Por Tomás Gutiérrez
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El hip-hop y el rap no son lo mismo. Uno es un género musical, otro es una técnica vocal alternativa al canto; sin embargo, ambos están intrínsecamente ligados. Si bien el rap es aplicable a más de un género, difícil es imaginarse al hip-hop sin el rap.
Una faceta importante del origen de rapear son las batallas de rap, también conocidas como batallas de gallos. El nombre es autoexplicativo: dos o más personas se baten en un enfrentamiento musical de a turnos y un juzgado decide quién fue el ganador. Por lo general, las instrumentales que se usan como bases para estos eventos son de hip-hop. Ejemplos de este tipo de eventos existen por todo el mundo, incluida Latinoamérica.
Es así que el hip-hop, oriundo de Estados Unidos y con más de 50 años de historia, se convirtió en un género multifacético, pero nunca dejando de lado la impronta competitiva. A lo largo de la historia, distintos raperos han tenido conflictos entre sí que se ven reflejados en canciones dedicadas al contrincante, por razones de todo tipo.
Entonces, ¿cómo se determina quién gana un enfrentamiento, o cómo se conoce en la cuna del género, un beef? Formas hay varias. Jueces hay más todavía, porque son los propios escuchas. Y sí, beefs en la historia del género ha habido muchos, pero algunos sobresalen por su impacto, influencia, gravedad y calidad.
Primero, unos pasos atrás. El hip-hop comenzó a tomar forma y ganar popularidad en la década de los 80. Artistas como Rakim, N.W.A., Sugarhill Gang, Run-DMC, Beastie Boys, LL Cool J., Public Enemy, A Tribe Called Quest, entre otros, fueron fundamentales para aportar e influenciar a lo que suele denominarse como la “Era de oro”: la década de 1990.
En ese sentido, los 90 vieron el beef de hip-hop más prolífico y determinante de su historia: east coast vs. west coast.
De costa a costa
La Costa Oeste y la Costa Este de Estados Unidos tuvieron una fuerte rivalidad en la última década del siglo XX. Fuerte y sangrienta. Dadas las dimensiones del país, algunos estados son casi naciones. Esto lleva a que se generen subculturas propias de las grandes ciudades; el hip-hop no fue la excepción.
Grandes exponentes surgieron de ambos lados, con estilos musicales distintos. El Este se caracterizó por su tecnicidad, sofisticación y complejidad lírica, mientras que el Oeste tenía un sonido más agresivo, frontal, enérgico y crudo.
La cuestión es que el Este dominó en buena parte la década previa, gracias a una mayor cantidad de artistas reconocidos. Por lo tanto, las características propias del Oeste en los 90 fueron previamente visibles en el hip-hop de su contrincante en los 80, década que sentaría las principales bases para lo que el género desarrollaría posteriormente.
¿Pero qué cambió? El Este desarrolló una superioridad moral entrando a los 90 que lo llevó a ese estado de sofisticación técnica, mientras que el Oeste, con ciudades duras como Compton y en parte producto de cierto rencor, generó una energía que se vio reflejada en su estilo.
Ante la duda, es fácil ver estas diferencias al comparar a las figuras. Nas no suena como Snoop Dogg. Wu-Tang Clan y Dr. Dre fueron influyentes de formas distintas. Jay-Z no es realmente comparable a Ice Cube. Pero las diferencias fueron, quizás, algo más que musicales, y hasta ahí.
Por ejemplo, en 1990 Ice Cube abandonó N.W.A. por discusiones de dinero, y el beef escaló hasta culminar en "No Vaseline", canción que humilló a la banda y la terminó por destruir.
Peleas como estas tuvieron connotaciones musicales y personales, pero no más que eso.
A partir de 1994, la historia fue otra.
De amigos a enemigos
Tupac Amaru Shakur y Christopher George Latore Wallace pudieron haber sido colegas e incluso amigos por un tiempo, y lo fueron. Sin embargo, 2Pac era una persona complicada.
En noviembre del 94, Tupac estaba en un estudio de Nueva York. Si bien no sería su primer incidente con armas de fuego, sí sería su primer gran acercamiento con la muerte. El rapero fue asaltado, y al resistirse, recibió cinco disparos a quemarropa. Milagrosamente, sobrevivió.
