Con más de 30 años de carrera, Fito Páez se ha establecido como uno de los artistas más influyentes y respetados de la escena musical argentina. Con 26 álbumes de estudio, cuatro discos en vivo y más de una decena de recopilatorios, ha creado un catálogo musical vasto y diverso que ha tocado las fibras sensibles de varias generaciones, explorando con cada lanzamiento diferentes géneros como el rock, el pop, el jazz y la música folklórica argentina. Ha gozado de un alcance internacional que ha conquistado audiencias en toda América Latina, España y Estados Unidos.

Con cientos de miles de entradas vendidas para sus shows y una carrera que ha trascendido de la música para acercarse a medios como la literatura o el cine, es innegable —al margen de los gustos subjetivos de cada uno— que Fito Páez ha dejado una marca indeleble en la cultura popular argentina gracias a su capacidad de transmitir emociones y conectarse con el público.

Sus letras profundas y poéticas, a menudo cargadas de reflexiones políticas y sociales, han sido la banda sonora de generaciones y momentos trascendentales de la historia reciente de Argentina.

Así es que llegó El amor después del amor, la serie basada en la vida y las memorias personales del músico argentino Fito Páez. Producida por la empresa Mandarina Contenidos para ser distribuida por Netflix en todo el mundo, este proyecto se suma al reciente boom de películas y series biográficas —biopics— sobre músicos populares, que incluye títulos como Elvis (Baz Luhrmann, 2022), que nos lleva a través de la vida de The King; Bohemian Rhapsody (Brian Singer, 2018), que repasa la historia de Freddie Mercury y Queen; Rocketman (Dexter Fletcher, 2019), que nos ofrece un retrato casi surrealista de la vida de Elton John; o la icónica I’m Not There (Todd Haynes, 2007), en la que Cate Blanchett se transforma en Bob Dylan.

No es la primera vez que la vida de un músico argentino es adaptada a la pantalla grande o chica. En 2016, Natalia Oreiro interpretó a Gilda en la película homónima, y en 2018, el cordobés Rodrigo fue retratado en El Potro, lo mejor del amor. Sin embargo, El amor después del amor presenta componentes que le otorgan un valor añadido y que la hace única, pero sin dejar de lado las convenciones ya funcionales de un género que no intenta redescubrir.

Ivan Hochman (Fito Páez) y Micaela Riera (Fabiana Cantilo). Foto: Netflix

La serie comienza en 1993, en el estadio de Vélez de Buenos Aires. Una multitud de más de 40 mil personas espera con gritos y cánticos el comienzo de uno de los shows más grandes de La Rueda Mágica Tour 93; esperan la salida al escenario de Fito Páez. El artista argentino, tras bastidores, se observa a sí mismo frente a un espejo gigante, pensativo. La hora llega, y antes de comenzar el show, un montaje rápido lleno de flashbacks de la vida del rosarino pasa frente a sus ojos. El relato, entonces, nos transporta a 1978, a Rosario. Aparece un Fito de 15 años, en una Argentina sumergida en una oscura noche en la que la represión y la censura eran moneda corriente, y la democracia era solo un sueño lejano. Y en ese contexto, ocultándose de la policía, Fito se dirige a un toque clandestino con una de sus primeras bandas. El rock es una amenaza para el estado militar y, al mismo tiempo, resistencia para los jóvenes.

La serie establece esa noche de revolución simbólica como punto de partida, como un faro que ilumina el oscuro camino que recorrerá Fito Páez en los siguientes 15 años de su vida. En su travesía, el espectador será testigo de las más vertiginosas subidas y las más dolorosas caídas, de una vida repleta de drogas y rock and roll, de encuentros fugaces, y otros que perdurarán en el tiempo con algunos de los íconos más destacados del panorama musical argentino. Pero, sobre todo, observará la fuerza y el poder de ese amor, el amor que inspiró la canción que da nombre a su álbum más emblemático y que se convierte en el hilo conductor de la serie. Ocho capítulos de unos 40 minutos cada uno, para explorar una década y media de vida.

A rodar mi vida

Ivan Hochman, actor y dramaturgo de 28 años, debuta en la pantalla para interpretar al joven Fito Páez, en una tarea que demandó una rigurosa investigación del personaje. Hochman se adentra en la piel de Páez, algo que —sin duda— habrá aumentado la presión para hacer una interpretación veraz y auténtica. Para lograrlo, contó el actor, se sumergió en todo el material disponible: entrevistas, libros, autobiografías, videoclips y registros de shows en vivo. Además, no escatimó en esfuerzos para profesionalizar sus habilidades en el piano, buscando llevar a cabo la mejor performance posible.

Por otro lado, el joven actor Gaspar Offenhenden, quien interpreta a Páez en su infancia, capta la esencia de un niño que observa su entorno con asombro y curiosidad, como si estuviese recolectando en su mente las letras de las canciones que marcarían su futuro.

