"¿Cuánto huimos de cosas que no queremos ver y que nos torturan durante toda nuestra existencia?", se pregunta Fernando Vannet, protagonista de la adaptación de Edipo Rey en la Comedia Nacional.  

Antigua Atenas. La fecha es desconocida, aunque se estima que fue presentada por primera vez en 429 a.C. El poeta trágico Sófocles escribió una obra que en Montevideo, año 2024, estrenó  su segunda temporada en el Teatro Solís, bajo la dirección de Andrés Lima. 

Edipo, conocido en la actualidad en gran parte gracias al complejo que lleva su nombre y sobre el que teorizó Sigmund Freud. Edipo, que encabeza la lista de nombres que no pudieron escapar a su destino. Edipo, el que se arrancó los ojos con tal de no ver lo que le deparaba. 

 Vannet decidió ponerse en la piel de este personaje arquetípico. Su cuerpo queda al servicio de la trama durante 150 minutos en los que la intensidad es incesante. En entrevista con LatidoBEAT, conversa sobre el arduo trabajo de entender la psicología del mismo y de lograr que las acciones sean primitivas. 

Pero también habla del peso que tienen las decisiones que tomamos como individuos y del poder de la negación. Del dolor, la soledad, el miedo y el abandono. 

Entonces, la distancia entre 429 a.C y 2024 se hace más corta, y la experiencia humana expone su carácter universal. 

¿La intensidad que se muestra en la obra es característica de la tragedia griega o fue una dirección particularmente buscada por Andrés Lima?  

Hay de todo lo que planteas. De alguna manera, tiene una profunda tradición. Pero, a su vez, la lectura que hace Andrés Lima tiene una gran pata contemporánea del formato de lo que habitualmente uno tiene como idea en la tragedia. También tiene una pata puesta sobre la tradición y esa cuestión de la intensidad trágica está dada por eso, además del propio comportamiento y lo que atraviesan los personajes. Las circunstancias y las vivencias que tienen son de un espíritu tremendamente expansivo y desgarrador. El espíritu del laburo con Andrés fue tratar de hacer muy visceral las emociones que van atravesando los personajes.

Entonces, de alguna forma, es imposible no escapar a la intensidad, a la perplejidad, al dolor, al miedo. Es imposible no escapar a tanto de los elementos por los que transita Edipo.

Edipo tiene una personalidad arremetedora, con la que se impone durante la mayor parte de la obra, menos cuando se enfrenta a la verdad. 

Un rasgo de su personalidad es esta cosa iracunda que tiene. A partir de eso es que pasan todos los sucesos que les toca vivir. Es un rasgo importante de su personalidad y que hace que ese destino que está supuestamente marcado, o no, se convierta en una realidad por las propias decisiones que él va tomando. De alguna forma, él también va escapando de esa verdad casi que revelada desde el principio de la obra.

Cuanto más se acerca a la verdad, más pierde su fuerza y su ira, y más se descascara. Esa fuerza aparente se empieza a perder, es como cuando la muerte de alguien querido se instala y ya está todo tan a la vista y en el cuerpo, que ya no hay más fuerza para combatirlo, es solo pasarlo y procesarlo. Al final, no quiere morir y acepta el destierro, es fiel a lo que en un principio le dijo al pueblo.

Fotos: Carlos Dossena

¿No es paradójico que busque la verdad y, a su vez, escape de ella?

Él realmente quiere saber la verdad, esa es la gran lucha. Edipo se va mucho por el tema del psicoanálisis y hay mucha gente que está por fuera de lo que Freud hizo más conocido, que es el complejo de Edipo. Toman de tragedia la lucha por la verdad. No está dispuesto a no ir hacia la verdad. Es una gran paradoja, porque, a su vez, al principio él está dudando de eso. En esta versión que hace Andrés Lima, ese momento cuando empieza la obra, el monólogo que hace Edipo en el que confiesa su miedo no es de Sófocles, es de Séneca. De alguna manera, instala en el espectador que Edipo, para los que no conocen la historia, sabe una verdad o algo que está pasando que lo deja mal, y para los que sí conocen la historia ya pueden deducir que de alguna manera sabe que fue el asesino de Layo, que es lo que él está dudando.