Dos meses después, sería condenado a prisión por una causa de abuso sexual comenzada un año antes. Así, realizó parte de su recuperación en el Centro Correccional de Clinton. Ocho meses después, el director ejecutivo de la productora Death Row Records, Suge Knight, paga casi un millón y medio de dólares de fianza para que el rapero salga en libertad.
¿Qué tiene que ver esto con Wallace, mejor conocido como The Notorious B.I.G. o Biggie?
En setiembre de 1994, sale Ready To Die, su disco debut, hoy considerado un clásico absoluto y uno de los mejores discos del género, y con él, la canción “Who Shot Ya?” (“¿Quién te disparó?”).
Si bien Biggie y su productor Sean “Puff Daddy” Combs lo desmintieron más de una vez, argumentando que fue grabada con anterioridad al hecho, Tupac se sintió aludido por la canción. Claramente, no en el buen sentido.
De tener una relación amistosa y cercana, pasaron a ser enemigos directos. Tupac apuntó a la Costa Este y le atribuyó su ataque a Biggie y a Combs, quienes coincidentemente se encontraban en el mismo estudio cuando ocurrió el hecho en Nueva York.
El tiempo pasaría y el penúltimo capítulo de la historia se contaría en junio del 96, cuando sale la canción "Hit ‘Em Up", en la que Shakur defenestra a su contrincante con una violencia palpable.
Este beef pudo haber quedado en una gran competencia entre dos titanes, pero a los tres meses se convirtió en una tragedia, por dos asesinatos a balazos, uno en setiembre del 96 y otro en marzo del 97.
Así, ambos se convirtieron en mártires del género, a las cortas edades de 25 y 24 años. Los casos de las muertes de Tupac y Biggie siguen sin resolverse en su totalidad hasta el día de hoy.
La era moderna
La sangre de la década del 90 corrió y llegó al siglo XXI en forma de símbolos: difícil conseguir dos mayores exponentes del género como Biggie y Tupac. Entrado el nuevo siglo, el hip-hop entendió cuál es el límite al que no se puede llegar y los beefs pasarían a enfocarse más que nada en el aspecto de competitividad en la industria musical.
Es aquí cuando se hace necesario introducir el concepto diss track, es decir, una canción dedicada principalmente a criticar, descalificar, insultar e incluso humillar a un contrincante. El mencionado “Hit ‘Em Up” es un claro ejemplo.
Sin embargo, un beef no tiene porqué empezar con un diss track, solo hace falta que alguien se sienta lo suficientemente aludido como para responder con uno, lo que puede y suele comenzar un efecto dominó. He aquí algunos ejemplos.
Si bien tuvieron un buen entendimiento durante los 90 como dos figuras clave de la Costa Este, Jay-Z y Nas comenzarían la era moderna con el pie izquierdo.
Luego de que Jay-Z invitara sin éxito a Nas a participar de su álbum debut, decidió en lugar de ello usar un fragmento de una canción suya (“The World Is Yours”) para su canción “Dead Presidents II”. Esto puso a rodar una bola de nieve por una pendiente que terminó en “Takeover”, diss track de Jay-Z que fue respondido a los pocos meses por Nas con “Ether”.
Ambas canciones pasarían a formar parte del panteón élite en su estilo. Sin embargo, luego de algunos años el beef probó no ser grave y terminó en 2005, cuando ambos artistas se presentaron en un mismo concierto.
Después de una mayormente brillante década de los 2000, Eminem comenzó los segundos diez años del siglo con varios éxitos, pero pronto entraría en declive. En 2013, sale The Marshall Mathers LP 2, la secuela a su mejor disco y probablemente su mejor trabajo de esa década.
Lamentablemente, el rapero más vendido en la historia cerró la última parte de los 2010 con dos álbumes que fueron duramente recibidos por la crítica y el público: Revival (2017) y Kamikaze (2018). Es en este último que Mathers incluye "Not Alike", un diss track apuntado principalmente a Machine Gun Kelly (MGK), un joven y peculiar joven rapero, evidentemente influenciado por el oriundo de Detroit y que hace años había hecho comentarios sobre su hija Hailey cuando esta todavía era menor de edad.
Eminem recibió una respuesta el 3 de setiembre de 2018, cuando MGK lanzó "Rap Devil" (referencia al tema "Rap God"), un respetable diss track que aprovechó el bajo momento del rival para darle varios golpes.
