No hubo mucho. No hubo nada memorable sobre su nacimiento. Fue una cosa bastante común. Siempre vivió en París, pero dentro de la ciudad se mudó varias veces mientras que crecía. Los primeros recuerdos que tiene son del barrio 17, al oeste de la ciudad.
Pero las casas en las que considera que creció fueron dos. La primera, que más bien era un apartamento, de donde tiene más recuerdos, donde vivió con sus dos padres. La siguiente es la que vivió con su madre cuando, a sus diez años, sus padres se separaron. De esos dos lugares es de donde tiene más recuerdo. Después, se mudó dos o tres veces más.
Por eso, más bien, el lugar donde creció fue su barrio, ese que queda cerca del Arco de Triunfo. “Es un barrio de gente bien, cómodo económicamente”, dice Bruno Gervais.
Sin embargo, a medida que empezó a ser más adulto saldría de allí, se dirigiría a otros barrios con más vida nocturna, con más restaurantes, bares, boliches. En el barrio 18, el siguiente, fue donde empezó a salir más. Aunque en París hay lugares en toda la ciudad, ese barrio era cerca del suyo y por eso solía recurrir a él.
Antes de que eso sucediera, Bruno fue un niño bastante bien portado, poco problemático y tranquilo. Le gustaban las manualidades y su abuela le había enseñado a tejer. También estaban los Lego y dibujar. Hermanos con los que compartió padre y madre, tuvo solo uno, un año más chico que él. Luego, tuvo medios hermanos y hermanas.
Sabe que en su casa había una buena colección de discos, pero no se acuerda que los escucharan. Sí, como si abuela era violinista, siempre estuvo rodeado de música clásica. “No sabría decir por qué lado entró la música, más que por ahí, creo que fue de a poquito, cuando los amigos de la escuela escuchaban música. Siempre estuve rodeado de gente que le gustaba la música, por alguna razón”, comenta Bruno.
En la escuela y en secundaria, le interesó más la matemática y la ciencia que las humanidades. Aunque nada lo cautivó realmente. En realidad, antes del último examen, en su último año de liceo, se fue para una escuela de diseño publicitario porque aquel niño al que le gustaban las manualidades se había convertido en un adolescente interesado por la pintura y por el arte.
Se acercó a la noche, más bien, a los 16 o 17 años, bastante tarde. Lo primero que empezó a escuchar era la música de la radio y la grababa las cosas que le gustaban en casettes. Después, vino el rock and roll.
“Por muchos años estuve conectado con el mundo del rock and roll y a los bares, cuando se escuchaba música un poco pesada. Ese fue mi primer acercamiento. A mitad de los años ´80 empecé a salir a bares y boliches que había en París. Escuchaba todos los sonidos de la música de los ´80 y ahí me metía. Empecé a sentir afinidades con gente, con la música que estaba escuchando”, explica Bruno.
Con el tiempo se dio cuenta que la publicidad no le gustaba, que no podía vender un producto que no le convencía y dejó todo aquello. De a poco, de boliche en boliche, y tocando para sus amigos, se fue haciendo DJ profesional. Pasaría música en los boliches más importantes de París, luego en los de Montevideo, más tarde en los de Nueva York.
Bruno Gervais se fue convirtiendo en un DJ de música electrónica importante para la escena internacional underground, pero también para la montevideana, la puntaesteña, la porteña. En definitiva, para el under local.
Hiciste secundaria casi hasta el final, empezaste a estudiar diseño publicitario y ¿en qué momento aparece el ser DJ? ¿Cómo empezás a vincularte con la música de manera más profesional?
De las salidas que hacíamos. Me había hecho todo un grupo de amigos y había un barcito, un pequeño lugar, donde un amigo de un amigo organizaba fiestas. Una vez, le faltó alguien para poner música y que no te sabría decir cómo pasó. Fue hace tanto tiempo que ni me acuerdo. Me acuerdo que terminé de poner música ahí, los discos chiquitos y el bar.