Pero Fito Páez no sería quien es hoy, ni tendríamos sus canciones emblemáticas, si no fuera por sus vínculos familiares, afectivos y profesionales —algunos cuestionables en cuanto al profesionalismo—. En la serie, se destacan los pilares de su familia, que forman parte activa de la infancia de Fito en Rosario. Sin embargo, una vez que abandona su ciudad natal, su familia queda en un segundo plano para dar lugar a su carrera musical. Martín Campilongo, también conocido como Campi, interpreta a Rodolfo Páez, el padre de Fito, en uno de los papeles más serios de su carrera de comediante. Mirella Pascual, actriz uruguaya, da vida a Belia, la abuela que apoyó a Fito durante toda su vida, lo contuvo y en muchas ocasiones funcionó como nexo entre él y su, a veces, distante padre.

Andy Chango (Charly García). Foto: Netflix

Cuando llega el momento de dar lugar a los vínculos y colaboradores profesionales de Páez, la serie se vuelve una verdadera fiesta ochentera en la que cualquier aficionado por la música argentina —y ni que hablar quien haya vivido en la época— logrará regocijarse como si estuviera viendo Fito Páez y el multiverso del amor después del amor. Dentro de los muchos momentos, eventos y referencias que retratan la época, son los personajes que acompañan a Fito los que destacan realmente. Joaquín Baglietto interpreta a su propio padre, Juan Carlos Baglietto, el también rosarino que encontró y colaboró con el joven Fito haciéndolo parte del movimiento conocido como La Trova Rosarina.

Julián Kartún (Luis Alberto Spinetta). Foto: Netflix Press Site

Terminada la era Baglietto, aparecerá Andy Chango a darle vida al primero mentor y posteriormente amigo de Fito, Charly García. Una vez en la banda de Charly, Fito conocerá a su primer gran amor, Fabiana Cantilo, interpretada por Micaela Riera, quien estará presente durante casi la totalidad de la serie.

Y entre muchos otros, será Julián Kartun, el vocalista de la banda El Kuelgue, quien le dará vida a otro gran colaborador de Páez, el Flaco Luis Alberto Spinetta.

A pesar de que los personajes secundarios que rodean a Fito están interpretados de manera magistral, hay momentos en los que el argumento depende demasiado de sus apariciones para hacer avanzar la trama o para rescatar al protagonista de una situación compleja. De hecho, hay momentos en los que a Hochman (quien interpreta a Fito) parece costarle encontrar el equilibrio entre las emociones cambiantes y los vaivenes caóticos del personaje.

Al margen de esto, hay muchas decisiones acertadas en cuanto a su puesta en escena. Una de las más notables es la utilización del recurso de dejar casi en fuera de campo, o en sectores casi imperceptibles del cuadro, cuando Fito Páez aún era un simple músico en las bandas de Baglietto y Charly. No es hasta que Fito se gana su lugar que la cámara se lo otorga. Esta técnica, a su vez, contribuye a realzar la importancia de su ascenso en el mundo de la música. Además, la serie utiliza ciertos pasajes que rozan lo surreal y que buscan, de la manera más obvia (y efectiva) posible, dar cuenta de la psiquis de Páez en momentos de su vida donde el sufrimiento y las drogas eran su única constante. Estos momentos añaden un nivel de complejidad y profundidad al personaje de Fito, permitiéndonos entender de manera más clara las razones detrás de sus acciones.

Finalmente, luego de un período oscuro, cuando la vida de Fito Páez se ve iluminada por la llegada de la chica Almodóvar Cecilia Roth (su pareja luego de Cantilo), la serie toma una luz, un ritmo y una efusividad que nos hace entender que hemos llegado finalmente a ese amor después del amor. La pasión y la intensidad que emana de estos momentos son palpables y nos permiten sentirnos completamente inmersos en la historia.

Ivan Hochman (Fito Páez) y Daryna Butryk (Cecilia Roth). Foto: Netflix

Si un corazón triste pudo ver la luz, si hice más liviano el peso de tu cruz

La serie nos presenta la vida del cantante de “A rodar mi vida” en una narrativa que fluye con naturalidad, sin perder de vista los detalles más importantes de su trayectoria. Desde sus inicios en la música hasta sus momentos más difíciles, pasando por sus amores, su lucha política y su constante evolución artística, la serie aborda todos los aspectos de la vida de Fito Páez con una sensibilidad y una honestidad que emociona. Es un retrato fiel y conmovedor de un artista que ha sabido conectar con su público y transmitir su visión del mundo a través de su música. La serie, al igual que la canción que la inspira, es una muestra de que el amor, la esperanza y la luz siempre pueden encontrarse en medio de la oscuridad más profunda.

La serie se acaba de estrenar en Netflix y todos sus episodios ya se encuentran disponibles.

¡Chau, hasta mañana!