Sin embargo, todo ello fue tirado a la basura cuando Slim Shady, haciendo a un lado su evidente crisis musical, publicó "Killshot", la respuesta a "Rap Devil" y la frutilla de la torta para desmoronar la carrera rapera de MGK, cuyos álbumes siguientes pasaron por debajo del radar e incluso hicieron que cambiara a géneros como el pop punk.
A principios de los 2000, comenzó otro beef. En este caso. tiene significancia hasta el día de hoy, ya que involucra a uno de los artistas más escuchados del planeta: Drake.
En un inicio, el problema fue entre Clipse, un dúo de hermanos prominente durante esta época, y Cash Money Records, un sello discográfico.
El principal productor de Clipse, Pharrell Williams (en ese entonces perteneciente al dúo The Neptunes), cortó relación con esta productora luego de que no recibió un pago correspondiente por una canción surgida de la colaboración entre Clipse y Birdman, cofundador de Cash Money.
Años más tarde, Lil’ Wayne firmaría contrato con este sello y comenzaría a introducirse en el mundo de la moda como un rapero joven y prominente, pero varios de sus intentos con algunas marcas serían presuntamente bloqueados por Williams, muy metido en este rubro.
En 2006, Clipse, con la producción de Williams, lanzan "Mr. Me Too", apuntado a Wayne por copiar estilos populares.
Este conflicto continuó por un tiempo, pero en 2009 ocurre lo relevante: Drake firma con Young Money Entertainment, subsello dentro de Cash Money fundado por Wayne.
A principios de los 2010, el canadiense era, probablemente, la mayor promesa del mundo del hip-hop, pero Pusha T tenía sus planes.
En 2011, lanza el freestyle "Don’t Fuck With Me", usando la instrumental de una canción de Drake e incluyendo sutiles referencias a él y a Wayne. Esto pasó sin mayor lío, pero Pusha T insistiría en 2012 con "Exodus 23:1", un diss track más directo hacia ambos raperos.
Meses después, en 2013, Drake responde con "Tuscan Leather", en defensa de sí mismo y de su mentor. A partir de acá, ambos raperos lanzan un par de canciones apuntadas al otro, pero el beef tendría su cúspide en 2018.
Como parte de su aclamado disco Daytona, Pusha T lanza "Infrared" y, tiempo después, "The Story of Adidon". Si bien Drake hizo lo posible para responder, esta última canción fue el último clavo en el ataúd.
Pusha T reveló públicamente no solamente que Drake era padre, dato que no se sabía, sino que era un padre ausente, tema delicado en la comunidad negra en Estados Unidos.
El canadiense tenía un hijo con una ex actriz porno francesa.
Esto fue demasiado para Drake, quien, entre olas de comentarios en redes sociales, admitiría posteriormente su total derrota contra Pusha T.
Ratificó su corona
Kendrick Lamar y Drake son dos artistas que, más allá de coexistir en un mismo espacio musical, difieren mucho.
Para empezar, Drake es el cantante más consumido de la década pasada. Lamar, aun estando muy bien posicionado y contar con un gran respeto, no goza de las mismas cifras, ya que su música no es tan comercial, para mal o bien.
El hip-hop es un género esencialmente competitivo. Tras años de aparente tranquilidad y algunas colaboraciones entre ambos, 2023 revelaría que esta coexistencia no era más que una paz armada.
Junto a J. Cole, los tres conforman —o, capaz, conformaban— la principal tríada del rap en la actualidad. Por eso cuando salió una colaboración entre Drake y Cole llamada "First Person Shooter", los fans del género no supieron bien a dónde podría derivar. En esta canción, que no es un diss track, Cole resalta el concepto de que los tres son “the big three”.
En marzo de este año, el mundo se enteró de que Kendrick Lamar no comparte este concepto. La verdad sea dicha, el oriundo de Compton tiene argumentos.
El grado de habilidad rapera, profundidad conceptual, complejidad lírica, sofisticación musical y recepción de la crítica que ha tenido con álbumes como Good Kid, M.A.A.D City (2012), To Pimp a Butterfly (2015) y Mr. Morale & the Big Steppers (2022) y sencillos como The Heart Part 5 (2022) es única en la historia del género.
Entonces, en marzo de este año, como invitado en la canción "Like That", de Future y Metro Boomin, Lamar dejó en claro cuál es su postura con respecto a las comparaciones con Drake y J. Cole. De más está decir que el momento sacudió a la industria.