En esa época, el DJ no era una persona tan famosa o popular. Se ve que todos la pasaron bien, yo también, entonces se repitió. Eso habrá sido en el ´85 o ´86. La casualidad da que la persona que organizaba estas fiestas, su hermano, él trabajaba en un boliche, en un verdadero boliche, que abrió en su momento en Montevideo. En la Locomotive trabajé varios años. Después de haber tocado para esta persona en el bar, me dijo que su hermano estaba buscando otra persona para trabajar y me ofrecieron. Fui a una entrevista, antes de esto había empezado a tocar a raíz de eso en otros lugares. Era muy poco profesional, pero cuando empecé a tocar, empecé a escuchar otras cosas.
Nos gustaba la música disco porque nos parecía graciosa, nos gustaba la música más tirando a rock and roll. Había una movida en París que estaba buena. La música disco también estaba de moda, pero nosotros la escuchábamos para divertirnos.
Me empecé a interesar a otros estilos musicales y, al final, terminé trabajando para el boliche porque para lo que estaban buscando yo servía, para ese tipo de propuesta.
Siempre tuve la curiosidad musical bastante amplia. Desde siempre escuché todo tipo de música. El boliche tenía tres lugares: un lugar abajo con música un poco mezclada, tirando a disco; el piso del medio que era el más grande de todos, ese era como para rock and roll, ahí tocaba también; y la parte de arriba era un bar donde se escuchaba música más chill.
Esto fueron varios años y pude trabajar en los tres pisos. Siempre fui investigando. En cualquier tipo de música amplié mi panorama y pude escuchar música de todo tipo. Obviamente, al ser gay empecé a salir a boliches gay donde había música más disco. Entonces, tuve acceso a toda una especie de abanico musical para aprender, porque creo ayudo a que yo pudiera evolucionar musicalmente.
¿Cómo cae en tu familia eso que empieces a ser DJ?
Cuando empiezo a trabajar de DJ, más oficialmente, es cuando dejo de estudiar la educación clásica. Hubo una especie de intento de llevarme de nuevo por el buen camino. Yo sentí que no estaba haciendo lo que mi familia hubiera querido que yo haga, pero no sentí una lucha. Cuando empecé a trabajar, empecé a tener un sueldo bastante decente, tenía un trabajo que no era el más común, pero me pagaban bien a la vez.
En mi familia son más de trabajar en banco, doctores, ese tipo de formatos, no es exactamente el camino que ellos siguieron. Intentaron desanimarme un poco, pero acá estoy. Las ideas que yo tenía del futuro, qué iba a hacer de mi vida, no era ser DJ, ni tampoco era venir a Uruguay. Para nada lo tenía planeado y así salió. No planifico demasiado porque no sale siempre bien.
Cuando estabas empezando a ser DJ, ¿qué tocabas?
En esa época que empecé a hacer un poco más de plata me mudé solo y empecé a concentrarme un poco más en trabajar de eso. Compré música, compré muchas cosas al pedo, pero muchas que me interesaban por ser cosas nuevas. Al principio, era todo vinilo. No quiero recordar la edad que tengo, pero cuando yo era pendejo todavía no había opciones, eran los vinilos o los chiquitos de 45. Con eso me eduqué.
También, lo que tenía ese lugar es que había muchos discos de la discoteca. Estaban ahí y tenía acceso a mucha música. Podía escuchar cosas que no conocía. Entonces, empecé investigando y escuchando cosas que no conocía, hasta que empecé a conocer más cosas. Una cosa llevó a la otra, y a la otra.
Al principio, era rock and roll, que es de donde vengo. Todo eso fue el primer paso para llegar a quién soy yo, hoy por hoy. Por más que hoy casi que no escucho rock and roll, fue el necesario para llegar a lo siguiente.
¿Cuál consideras que fue la primera gran presentación como DJ que hiciste?
Para mí fue, definitivamente, cuando trabajé en principio en la Locomotive. Era una discoteca grande, con mucha gente. Ahí fue donde pasé de poner música a los amigos, a trabajar de DJ.
