo es una mariconería: decir(le) “vamos a tomar un café”, en lugar de la pulsión, que es agarrar(le) una teta. Y, en segundo lugar, la otra cosa que prohibieron fueron las drogas, que también producen éxtasis. Porque lo que hace falta en el mundo no es ni techo, ni comida, sino éxtasis, magia, necesario para pasar esos noventa, setenta, sesenta años que corren a la carrera, ¿para qué? Las drogas, lo que hacen es subvertir al hombre. Por eso los borrachos, por ejemplo. Una de las drogas más poderosas que no han logrado prohibir es el alcohol (porque además se convirtió en un negocio) fue el alcohol. Alcohol, en árabe, quiere decir: “sed del alma”, y yo creo que todos los adictos estamos sedientos de una sustancia que no existe, deseamos lo que no hay. No es que nos escapemos de la realidad ¡la buscamos! Porque esto no es la realidad, esto es una pesadilla colectiva donde la vida es denigrada. Da una tristeza enorme tener que vivir en este mundo y las drogas te ayudan al respecto. Escohotado las clasifica en tres: acuáticas, que te sumergen en el fondo de tu conciencia (heroína, morfina), terráqueas, que son para pelear (cocaína, anfetaminas, etc) y aéreas o enteogénicas, las drogas de los dioses (mescalina y sus millones de derivados).
–RA: ¿Resulta difícil controlar las drogas de origen natural?
–ES: Sí. Yo he sufrido mucho con las plantas. Las he tomado todas. Desde la ayahuasca (yagé), la belladona (atropa belladona), el floripondio (brugmansia arbórea), la datura (stramonium), peyote (lophophora williamsii)... Yo creo en las naves de la NASA. Creo que una droga sintetizada es perfecta porque te lleva a donde vos querés (...) A mí las drogas naturales me han hecho vivir el miedo. Hunter Thompson, por ejemplo, a quien admiro, se inyectaba adrenalina –que es puro miedo–. Todo su trabajo periodístico lo hizo a través del miedo.
–RA: ¿Tuvo experiencias muy traumáticas?
–ES: Muy traumáticas. Es largo de contar. Las alucinaciones son muy difíciles de manejar. Yo, por ejemplo, tomé, en el término de un mes, más de cien ácidos. Viví en ese estado durante treinta o cuarenta días. Es lo más parecido a estar en estado de psicosis –¡estás en estado de psicosis!–, te desnudás en la calle, tenés un discurso de delirio místico… Yo terminé en el Borda[1]. Esas son experiencias terroríficas, de desubicación en el mundo.
–RA: ¿Le falta probar alguna droga?
–ES: No, las probé todas. La que me faltó fue la heroína, que la utilizaría si me quedara poco tiempo de vida.
–RA: ¿Cuánto le queda por vivir, Enrique?
–ES: Muy poco. Bueno, no voy a ser tan pelotudo de fijar mi muerte, aunque creo que hasta tengo una fecha que trato de borrar. Borges decía que si uno supiera el día de la semana en que va a morir, por ejemplo el miércoles de la semana próxima, el jueves previo sos feliz, el viernes y el sábado, pero el domingo ya te empezás a preocupar, el lunes estás realmente ansioso, y el martes estás sufriendo como un condenado. Le tengo mucho miedo a la muerte. Le tengo miedo a la desaparición absoluta. Porque dejar de existir es como no haber existido nunca. ¿Vos pensás que existe John Lennon o Jesucristo? ¿De qué le sirve a su alma que todos hablen de sus de él y sus canciones? No creo que el ser humano haya evolucionado gracias a los fantasmas de los que se fueron yendo.
—RA: ¿Cómo plantea eso de no existir pero, a su vez, dejar algo?
