Antes de que existiera Beat, antes de que existiéramos, ya nos habían dicho cosas geniales. Ya sabíamos que entrevistar, además del placer que satisface a la curiosdad, además de ser el método esencial de nuestra profesión, nos devuelve algo de un valor enorme: saber cosas.
Sí, en Beat sabemos cosas. Cosas que nos gustaron porque resonaron en alguna parte de nosotros, cosas que nos han dicho y que, por alguna razón, las encontramos geniales. Que tratan no solamente del caso individual, particular, de quien nos habló, sino que en cierto sentido trata sobre todos nosotros, sobre la experiencia de ser humano, sobre la experiencia de lo artístico, de la expresión, del caminar sintiendo, doliendo, amando. Del seguir caminando y sobre cómo seguir caminando.
Por eso, hoy, queremos rememorar alguna de las grandes cosas que nos han dicho. Usamos la palabra “cosas”, sí, porque no sabemos ponerle nombre a la diversidad. Porque la diversidad no tiene nombre. Es, justamente, diversa.
En una entrevista que hizo Federica Bordaberry con Sergio Blanco, semanas antes de su reestreno Cuando pases sobre mi tumba, en la sala Nelly Goitiño, Beat habló con ese dramaturgo uruguayo que vive en París y que se especializó en el teatro de la autoficción. Y dijo:
“En el mito de Narciso, nosotros desconocemos a veces la versión de Pausanías que no nos llegó, que es hermosa. Cuenta que Narciso tenía una hermana gemela que se le parecía mucho, y que la matan las ninfas, y cuando Narciso va a verse en el agua está buscando la imagen de la hermana gemela muerta. Eso cambia absolutamente el mito, muestra lo complejo del mito de Narciso que es verse a sí mismo, pero buscando a otra persona, creyendo que es otra persona”.
Y si toda la cultura contemporánea, toda nuestra forma de ser contemporánea, frente a cámaras, en selfies, en autopercepciones demasiado violentas, en egoísmos y eyoísmos estaba explicada en un mito que no es cierto, ¿qué pensar? Si el mito de Narciso trata, más bien, de un hombre que busca a su gemela, o a su parte femenina, a su ánima, ¿por qué interpretamos que se mira a sí mismo como si estuviera enamorado de su completud? Si lo que dice Sergio Blanco es cierto, entonces, hay una dualidad femenina-masculina que hay que encontrar. Y si será relevante eso en esta misma cultura contemporánea que tiene tan latente el ego como la inclusión, como la diversidad. Sobre todo, si será importante saber eso en una cultura que pide sensibilidad a gritos y a patadas.
También referiremos a lo que dijo el cineasta João Botelho a Gerardo Carrasco. Visitó Uruguay para el estreno de su filme “El año de la muerte de Ricardo Reis”, basado en la novela homónima de José Saramago, y dijo esto:
“El buen cine es en realidad más barato”, sostuvo, y recordó al respecto enseñanzas de uno de sus mentores, el cineasta lusitano Manoel de Oliveira, fallecido en 2015. “Si no puedes filmar el carruaje, filma la rueda, pero fílmala bien”. En ese sentido, el uso del blanco y negro permite resolver -o directamente pasar por alto- algunos desafíos técnicos que requerirían presupuestos abultados.
Esto, todo esto, tiene que ver con un carácter esencial del ser humano que es la imaginación, la capacidad de abstracción que tenemos. Cuando vemos una rueda de un carruaje, podemos entender que la referencia es un carruaje. Podemos imaginar, podemos ver y podemos creer que hay un carruaje. Es la evidencia de que, quizá, la razón por la que somos creativos e imaginativos es que también somos seres racionales.
Si entendemos que una parte representa al todo, que una rueda representa a un carruaje, ese proceso mental, esa electricidad corriendo entre neuronas, es lo que nos da la posibilidad de imaginar, de proyectar, de manifestar de manera tan genial ese carácter humano que otras especies no tienen. Es la prueba de que ser humanos es lo que nos permite hacer arte.
Y, en ese sentido, en una entrevista con el humorista argentino Favio Posca, sobre los personajes que el trae a sus shows y que se presentó la semana pasada en La Trastienda, él dijo:
“No hace falta que yo sea ni travesti, ni transexual, ni drogadicto, ni loco, ni todo el delirio de personajes que tengo en mi mente, pero a la vez hay una identificación”.
Es que si el ser humano es universal, el ser – humano, ser persona, es algo que nos sucede a todos y a cada uno al mismo tiempo (y por eso el buen arte llega a los lugares a los que llega), no hay razón por la que no podamos ser uno y todos al mismo tiempo. No hay razón para no pensar que el odio o el amor que ponemos en otras personas, no lo estamos poniendo en uno mismo. Walt Whitman escribió, una vez, que somos inmensos y que contenemos multitudes. Por esa razón es que Favio Posca, sin ser travesti, ni transexual, ni drogadicto, ni loco, ni todo el delirio de personajes que tiene en mi mente, puede ser travesti, transexual, drogadicto, loco, y todo el delirio de personajes que tiene en la mente.
Serlo, podemos todos. Manifestarlo de manera artística, depende cada uno. Es que es eso, el ser humano es para todos, pero la vida artística no lo es necesariamente (quizá, sí, en ciertos grados). Por eso, estuvimos de acuerdo cuando Raphael le dijo a Manuel Serra que su "motor es la ilusión. O sea, yo acerté en el rumbo que le di a mi vida. Y acerté siendo lo que soy".
Por marzo de este año, Sebastián Astorga estuvo con Santiago Motorizado, esperando la vuelta de su show al Teatro de Verano. Él le dijo, de forma clara y concisa, el arte se “está perdiendo en la inmediatez de nuestros teléfonos”. Eso, lo podría haber dicho Sergio Blanco cuando habló del mito de Narciso, cuando entendemos que el encierro en uno mismo, que nuestros nuevos espejos de mano, que a veces llamamos teléfono, nos están arruinando. Que ese supuesto Narciso que queremos ser, aunque sepamos que se ahoga, puede ni siquiera existir.
Está, también, Juan Wauters, que fue entrevistado por Valentina Temesio en el contexto de su show en Montevideo. Este músico que, por algún lado, hemos escuchado que podría parecerse al Príncipe de estos años, que vive en Nueva York y que, quizá, haya entendido que el arte se trata de una conexión, que por eso el arte depende de su público.
Dijo: “Yo quiero llegarle a todos los corazones del mundo, no como una misión capitalista para hacerme rico, quiero conectar con el corazón humano, quiero cantar una canción como el feliz cumpleaños que se la saben todos”.
Es que si un árbol cae en medio del bosque y nadie lo ve caer, entonces, quizá, ese árbol no cayó. Lo mismo sucede con el arte. Si nadie lo ve, si nadie lo recibe, ¿qué es?
Y por eso, vamos a terminar con Germán Palacios, ese artista argentino enamorado de Cabo Polonio, que se refiere a un arte en específico, pero que esto lo hacen todas las artes. Dijo:
“Muchas veces, el teatro o te cura o te mata”.
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