¿Componías música o nunca lo hiciste?
Yo de compositor poco y nada, hasta el día de hoy. He probado hacer cosas. El tema es que es algo que requiere mucho tiempo. Hice algunas cosas, pero me resulta muy complicado porque después no tenía tiempo y empecé a trabajar de otras cosas. No me daban las horas. Requiere dedicación y yo no tengo ese tiempo. Quizá, tampoco tengo la paciencia. Pero viste que nunca sabés, nunca podés decir que no a nada.
¿En qué momento venís a Uruguay y por qué?
Después de varios años de tocar en París, en varios lugares, después de la Locomotive, se me abrieron las puertas a otros lados. Un día, me entero que los dueños de la Locomotive de París iban a abrir otra sucursal en Montevideo. Un día me ofrecieron ir a Montevideo para tocar, ponele que un mes, para presentar un poco el estilo de música que se escuchaba en París.
Me ofrecieron si quería ir. Me pagaban pasaje, alojamiento, hotel, todo. Fue un poco de la nada, sin que supiera incluso qué era Uruguay. Para mí, en Sudamérica estaba Brasil, Argentina y ya, Uruguay era un poco desconocido, no tenía mucha idea a donde iba. Fue en el ´93, creo. Me fui por unos meses a Uruguay a tocar a ese boliche que estaba en Punta Gorda, en General Paz y Caramburú.
Cuando llegaste, ¿cuál era la escena musical de Uruguay en ese momento? ¿Con qué te encontraste?
Uruguay, de por sí, es un lugar donde siempre me sentí como uno más porque, en realidad, hay muchos puntos en común con Francia. La cultura uruguaya está muy cercana a la cultura francesa. Mucha gente de la generación de sus padres, sus abuelos, estudiaron francés.
Había mucha gente que hablaba francés. Lo mismo que en Argentina. Está todo conectado con Europa porque está, en parte, toda la inmigración de posguerra. Entonces, siempre me sentí súper cómodo. Después, musicalmente siempre sentí que había un grupito chico de gente que escuchaba música electrónica, pero la mayoría era rock and roll, cumbia, toda la misma cosa de siempre.
Es buena música, pero me parecía que era siempre lo mismo, entonces, pero era la música que escuchabas en en ese lugar. No era Brasil, que escuchabas samba. No sentí que hubiera una especie de sonido autóctono, era música americana en boliches uruguayos. Lo argentino también es música americana hecha por argentinos. El sonido es muy similar. No me hizo ni fu, ni fa. Tampoco era muy auténtico.
Después, empecé a conocer un poco el espíritu rioplatense y sé ahora que tiene su identidad también. En su momento, en la música electrónica había poca gente. Estaba Álvaro Quartino, que era el que estaba metido en la música electrónica. Había todo un grupito chiquito de DJ locales que lo hacían. Estaba Marcelo Castelli. De hecho, la música estaba bastante al día, pero era para el grupo chiquito.
Por un lado, estaba el grupo de gente que seguía a Quartino y, al principio, no estábamos en la misma categoría, porque yo siempre fui la parte más oscura de la música y ellos el lado un poco más fresco. No había lugar para todos en ese momento y yo estaba ahí, la oveja negra de la música electrónica. Tuvimos que aprender a convivir juntos, hasta que fuimos amigos y ahora somos más que amigos. En su momento, andaba cada uno por su lado. No es que había un grupo de gente que iba toda en la misma dirección.
Y en algún momento te vinculaste con Argentina y sus DJs.
Sí. Empiezo en la Locomotive en el ´93 y creo que me quedé con eso hasta que cerró, o un poco después. Esa vez me fui por un mes o dos. Después, me volví a Francia. A los meses volví y ahí decidí quedarme.
Cuando cerró la Locomotive me quedé y después abrió Zoo en el mismo local. Ahí también empecé a tocar y ya empecé a tener un grupito de gente. Aparecieron más eventos, más fiestas.