—ES: Es lo que sucede. Lo que me da bronca es que van a ganar plata conmigo cuando me muera. Van a hacer una película sobre mí. Todo eso va a pasar. Voy a ser más famoso que ahora. Soy una especie de leyenda. Hay una diferencia entre mito y leyenda. Un mito tiene valores arbitrarios colocados sobre él, una leyenda, no. Creo que me he mantenido en el campo legendario. Cosa que no han hecho ninguno de mis coetáneos (Indio Solari, Ricardo Ragendorfer, Tom Lupo). Todos han sido atrapados por lo que Néstor Perlonguer llamaba la pasión abolicionista. Él decía: “cuando el viaje hacia el éxtasis fracasa el individuo cae más atrás de sí”. Entonces el dealer se convierte en testigo de Jehová, el guerrillero en diputado nacional, la gran prostituta en ama de casa…
—RA: ¿En qué se convirtió el Indio Solari?
—ES: En un ama de casa, en un mediocre creador, un hombre encerrado en un camping con perros asesinos y hombres con escopetas, un dibujo animado. Sigue siendo, no obstante, uno de los más grandes poetas del rock argentino (...). Hace veinte años que pasó todo eso.
—RA: ¿Qué pasa con la fama, que la nombra constantemente?
—ES: Hay muchas formas de fama. Los intelectuales le llaman prestigio. Los medios de comunicación necesitan generar un escenario en el que hay unos pocos famosos. Son un porcentaje ínfimo de la población total (...). En el caso de los artistas, son de los peores colaboracionistas del engaño colectivo. Son los elegidos por el sistema. Me corrijo, en realidad debiéramos hablar de auspiciantes, porque artistas hay tres o cuatro por siglo. Poetas hay dos o tres por siglo. Trotsky ya lo dijo. Los artistas nunca se han rebelado. Muy pocos.
—RA: Si tan malos son los artistas, ¿por qué siempre se ha rodeado de artistas?
—ES: Me rodeé de la gente que había en ese momento, que era mágica… No me arrepiento, porque creo que estuve rodeado de las mejores almas de aquel momento. Como todo está en transformación… El mecanismo de adaptación forzosa hace que la vida sea una porquería, una cosa siniestra. Pero, por otra parte, está la existencia. Existir es otra cosa. Cuando se genera una conciencia que flota por encima de la vida. Hay una ley de la vida que dice que no se puede retroceder. No se puede volver atrás, jamás. La aceptación de esa idea te permite ver hacia dónde va todo. Esta globalización en la que vivimos ya era percibida hace mucho tiempo. Cuando leí a Marshall McLuhan (N. del R: 1911-1980), él decía que los autos son la publicidad de los caminos, y los caminos son la publicidad de los tanques. Todo es guerra. Lo único que importa en la vida es la guerra (...). Él decía que el trabajo de los artistas en el futuro será el de desenchufar al hombre eléctrico. Acabar con la luz, que no haya más radio, guitarra eléctrica, que no haya nada. Volver al silencio de la naturaleza, la luz de las velas, y volver a ser lo que somos: monos tribales encerrados en estas chozas de barro. Este barro… que es el mismo que el barro del hombre primitivo. Solo que en lugar de estar alrededor de una hoguera de fuego estamos en derredor de una hoguera catódica que nos atraviesa con treinta mil rayos y nos perfora el alma. Así estamos viviendo. Eso es la televisión, por ejemplo. La computadora es lo mismo, o peor. Es un mata almas. Si hay un mata almas ese es internet, que nos traslada a un mundo abstracto, inexistente, que no sirve para nada (...) excepto para ganar plata. ¡Pobrecitas las almas! La tecnología llega a la gente cuando ya no sirve. Es un mundo de una crueldad insensata, por más que otros digan que hay un plan.
—RA: ¿Es usted un apocalíptico, entonces, no un integrado?²
—ES: McLuhan era un integrado, por ejemplo. (...). Él era un enemigo de la electricidad, a pesar de ser el que organizaba las campañas de publicidad del Papa.