Va hacia esa verdad porque quiere saberla, porque también el pueblo le insiste. Él llega a ser rey en una ciudad por haber descifrado el enigma de la Esfinge, fue un héroe descubriendo la verdad. Entonces, hay una fuerte carga del peso que le da la ciudad. Es un rey muy querido por su reino y es un tipo que quiere hacer las cosas bien. Es paradójico, porque pareciera que fuera un tirano y un tipo que podría ser un asesino, todos son elementos circunstanciales. Con la obra, llegás a entender los porqués, no por justificar a un asesino ni nada de eso, no estamos hablando de eso, pero sí estamos hablando del comportamiento humano.

¿Lo que muestra Edipo, entonces, es el camino de un hombre que pasa de héroe a monstruo, con todas sus vicisitudes?

Por las decisiones también, que esas son de las cosas que más me atrapan. Cuando empecé a entender que el tipo construyó todo eso, sacándole todo lo ritual que hay sobre la tragedia y el destino trágico, y yendo más al comportamiento humano, que fue al lugar a donde fue Andrés y a donde nos llevó para trabajar.

De cómo va tomando decisiones que lo llevan a un mismo lugar y cómo su familia proviene del resultado de un montón de decisiones tomadas a partir de querer escapar. Layo también tenía un mandato de los dioses por un hecho atroz que cometió. Violó a un niño, al hijo de un dios, entonces también le profetizaron su hijo lo iba a matar como castigo. Escapando de eso, manda a su hijo a matar, cree que tiene todo controlado y también se da de bruces contra su muerte.

Las decisiones que van tomando los llevan a eso, y eso es lo que está buenísimo desde una visión contemporánea. Las decisiones que voy tomando llevan a los lugares donde estoy parado, incluso no queriendo hacerte cargo de ese lugar. Yo creo que lo que tiene Edipo es bien del negador. A medida que va avanzando se va dando cuenta de que no puede escapar, el lugar para escapar es cada vez más chico, hasta que en un momento no hay forma.

Incluso cuando se dan cuenta de que están contando lo mismo  con Yocasta, la madre, y la propia Yocasta le dice, “no pasa, esto no fue así”. Si vamos a un lado más psicológico, vemos cómo su propia madre crea ese comportamiento que él tiene casi como ADN, porque no vivió con ella hasta de grande. Hay una cosa de la negación y del no querer ver que es una de las cosas maravillosas, la ceguera está durante toda la obra.

Fotos: Carlos Dossena

El vínculo entre Yocasta y Edipo es curioso porque los comportamientos de Yocasta son maternales, no se comporta como una esposa, sino como una madre.

Aparte, descubrimos en el trabajo que hay un vínculo que está instalado desde ahí, un vínculo que lo ves ahí, pero se sostuvo así siempre. Yocasta es una persona más grande que Edipo, claramente puede ser su madre, también puede ser una pareja más grande, y listo. Pero, claramente, hay algo de la unión de ese vínculo que se da por esa capacidad casi maternal que ella ejerce sobre Edipo. Lo vemos en eso que vos ves y seguramente toda su historia con ella debe haber sido desde ese lugar.

Eso es lo tremendo, hay una necesidad de madre. Él escapa sospechando que su madre no es su madre, o dejando a su madre atrás, entonces la necesidad de su familia, de sus afectos más primarios, está durante toda su vida y, de alguna manera, lo cubre con esa relación que tiene con Yocasta. Es muy compleja la situación en relación a qué lugar ocupa cada uno, eso es lo maravilloso. Estoy viendo a mi madre, a mi mujer, a la duda, a la mentira, estoy viendo cómo miento. 

Es maravilloso, como actor, jugar con todas esas contradicciones, que en lo humano y en la vida cotidiana las tenemos continuamente y a veces las articulamos muy inconscientemente.

Llega un punto en el que la negación desespera a la audiencia. ¿Generar esa reacción fue algo articulado por el director? 