Después, nosotros organizamos más fiestas. Me relacioné con gente de Buenos Aires, empecé a tocar en Buenos Aires y en los boliches argentinos, en Punta del Este. Poco a poco, me hice mi grupo de amigos y mis contactos. Al principio, fue un poco difícil porque todavía no había mucho, pero siempre sentí que en Uruguay hay como una especie de buen gusto musical, hasta el día de hoy.
¿Por qué decidiste quedarte la segunda vez?
Porque la segunda vez me volvieron a preguntar si quería volver. No recuerdo bien cómo fue. Tengo el recuerdo de que me hayan vuelto a proponer si quería volver a ir, si quería volver a repetir eso. Lo volví a hacer, pero esta vez decidí que tenía ganas de quedarme más. Me quedé y ahí empecé a armar un grupo de amigos. Una cosa llevó a la otra, me sentí a gusto y me quedé. Y me quedé casi diez años.
En algún momento empezaste a trabajar de otras cosas, que no son ser DJ, ¿empieza en ese momento en Montevideo?
Cuando cerró la Locomotive, hubo unos meses en los que ya había decidido quedarme en Uruguay y que de DJ iba a ser complicado vivir, al principio. Yo no era muy conocido en Uruguay porque recién había llegado. Todo eso fue complicado, pero ya me había hecho algunos amigos. Fernando Picón es el que me ofreció para trabajar en Metrópolis, que era un bolichito en el Centro. Ahí, de a poquito, también me hice de gente, de la noche.
Eso fue al principio. Entre pitos y flautas, hubo un momento que no había nada. Entonces, empecé a buscar trabajo de lo que fuera para salir del apuro. Por suerte, fue un momento cortito, pero un poco con la preocupación de, ¿qué hago ahora?
Entonces, con el tiempo lograste vivir de ser DJ en Uruguay. Por ahí no enseguida, pero con el tiempo sí.
Sí. Con el tiempo, poco a poco, empecé a conseguir contratos. Armamos fiestas y empecé a trabajar. De a poquito me hice más conocido en Uruguay. Conseguía tocar más seguido y, en el momento logré vivir de eso. Aparte, conocía a todos los DJ argentinos de la época que organizaban las fiestas de Pachá, de la Morocha en Buenos Aires, y en Punta del Este. Ahí fui a tocar varias veces. Tocaba con todos los DJ de Argentina y todos los DJ de Uruguay, pero eso fue después de que arranqué. Se fue haciendo más fácil porque tenía muchos más contactos.
¿Te condicionó el ser francés en Uruguay y juntarte con franco-uruguayos? El ejemplo más claro podría ser Luciano Supervielle.
Supongo que ser francés fue una de las razones por las que fui aceptado fácilmente, quizá más fácil que si fuera de otro país, porque por experiencia me doy cuenta que los franceses son aceptados en casi cualquier lado. Así que a mí siempre me jugó a mi favor ser francés. Prefiero pensar que no fue la única razón por la que me fue bien, pero creo que eso definitivamente ayuda a que las cosas pasen.
Después nunca me junté mucho con franceses ni allá ni acá. A Supervielle lo conocí, pero más por temas de música que por temas de nacionalidad. Es obvio que ser francés es una ventaja, yo soy totalmente consciente de eso. Aunque hay que mostrar que hay algo detrás de eso.
No me juntaba con los franco-uruguayos, me juntaba con los uruguayos y algunos de ellos tenían relaciones con Francia más que otros, pero uruguayos nomás.
¿Hasta qué año estuviste en Uruguay?
Hasta el 2002, cuando hubo crisis en América Latina, crisis económica. Brasil se fue abajo, Argentina también y, obviamente, Uruguay siguió el mismo camino. En ese momento decidí moverme. Tenía amigos en Barcelona, otros en Nueva York, que me dijeron “venite para acá”. Terminé en Nueva York, pero podría haber sido Barcelona, fue una decisión del momento. Así que en 2002 me vine para acá.
En 2002… es casi un año después de lo que paso en Las Torres Gemelas. Cuando llegaste, ¿cómo estaba la cosa?