—RA: ¿Puede ser que usted también se esté desenchufando?
—ES: No sé si has leído Las enseñanzas de Don Juan³…
—RA: No.
—ES: En ese libro se dice que hay cuatro enemigos: el miedo, el poder, la claridad y el único que no se puede vencer, la vejez (...). Estoy llegando ahí y no me gusta nada. La vida pasa muy rápido, de repente. Te dormís cuando tu abuelo te cuenta un cuento y despertás contándoselo a tu nieto. Así es la vida.
—RA: En la pausa nos habló del concepto de máquina, cuéntenos un poco más al respecto.
—ES: El concepto de máquina me lo insertó Bourdieu hace mucho tiempo. A una máquina todo le sucede, y a tu cerebro, que es como una radio —por algo se llama ratio— transmite programas pero no sabés de dónde, y ni siquiera movés el dial, se mueve solo. Te vas a dormir a la noche y aparecen imágenes. Cuando querés meterte en ese circuito, a analizarlo, ahí empieza la locura. La locura tiene que ver con ese misterio que es el universo.
—RA: ¿La locura tiene que ver con querer descubrir ese misterio?
—ES: La locura… Hay una frase de Nietzsche que es singular y dice: “cuando miras al abismo el abismo te mira a ti”. A mí me pasó toda mi vida. Por eso soy sabio. El abismo te da todo pero te destruye la vida. Tom Lupo me lo decía en el sentido freudiano: “si mirás al inconsciente el inconsciente te hace sufrir”. Freud domesticó el concepto de abismo, lo convirtió en el concepto de inconsciente para tener más poder él, pero la palabra abismo es la mejor. Somos la carne del abismo, somos una tostadita del abismo, y el universo es una parrilla donde se quema todo: galaxias, amebas, pedos, almas, libros, obras de arte…. ¿A vos te parece que al universo le importa lo nada lo que le pasa a esta tortita frita que es un punto en la nada? Nos tenemos que aferrar a algo. Somos una tribu de monos perdida en la selva de la negrura. Sin embargo, existe el misterio. La palabra misterio viene de mística y se opone a la religión, que ha tapado todas las utopías… La religión asesinó los misterios del cosmos. El código genético es una terrible trampa para que suceda lo que ha de suceder inexorablemente.
—RA: Tal vez los testigos de Jehová lo acerquen más a la verdad, Enrique.
—ES: Te voy a decir un secreto de la vida: entre un trotskista y un testigo de Jehová —que ambos están equivocados— confiá en un testigo de Jehová, que nunca te va a traicionar. Y un trotskista es un traidor. Yo no soy ni testigo ni trotskista.
—RA: ¿Y usted qué es?
—ES: Soy un alma perdida, extraviada. En una época coincidí con los anarquistas, pero porque los leí. Trotsky es un genio, a pesar de la ejecución de sus ideas. Ni hablar de Freud, uno de los más grandes genios de la humanidad. Un libro que yo les recomiendo es Totem y tabú (1913) y llega, aunque esto no lo dice explícitamente, a un punto parecido al de 2001. Odisea en el espacio (Kubrik, 1968), “una fuerza exterior ha traído la palabra”, y esto te lo puede decir cualquier epistemólogo. El hombre es un ser alienígena, no es de este mundo. Es como si hubiesen tomado todo lo que el hombre hizo, lo metemos en la cabeza de una aguja, lo disparamos hacia el espacio, cae en un planeta y se desarrolla toda la película que hay acá, así le pasó al hombre, No sé quién tiró esa maldita aguja. El universo es eso. Por eso la importancia de la mirada. Yo creo que nos están viendo. Los que miran las abejas, por ejemplo, hacen un aparato para ver a la abeja reina, que nunca vio el sol. Imaginate que hubiera algo así dentro de todos nosotros. Nos están viendo. Nos duele la mirada, porque siempre es lacerante. El ojo no es un sentido, es un arma, un cuchillo filoso que te atraviesa, te pincha. Encima todo el sistema de pensamiento occidental, desde Platón hasta hoy, se fundó sobre la vista. Heidegger tiene una frase que sintetiza mi pensamiento: “el agua no es H2O, es aquello con lo que me lavo las manos”. Si aceptas la nomenclatura científica, cagaste, ya entrás en el mundo de los sabiondos…
—RA: ¿Qué hace, ud., Enrique, después de haber venido a la radio?