Andrés tenía mucho eso y es bien de la maravilla del texto, por algo es considerada como una de las madres de todas las tragedias. Andrés, desde que empezamos a laburar, tenía muy claro todo el tema thriller y policial que tenía la obra, y hacia eso iba. Esto que decís del hartazgo, de llevar al espectador a una cosa de desesperación, lo tuvo muy claro desde un comienzo. Creo que todos los elementos fluyeron hacia ahí. El comportamiento del coro cuando es parte de la psique de Edipo y de Yocasta, cuando es otra parte de su yo, cuando es la polis, o cuando el coro es puramente el personaje que contrasta en ese abandono que hay a veces, que es el propio mundo interior de Edipo. La multiplicidad de los lenguajes del texto va llevando a que el espectador también entre en un viaje emocional.

Fotos: Carlos Dossena

¿La idea del coro como parte de la polis se puede relacionar con la vergüenza de sentirse observado en momentos así? 

Si vas al texto podríamos llegar a decir que plantea que son los ciudadanos de Tebas. Cuando empieza la obra Edipo les dice:  "Hijos míos, hijos de Tebas".  Andrés da un paso mas allá, en la versión que hizo junto a Alfredo Sanzol, y toma decisiones que hacen que el coro pase a ser el interior de ese personaje, son decisiones del propio Andrés más que del texto.

Eso es lo paradójico, pero es muy de la tragedia, donde los dramas cotidianas o íntimos, muchas veces, se exponían a la ciudad y era esta la que tomaba partido. Claramente está la vergüenza y lo de cumplir el rol. Él no es solamente una cosa, no es un tirano o un déspota, es un tipo que quiere ir hacia y con la verdad. Es un líder, un rey con mucha aceptación y es loco lo que pasa, porque quiere eso y no ir contra su pueblo, que se está muriendo, pero a la vez queda expuesto él. Él mismo se pone sus castigos. Lo que le pasa es más por negador que por otra cosa. La lucha de creer y no creer y la paranoia constante está todo el tiempo en la obra.

No es que lo niegue porque encuentre muchos elementos afuera que dicen, “uh, acá respiro”, todos los elementos externos le están diciendo la verdad y él las transforma en aire.

Es tu segunda temporada interpretando al protagonista, ¿cómo te preparaste para meterte en su psicología, sobre tratándose de un personaje tan arquetípico?

El hecho de que sea la segunda temporada es importante, porque hay mucha cosa que, si bien lo entendés racionalmente o lo querés entender cuando estas trabajando en los ensayos, lo maravilloso que tienen las obras es que muchas veces, durante el proceso de funciones, la comprensión cala mucho más hondo. Es una comprensión que va más allá del plano intelectual, tiene que ver mucho más con el plano de cómo llega en el cuerpo, cómo procesa instintivamente uno lo que va sucediendo. Yo me doy cuenta de que hay un montón de cosas que las tenía claras en la cabeza antes de estrenar, pero no tenía claro cómo manejar lo que sucedía en la escena.

El trabajo de Andrés fue muy fino en todo lo humano, en levantar a esos personajes arquetípicos, que son tan humanos, y que todos podamos encontrar elementos, con diferentes dimensiones. Puedo entender el medio, la paranoia, la negación, el amor absoluto, el vacío, la soledad, el sentirse abandonado, a partir de ahí fue que Andrés empezó a trabajar. Entonces, ya te colocaba en un lugar de sacar el pienso para ponerlo en el cuerpo y que el cuerpo reaccione.

Él siempre cree mucho en que el teatro es coro. El coro como elemento de comportamiento colectivo, a partir de eso puede surgir cualquier tipo de experiencia o de niveles de desarrollo de personaje, esa fuerza colectiva es la que lleva. Si pasamos toda la obra entera dos veces antes de estrenar, es mucho. En ese bagaje entrás en un entrenamiento donde la comprensión pasa a otro lugar, a que un comportamiento sea instintivo.

Siempre el hecho escénico se completa cuando el espectador está, más allá de que ensayemos con un nivel de especificidad intenso. La ficción ya pasa a ser verdad en su objetivo, que es hacer una función de teatro. Entonces, en ese proceso de temporada del año pasado y este proceso de ahora, la comprensión caló muchísimo más profundo.

Fotos: Carlos Dossena

Es un teatro muy físico. ¿Parte de esa preparación incluyó esa dimensión? 