Una de las razones por las que me fui en 2002, y no en 2001, fue por las Torres. En principio, íbamos a irnos en 2001, pero con eso de las Torres decidimos dejar pasar un poco de tiempo para que calme un poco a la situación y, en 2002, nos fuimos.
Cuando decís “nos fuimos”, ¿a quién más te referís?
A Diego, mi novio. Es uruguayo. Lo conocí ahí en Uruguay apenas llegué. Capaz que, por eso, también me quedé.
De la misma forma que te encontraste con un Montevideo bastante diferente a París en escena musical, ¿con qué Nueva York te encontraste?
Después de haber vivido varios años en Uruguay, siempre me asombró la curiosidad musical que hay en Uruguay. Nunca encontré otro lugar donde la gente preste tanta atención. En Uruguay, la gente que sale es curiosa, spm interesados y escuchan, prestan atención.
Lo bueno de tocar en Uruguay es que sentís que tocás para alguien que escucha. En la escena de Nueva York me pareció que faltaba alma en la pista, que en Uruguay sí la hay. Hay algo distinto que no he encontrado ni en Nueva York, ni en París.
Pero, ¿cómo se desarrollaba la escena cultural a nivel musical? ¿Se escuchaba lo que vos pasabas?
No exactamente. Esta época era más house. Algunas cosas tecno, pero más house, aunque sonido americano, más Nueva York. Yo, en Uruguay, siempre tocaba en fiestas y la música que tocaba al principio era más tecno y transe, que era como un poco más subido de tono.
En Nueva York encontré una escena que era más la música de fines de los ´90 y principios de los 2000. Estaba bueno, había muchos boliches enormes, pero es una cosa que no me termina de gustar demasiado. Prefiero lugares más íntimos. Pero había boliches más grandes, en eso diferencia un poco de Uruguay.
Yo acá fui a lugares donde había muchas fiestas privadas. Los boliches grandes, en Uruguay, tienen esta especie de fascinación por los multiespacios donde hay un piso para cada tipo de música. Es un concepto extraño que solo hay allá. En Nueva York es un estilo musical que, obviamente, está buenísimo porque además está producido a la americana, pero cuando llegué a Nueva York, al principio, fue un momento de adaptación difícil, aunque salimos adelante bastante bien.
Si llegaste en 2002, eso quiere decir que en Nueva York estás hace como veinte años.
Sí, van a hacerse veinte años ya, bastante.
¿Qué hay en común entre Nueva York, París y Uruguay?
Hace mucho que no vivo más en París y, cuando voy, es muy ocasionalmente. Por lo general, voy a ver a mi familia. No hago mucha noche en París, entonces de la noche de París estoy muy desconectado porque no he salido allá en mucho tiempo.
Sobre la noche en Nueva York hay que tener en cuenta estos dos años de pausa en todo el mundo. No hay muchas propuestas distintas acá, extrañamente, a nivel de la música que a mí me llame la atención. Hay un par de lugarcitos, boliches, pero me resulta que hoy por hoy los lugares más interesantes para salir en Nueva York es un par de personas que organizan unas fiestas que me parecen más interesantes que los boliches. De hecho, los clubs no los piso mucho, salvo que haya un evento muy específico. Si no, son más fiestas puntuales.
En Brooklyn hacen muchas en galpones, que es lo más cercano a lo que a mí me gustaba encontrar en Uruguay. Después, salvo en bares, los clubes y los boliches son muy grandes. Todo el plan portero, seguridad, es muy estricto. Ya estoy grande para todo eso. Eso ya lo dejo para los jóvenes. Lo más cercano son todos estos eventos, fiestas mas underground, que hay algunas acá. Los boliches, toda la gente, los turistas, me da mucha pereza.
¿Qué definición le das vos a ser DJ?
