Por Federica Bordaberry
federicaborda
Lo escoltaron hasta la sala de transformación. Detrás de él venían dos de ellos y delante dos más. Le regulaban el paso desde ambos lados para que no caminara lento. A su alrededor todo estaba oscuro y lo que más distinguía era el sonido de sus zapatos chocando contra el metal.
Sus pasos, solemnes como un grupo de tumbas que avanzan hasta convertirse en un cementerio. El pisar de los otros cuatro no existía, eran prácticamente imperceptibles. Eran tan distintos a él que no tuvieron más opción que hacerle lo que le hicieron. Él entendió, enseguida, que ese destino podría haber sido el suyo o el de cualquier explorador del universo.
De pronto, su cuerpo y su pensamiento se vieron interrumpidos por un choque con los dos que caminaban delante de él. Habían frenado, esperaban. Él sintió que una correntada de viento frío le congelaba la nariz y entendió que la compuerta se había abierto frente a él, pero que no había podido escucharla ni verla, como le sucedía con todo desde que había llegado. Un mundo en el que era sordo y ciego.
Lo toparon desde atrás y eso quería decir que era hora de avanzar. Así que continuó con sus pasos, que no funcionaban con el mismo silencio, hasta que quiso frenar. Quizá, supo dónde frenar. Se hincó y se sentó en un banco, sabiendo que en cualquier momento comenzaría la transformación.
Pero antes de dejarla progresar, levantó una mano y la sostuvo en el aire unos segundos. Sintió en sus rodillas cómo le apoyaban la guitarra que había pedido y la atajó con ambas manos antes de que la soltaran. Se la acercó al pecho. Apoyó los dedos de la mano izquierda sobre los acordes que recordaba, los pocos que recordaba, y con la mano derecha comenzó a tocar las cuerdas.
Mientras que la melodía sonaba, frente a él se encendió un láser rojo. Salía de allí un halo de luz, una cortina roja, que empezó a empaparlo desde arriba. Empezó a transformarse lentamente, mientras que todo se le ponía colorado. El pelo, la piel, los ojos, el cuello, el pecho. Todo comenzó a llenársele de sangre, a excepción de los brazos, que se mantenían firmes en la guitarra.
Su idea, aquella de negociar una transformación si le permitían tocar la guitarra durante el proceso, había probado su utilidad. Si hacía música mientras intentaban cambiar su naturaleza había algo de su humanidad que permanecería.
Podría tratarse de la historia de Major Tom, o de un David Bowie transformado en alienígena, pero no es ninguna de las dos. Lo anterior es ficción, pero la fotografía es la promoción del video de “Space Oddity”, lanzada en 1972, junto a su disco The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, que está cumpliendo cincuenta años.
Producido y dirigido por Mick Rock, “el hombre que fotografió los 70”, marca uno de los momentos más productivos de Bowie como músico.
***
The Music Photo Gallery es una galería con base en Nueva York que cuenta con el derecho de las fotos más icónicas –la de Bowie, una de ellas– de la historia del rock. Las que toda la vida vimos en revistas: bueno, esas. Y por primera vez presenta una muestra colectiva en Uruguay. El lugar es el Club Cultural PIONERO (Ruta 10, KM 177,5), esa hermosa iglesia del rock and roll que esconde el balneario de Santa Mónica en Maldonado.
Todas las fotografías de la exhibición estarán disponibles para la venta en forma exclusiva para Uruguay y podrán adquirirse a través de la página oficial del lugar y de la galería en MusicPhoto.net. Este 20 de diciembre se hace el lanzamiento de la muestra, que permanecerá todo el verano en el club. Todas las semanas publicaremos en LatidoBEAT la historia de las diferentes fotos con las que uno puede deslumbrarse.
Por Federica Bordaberry
federicaborda
Acerca de los comentarios
Hemos reformulado nuestra manera de mostrar comentarios, agregando tecnología de forma de que cada lector pueda decidir qué comentarios se le mostrarán en base a la valoración que tengan estos por parte de la comunidad. AMPLIAREsto es para poder mejorar el intercambio entre los usuarios y que sea un lugar que respete las normas de convivencia.
A su vez, habilitamos la casilla [email protected], para que los lectores puedan reportar comentarios que consideren fuera de lugar y que rompan las normas de convivencia.
Si querés leerlo hacé clic aquí[+]