Andrés labura con el cuerpo, habla mucho del comportamiento, trabaja en el cuerpo lo que el texto da. Toma el texto, busca dos o tres verbos del texto para entender cuáles son las emociones que están vibrando y que están primando y después lo lleva al cuerpo. Lo hace análogo a una emoción tuya, a algo que te pasó, y el cuerpo reacciona. No hay que componerlo, tomás contacto y si tenés capacidad de abrir tu alma, el cuerpo reacciona solo. Es la esencia del teatro, pero muchas veces pasa que uno siempre quiere ir a ese lugar, pero te quedás en la palabra, en cómo te movés, y no pasan esas cosas. Andrés Lima tiene esa capacidad y esa magia, porque es un mago, de haber logrado que todo un elenco de 15 personas con una heterogeneidad enorme pudiese estar en una misma comunión artística y energética para poder crear.

Es una obra que te atraviesa el cuerpo, no podés hacer la función de taquito. Para que pase eso, necesitás que el compromiso de arriba sea muy grande y hay que sostenerlo. 

Hay elementos contemporáneos, como la selección musical y el uso de cámara en escena. ¿De dónde surgen esas decisiones? 

Él tuvo la intención y la claridad desde que vino de que él quería dos cosas: un teatro con mucha intimidad cuando lo requería y mucha intensidad cuando la requería. Para lograr esa intimidad en el Solís, que es una sala muy grande, lo que propuso fue trabajar con micrófonos y con un acercamiento del primer plano de la cámara. La posibilidad de que vos como espectador, al tener un plano enorme, encuentres muchos elementos emocionales con los que conectes al instante, porque es como si tuvieras al actor frente a vos. Enfrentarte a ver el alma de los personajes, la línea de personaje y la elaboración de esas palabras. De alguna forma, todos los personajes principales tienen contradicciones y una corrupción instalada.

Fotos: Carlos Dossena

¿La escena del sacrificio es una búsqueda de lo corrupto y lo oscuro? 

El sacrificio es un elemento que también es tomado de la versión de Séneca. Es un autor que escribió otra versión sobre el mito de Edipo bien distinta, con la misma historia, pero con miradas distintas y ahí estaba el sacrificio. Andrés vino con la idea del sacrificio del toro y, sobre todo, con esta cosa de lo apolíneo y lo dionisiaco. Tomar lo dionisiaco, lo festivo, lo sexual, la sangre, lo orgiástico. Tomarlo y ponerlo como una síntesis, una pincelada en honor a esa tradición. Tiene que ver con lo prohibido, con lo que estaría más por debajo, esa cosa que no se puede mostrar mucho. Creo que lo dionisiaco en la tradición griega está presente y es ese espíritu que quería trasladar Andrés.

¿La escena pasional entre Edipo y Yocasta también está relacionada con esto? 

De alguna manera, nosotros nos preguntábamos cuánto sabe Yocasta. ¿Nunca hablaron del tema? ¿Nunca le vio los talones? ¿Cuánto sabe esa mujer y cuánto negó todo este tiempo?

Es una incógnita que el texto no plantea y Andrés lo dejó en un límite difuso. No puedo negar más, pero para seguir con mi vida tengo que seguir siendo tu mujer y la salvación es lo sexual, entonces vamos a lo que realmente podemos sostener que es un beso. Es muy loco para nosotros actuarlo, a Edipo como personaje lo descoloca, pero el cuerpo responde y dice, "esto es por acá", porque la negación prima, pero en esa etapa ya la negación comienza a ser imposible.

¿Volver a traer clásicos permite que se generen nuevas incógnitas desde una perspectiva contemporánea, entonces? 

Lo que me parece maravilloso es que una cosa escrita hace 2500 años nos pueda seguir hablando de mecanismos humanos. Hay mucho también en el inconsciente colectivo de cómo es la tragedia y cómo se ve, o las lecturas que hay, particularmente sobre Edipo, que distancian. Es una cosa grandilocuente, de mucho grito, acartonada. La gente empieza a distanciarse y cuando la ves, ves que el comportamiento humano es tan igual al que uno puede tener.

Los mecanismos, no así las circunstancias.  Por eso está buenísimo volver a estas obras, pero darles este tratamiento, sin perder la tradición, pero teniendo una cosa contemporánea. ¿Cuánto huimos de cosas que no queremos ver y que nos torturan durante toda nuestra existencia?