Para mí, ser DJ es compartir. Aunque cuando yo soy DJ soy medio egoísta, yo me tengo que divertir. Si no me emociono yo, no puedo poner música para la gente, salvo que la ponga para mí primero. Tengo que ser mi propio DJ. No puedo transmitir nada si a mí no me transmite nada esa música de por sí. Para mí es compartir un momento de emoción. Escucho música que a mí me emociona. Me gusta poder transmitir esta misma emoción a los demás. Por suerte, a veces funciona y a veces no, pero por lo general funciona.
He escuchado personas decir que no cambiarían un DJ por un guitarrista a la hora de escuchar música, que hay una suerte de impureza.
Yo estoy acostumbrado a que me critiquen, me critican desde siempre, porque no puse la música que era la adecuada en su momento cuando llegué a Uruguay. Era muy dark. El tema es que yo pongo música y lo hago para mí, después para los demás. Recibo críticas de todo el mundo de la música sobre qué no pongo y qué no pongo. Yo estoy acostumbrado a que no puedo caerle bien a todo el mundo. No tienen la obligación de escucharme tampoco, si alguien tiene algún interés de ir a verme, yo feliz. Si no le gusta, hay miles de “planes B” para todos.
¿Cómo es tu forma de trabajo? ¿Llevás preparados los sets o los armas ahí?
Yo no tengo más el vinilo hace tiempo. Ahora uso digital, muchos me han criticado por eso y me resbala tanto ya… Mi manera de preparar los sets es distinta. No quiere decir que los preparo, pero selecciono música. Lo que tengo es como si fuera una valija digital de música.
Escucho música todo el tiempo, de la mañana a la noche, todos los días, y la pongo al día. Borro cosas, guardo, agrego. No es que armo el set, pero tengo la selección de música que me parece que es lo que me está gustando en ese momento, que me está representando en ese momento. Al momento de tocar, eso se ordena solo, en función del estado de ánimo de la pista, de mi estado de ánimo. Está pensado el set, no está armado.
Ser DJ también tiene algo de ser entretenedor de la gente que está ahí, ¿qué aprendiste de entretener fiestas? ¿Hay puntos altos, puntos bajos? ¿Cómo se hace para llevar toda la noche a mucha gente bailando?
Sí, hay algo de entretenedor. Yo siempre me estoy preguntando por qué alguna cosa funciona mejor que otra. No sé bien, pero obviamente hay música que es tendencia.
Para mí tocar es como si fuese contar una historia. En lugar de usar palabras, usás temas, es armar una especie de ambiente. Es como si estuvieras en vivo, tenés que tener en cuenta el ambiente de la pista y, obviamente, todo influye: el lugar, la gente que está ahí, mi estado de ánimo, la noche también.
A veces la historia es buena y, a veces, menos buena porque yo no soy un robot. La parte emocional es muy importante para mí. Obviamente que influye en mi manera de trabajar, pero de alguna manera, es lo que hace que haya gente que le gusta lo que estoy haciendo. Es porque, creo, que soy honesto. Cuando pongo música soy sincero. Lo hago porque realmente me sale del alma y lo que estoy haciendo es honesto.
¿Qué rol cumplen en la música electrónica las plataformas de streaming como Soundcloud, no tanto Spotify?
Es algo para promover un poco el trabajo de uno. A mí me resulta difícil, por ejemplo, grabar un set solo en mi casa porque no tengo el otro lado de la pista. Hay gente que es muy capaz de hacer eso, de grabar un set y ponerlo en Soundcloud.
Yo tengo muchos sets en Soundcloud, pero grabados en vivo, porque hacerlos en mi casa, mirando la pared, no es algo que me vuele de esa manera. Está bueno porque permite también escuchar otros DJ, yo escucho. Tenés acceso a mucha música y a escuchar cosas que, de repente, no escucharías.
Es como una carta de presentación para el artista. No tiene muchas otras maneras de presentar su música que de esta manera, es obvio, lo escuchás en vivo o grabado. Soundcloud, me parece, es una buena plataforma. Podés escuchar realmente de todo.
El mundo de la música electrónica, desde afuera, se asocia al ambiente de las drogas sintéticas y para muchas personas eso es un mal ambiente, ¿qué pensás al respecto?