—ES: No hago nada. Estoy prisionero de una serie de rutinas muy aburridas. No es que me guste estar ahí… En la cárcel, por ejemplo, hay dos tipos de prisionero: el que está siempre pensando en fugarse y el que se adapta. Hay momentos en que me asusto, porque pierdo la esperanza de la fuga. Dicen que para fugarse hay que hacer un motín. Mueren veinte y se escapa uno. Pero siempre en grupo Me siento solo. La palabra soledad… edad del sol. El sol está solo, se quema como un bonzo, se incendia inútilmente, congelado en lo profundo de su corazón. Con una temperatura de cincuenta millones de grados bajo cero. Para alimentarnos con luz y calor. Si querés saber cuál es nuestro padre, nuestro dios, está ahí, incendiándose en el cielo.
—RA: ¿Escuchó a Pity Álvarez4?
ES -Mirá, cuando apareció el pelado Cordera le digo: “la verdad que, comparado con vos, el Indio Solari es Truman Capote”. Ahora tendría que decirle a Pity: “comparado con vos, el pelado Cordera es Truman Capote”. El descenso de la inteligencia es muy notable. El Indio Solari es un tipo que había leído, precisamente, a Truman Capote, a Marshall McLuhan, a Norman Mailer —fanático de Mailer—. Al final, debo confesar que aceptar es importante, a pesar de que la lectura me parece una actividad deplorable.
—RA: ¿Deplorable?
—ES: Y sí, porque el tipo que inventó la imprenta (y de esto hace poco), inventó la interioridad. Empezás a verte reflejado en los libros. Ahora ya es tarde. Siempre es tarde. En la década del 60, de hace setenta millones de años, el mundo era maravilloso. No se puede volver a los pantanos. No sé si vengo de un mandril o de un gorila. Dicen que el gorila es el único hombre que se negó a hablar. Yo vi en Barcelona al famoso gorila blanco (N. del. R: Copito de nieve) y vi la mirada más humana que vi en mi vida. Me puse a llorar instantáneamente cuando lo vi. Una mirada que no encontrás en un ser humano ni en pedo. Y eso que he estado con gurús… Una mirada desgarrada que también la vi en la mirada de un buitre. El buitre lo había mirado todo y no había encontrado nada, por eso se comía los cadáveres. No hay nada, en realidad…. Eso sucede también con el complot… No lo hay. Vivimos en una pesadilla confortable, rodeado de almas duplicadas y de un silencio estremecedor. Nadie habla. Hablar es acuchillar el alma del otro. Burroughs dice: “hablar es mentir, y vivir es ser cómplice”.
¹Hospital Interdisciplinario Psicoasistencial José Tiburcio Borda (Buenos Aires, Argentina).
²Alude al título de la obra de Umberto Eco (1964) Apocalípticos e integrados.
³Se refiere al primero de los libros de Carlos Castaneda, publicado por primera vez en el año 1968.
4Se refiere a la canción “Está saliendo el sol”, del álbum No es solo rock and roll (2003) de la banda argentina Intoxicados que dice: “Está saliendo el sol, que es, sin duda, mi Dios”.
*Rodrigo Bacigalupe es un curioso no tan impertinente (como debiera). Ha realizado sus estudios en lengua y literatura entre Uruguay y España, donde cursó su doctorado en la Universidad de Salamanca. Buen cocinero y cantor de boleros...
Por Rodrigo Bacigalupe
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