Tras esto pasó algo raro históricamente.
Cole no perdió tiempo y lanzó "7 Minute Drill", una extensa respuesta a Lamar que dejó un raro sabor de boca. En un movimiento totalmente inesperado, el rapero pidió disculpas en un concierto a los pocos días y retiró la canción de todas las plataformas.
Esta acción, que recién fue revertida en agosto de 2024 (la canción volvió a las plataformas), se convirtió, con el tiempo, en la decisión correcta.
J. Cole esquivó más de una bala al retirarse pacíficamente de este enfrentamiento. Además, es justo decir que los principales ataques de Lamar fueron hacia Drake y no hacia Cole.
Así, el beef quedó como un duelo entre dos bestias del género. Drake contestó con todo el impulso cuando con menos de una semana de diferencia lanzó "Push Ups" y "Taylor Made Freestyle", ambos dirigidos a Kendrick Lamar. El último fue eliminado de la web.
La recepción de ambos diss tracks fue buena y ciertamente superaron las expectativas.
El beef escaló cuando Lamar respondió con "Euphoria" y "6:16 in LA", igualando la dinámica de lanzar dos canciones seguidas. De igual manera, la última también desapareció de las plataformas.
El duelo estaba en pleno apogeo.
Sin embargo, en algo que solo podía ocurrir en la era de internet, nadie estaba preparado para lo que iba a suceder.
Drake subió la apuesta y lanzó "Family Matters", un duro y agresivo diss track, que probablemente fue el de mejor calidad por su parte en todo lo que duró este duelo.
El problema es que el canadiense dejó a un lado el aspecto musical competitivo y lo volvió personal, porque se metió con la familia de Lamar. Infidelidad y violencia doméstica fueron las principales acusaciones hacia el estadounidense.
Usualmente, en estos casos las respuestas entre raperos suelen demorar semanas o incluso días, con la suficiente rapidez dependiendo del caso.
Pero Kendrick Lamar, quien más de una vez ha demostrado tener una presencia cultural imponente cada vez que lanza material, tenía un as bajo la manga.
A menos de que una hora de que Drake lanzase "Family Matters", sale en todas las plataformas "Meet the Grahams", un diss track que solo puede ser descrito como diabólico.
Lamar, con una ambientación musical inquietante, destruye a Drake. Con fragmentos dirigidos a su familia (de apellido Graham), lo acusa de sentirse atraído por menores de edad, de dirigir una red de tráfico sexual en su mansión, y de esconder y abandonar a una segunda hija, de 11 años. La canción está estructurada en forma de versos destinados a sus familiares: su primer hijo, sus padres, su segunda hija y el propio Drake.
De manera, por ahora, inexplicable, teniendo en cuenta el poco tiempo entre ambas canciones, Lamar responde los puntos traídos a la mesa por Drake en "Family Matters" (por ejemplo, con el título) y los deja casi que sin efecto.
La teoría más extendida para comprender cómo pudo haber pasado esto es que Lamar ya sabía por dónde iba a ir su contrincante, presuntamente por una fuente cercana a Drake que le adelantó sus movimientos.
Tras esto, el resultado estaba prácticamente definido.
Sin embargo, solo para asegurar una corona que siempre le perteneció, pero que no siempre tuvo, Kendrick Lamar jugaría una última y brillante carta.
A la mañana siguiente de haber lanzado "Meet the Grahams", salió "Not Like Us", con la que Lamar volvió a un distintivo estilo de la Costa Oeste y que no tardó en convertirse en un éxito rotundo y en su canción más viral hasta la fecha.
Una simple búsqueda en internet es suficiente para observar que la canción estuvo en cada esquina de Estados Unidos.
Por supuesto, es un diss track a Drake, que logró convertirse en un himno cultural para el hip-hop.
Drake respondió con una canción, pero no hubo forma.
Kendrick Lamar, entre insultos y versos sumamente ingeniosos y pegadizos, logró que llamar “pedófilo” a Drake fuera socialmente aceptado.
Algunos llaman a este el mayor beef de la historia del género, punto que puede ser puesto en debate.
Lo que es indiscutible es que Kendrick Lamar venció con una superioridad apabullante al mayor rapero de la última década, y así, se sienta en el trono del hip-hop moderno.
Por Tomás Gutiérrez
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