Creo que son un poco hipócritas. El mundo de la música y su relación con las drogas no es muy nuevo. Desde que hay música hay drogas. Hay drogas sin música, y hay música sin drogas. Después, cada uno se mete en la canasta que más le guste.
El tema es que la palabra droga tiene una connotación peyorativa. No podés negar que hay una conexión entre música, droga y fiesta, pero también hay diferentes tipos de drogas. No podés poner todo en la misma canasta. También hay diferentes tipos de personas que consumen droga de diferente manera.
Una cosa es consumir algo con un fin de diversión, o para abrir la cabeza, para algo productivo y positivo. Otra cosa es la gente que se droga por hacerlo y el contexto no importa.
La droga y el mundo artístico, en general, siempre estuvieron conectados. Creo que no es tanto la droga sino quién la toma, cómo y por qué. Para mi es por ahí que viene la mano. Ahora, por ejemplo, fumarse un porro en Uruguay no es drogarse, es lo mismo que tomar whisky. Si fumás un porro escuchás, capaz, la música con más sensibilidad, pero una cosa es porro y otra cosa es la merca. Hay un abanico.
En la música electrónica también está todo lo que es pastilla, éxtasis, pero si se consume de manera consciente puede llegar a ser que agregue algo a tu noche. Tampoco para tomar todos los días, es sentido común.
Si a niveles conceptuales el rock and roll, para algunos, puede ser rebeldía y para otros, por ejemplo, la música clásica puede ser elegancia, ¿qué es para ti la música electrónica?
Lo bueno de la música electrónica es que hay un millón de tipos de música electrónica. Entonces, puede ser música más violenta y puede ser música electrónica elegante. Yo crecí en ese mundo donde escuchaba mucho rock and roll, después mucho disco, mucho reggae, escuchaba de todo. Me di cuenta, después, que todos esos gustos musicales es lo que me permitió el camino para llegar a lo que me gusta ahora. Cada tipo de música te aporta algo.
Pero para mí la música electrónica es una especie de combinación de todo. Lo que tiene es, justamente, esta especie de cosa, la música que a mí me gusta… es difícil explicar eso, no sabría decírtelo.
¿Cuál fue el día más feliz de tu vida?
Tengo varios días felices en mi vida. Soy una persona feliz de por sí. Soy de carácter bastante alegre, capaz es mañana, no sé. Tengo miles de días felices. No podría elegir un día feliz. Sería como decir que todos los demás no lo son tanto. Prefiero ser general.
¿Día más triste de tu vida tenés? ¿O tampoco?
Tampoco, pero ahí es más fácil. Podés referirte a cuando alguien cercano tuyo fallece, ese tipo de momentos difíciles. Después, la tristeza es como la alegría, son momentos puntuales que van y vienen, nada es para siempre. Intento no atarme a momentos que son demasiado fugaces.
¿Algo que la vida te haya enseñado a los golpes?
Nunca abandonar, porque nada dura para siempre y sabiendo eso, por más que estés en un mal momento, mañana es otro día.
¿En qué momento de tu vida sentiste mayor libertad?
Hubo varios puntos. El primero fue cuando me mudé solo. Luego, cuando me fui a vivir a Uruguay porque fue un cambio bastante importante para mí. Yo soy un tipo híper libre, no me ato a nada, pero el día en que me fui a vivir a Uruguay, que tuve esta decisión, fue el momento en que, inconscientemente, corté el cordón umbilical con la familia. Nunca estuve atado, pero es otra vida.
Si murieras hoy ¿irías al cielo o al infierno?
Creo que, conceptualmente, iría al cielo porque en el fondo soy un tipo de buen corazón. Aunque suene un poco arrogante, soy alguien “bien”, digamos. Al mismo tiempo, creo que me aburriría mucho ir al cielo. Creo que preferiría ir para abajo, también porque creo que sería más divertido. Ninguno de los dos sería el lugar ideal. Capaz que si en el cielo hubiera una puerta trasera, me gustaría eso.