Cuando en 2020 una peste paró al mundo, nació el Trío Faltó el Ruso en Maldonado. Sin embargo, la banda no le atribuye esa “casualidad directa” a la pandemia. “No tiene la culpa del Trío”, dice Jerónimo Cantonnet, bajista y vocalista de la banda, que en esta ocasión también actuará como vocero. Quizá, ese momento terminó de concretar en una banda lo que para sus integrantes era, de alguna manera, casi natural.

Mariano Irisarri, batero del Trío, y Cantonnet se conocen desde el liceo. Su vínculo musical lleva, entonces, una larga data: “Hace añares tocamos juntos, tuvimos varias bandas”, cuenta el bajista. Siempre se “juntaban a hacer ruido”, sobre todo, cuenta, en La Cueva, un rincón de Punta del Este en el que compartían música.

Tiempo después, en 2020, llegaría el guitarrista del trío, Felipe Dell'Acqua, que terminaría de dar forma al formato banda. “Fue en una de esas juntadas que apareció y peló unos sonidos bluseros que nos dejó pirando. Y ahí fue surgiendo, en un momento pintaba para un cuarteto, pero se fue desarmando y quedamos los tres”, agrega el músico.

Con el tiempo, también, llegaría el nombre, que le dio pie a un nuevo recurso que se volvería parte de la banda: el humor. Cuando alguien dice trío, a los integrantes de esta banda enseguida le viene un apellido a la mente: Fattoruso. Por eso, Faltó el Ruso. “Para nosotros son muy importantes los nombres, así como el humor. El humor es cosa seria. Le damos bastante vuelta a los nombres de las canciones”, cuenta el bajista.

El trío se muestra al mundo con canciones que llevan nombres largos y ocurrentes, como “Crónica de reggae veloz en los cinturones de Montevideo”. Además de tocar, juegan; le cantan a los árboles, a la naturaleza, al Jacarandá, al Ibirapitá.

Este 24 de setiembre la banda volverá a Montevideo: tocará en la sala Zitarrosa junto con Son de Sierra y Banda Poca Cosa. Las entradas se pueden adquirir aquí.

Trío Faltó el Ruso. Foto: cedida a Montevideo Portal

En 2022 tocaron en el Festival Músico-Cinematográfico del Cine Universitario. ¿Qué significa para ustedes, que son una banda de Maldonado, volver a Montevideo para tocar en la sala Zitarrosa?

Por un lado, tocando en el barrio estamos recontenidos. Hay tremenda comunidad acá en El Tesoro [La Barra] y siempre que tocamos nos sentimos re cómodos. Pero, también, creo que estamos un poco podridos ya, y me imagino que los que nos escuchan también. A veces, nos imaginamos comentarios como: “Siempre lo mismo, siempre van a terminar con el Jacarandá”. Por eso, está bueno ir a un lugar que no te conozcan, poder hacer los mismos chistes pero que parezcan espontáneos. Hablando en serio, es tremenda oportunidad tocar en un lugar tan importante, para nosotros es un gran escalón. Además del profesionalismo del sonido, luces y escenografía, lo que representa esa sala donde han pasado artistas que admiramos mucho. Venimos ensayando un montón para estar a la altura.

¿Qué sienten cuando están arriba de un escenario?

Depende del toque. Generalmente tocamos en lugares chicos, donde nos conocemos entre todos, cosa que tampoco te asegura no ponerte nervioso. En mi caso, tocar con el Trío me genera la tranquilidad de saber que las cosas van a salir más o menos bien, por el ensayo y el entendimiento que tenemos como banda. Obvio que hay desaciertos y desperfectos siempre, pero nos divertimos mucho. Somos amigos.

¿Qué música hay que escuchar para entender de dónde viene el sonido del trío?

Creo que rock and roll, aunque es como no decir nada por lo abarcativo y diverso que resulta el género. También paseamos bastante por el blues y el funk, es como meter todo eso en la licuadora. Lo que sí puedo decir, es que tiene que existir cierta predisposición a escuchar cosas medio raras, cambios de ritmo, compases irregulares o sonidos no tan cómodos. Nos gusta complicarla, pero tampoco es una constante. Aunque haya entreveros, también hay momentos relajados de fácil escucha. Hay una búsqueda por no engordar las canciones, sí nutrirlas, intentar que los elementos se justifiquen.

¿Cómo es su proceso creativo?  

Así como al arte de nombrar, fuimos perfeccionando los procesos creativos. Sobre todo, los arreglos que son cruciales en la banda. Generalmente el guitarrista o yo, somos los que llevamos una idea; después la laburamos los tres en el ensayo, medio a modo de cooperativa. A veces, nos faltarían verticalazos para tomar decisiones, pero bueno, son los problemas que tiene la democracia. Otras intentamos arreglos ridículos y caprichosos que no quedan bien. De hecho, alguno ha subsistido hasta el día de hoy. Esa, también, es un poco la identidad de la banda. A veces, ensayando este tipo de acrobacias musicales nos reímos y decimos auto referencialmente: “¡Qué imbéciles!”.

En su música predominan el blues y el rock, géneros que, quizá, no son tan populares como otros. ¿Qué les genera este tipo de música?

Por un lado, está buenísimo hacer lo que nos gusta y no estar pendientes de lo que está pasando en la juventud en términos generales. Si bien hoy en día hay mucha divergencia, las tendencias masivas suelen ser bastante banales. Además, lo que sucede es que la música mainstream se lleva mucha gente, y eso de que “hay gente pa todo”, no aplica en Uruguay porque somos pocos. Tampoco quiero ser esencialista y romántico de caer en esa de que “lo de antes era mejor”, porque no lo sé. Me parece que hay que intentar ser contemporáneos y coherentes con el lugar donde vivimos. A veces me siento medio anacrónico tocando blues y funk, pero después escucho un trap de estos nuevos y se me pasa.

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Al momento, el Trío Faltó el Ruso cuenta con tres canciones, que están grabadas en vivo en el atelier de un artista de La Barra. Si bien aún no grabaron un disco propio, sus integrantes sí han participado en otros. Irisarri y Dell’Acqua son parte de Salir del camino, de Mangosta. Por su parte, Cantonnet lanzó su disco solista Libros, barrios y planetas bajo el nombre de Jeru y la Comunidad de las Chapas, en el que participaron el batero y guitarrista del Trío.