De Sylvia Meyer se conoce poco. Es, de alguna manera, un misterio. El mito del under dice que es una de las artistas más originales del país y que su composición marcó las últimas cuatro décadas. Se sabe que su música formó parte de producciones teatrales, que su sonido es sensible, que lo cuida y es sutil. También que tocó con Eduardo Darnauchans, con Jorge Galemire y junto a otros artistas más. Meyer es un misterio, vive entre las sombras. Sin embargo, en este 2022, ese anonimato, de a poco, quedó atrás. La artista presentó un nuevo single de su próximo disco, que saldrá por el sello Little Butterfly Records, anunció una fecha en el Teatro Solís (26 de noviembre) y subió su catálogo a Spotify. Sylvia Meyer volvió y todavía pocos saben quién es. Por eso, quizá lo mejor sea dejar que su música hable por ella.
Sin embargo, lo que sí se sabe de Meyer es que marcó a otras generaciones. Y así, a través de un homenaje por el sello Feel de Agua, diferentes músicos plasmaron versiones de sus canciones. De esa admiración nace Un desánimo nada triste. Club de fans: Sylvia Meyer, un disco en honor a su música, a ella.
Cuando terminaba 2020 se creó un grupo de WhatsApp que llevaba el nombre “Club de fans Sylvia Meyer”. El fin era recolectar dinero para comprar el vinilo de Fuera de lugar, el disco que la artista lanzó en 1988 y en el que participan Jorge Galemire, Hugo Jasa, José Pedero Bledo, Enrique Fierro, Marco Maggi y Jorge Camirugga. Hasta este año, acceder a la música de Meyer era casi una odisea: estaba suelta y solo podía escucharse en discos físicos. El dueño de la tienda que vendía el álbum se enteró de la movida de los fanáticos montevideanos y, conmovido, lo donó. El día que lo escucharon se juntaron en una casa de Tristán Narvaja. Esa misma noche hablaron de hacer un disco homenaje con versiones de artistas pertenecientes al sello Feel de Agua, más otras de fans confesos de Sylvia Meyer.
Dos años después, en 2022, aquel sueño se volvió realidad. Así, cada una de las personas y proyectos convocados —Dani Umpi, Exilio Psíquico, Diego Presa, Francisco Trujillo, Amigovio, Patricia Turnes, Gabriela Escobar y Olivia, Siamesa, Fabrizio Rossi, Excelentes Nadadores, Federico Morosini, Salvamento, Viviana Stagnaro y Contramarea + Las Cobras— eligió cuál era la canción que quería versionar. Había una premisa: no repetir ninguna. Y, sin querer, también había otra: que la fecha de publicación coincidiera con el cumpleaños de la artista, el 15 de octubre.
Que el nombre sea Club de fans refleja y respeta aquel espíritu original del que surgió todo y, al mismo tiempo, abre el juego para que a futuro puedan surgir nuevos homenajes del colectivo a otros artistas.
Además, un texto de Florencia Dansilio acompaña la música. Surgió de un intercambio epistolar con Sylvia Meyer, que se prolonga en un diálogo indirecto en torno a cada una de las canciones.
Y es así:
“Todos vivimos en un teléfono, por eso se puede estar cerca estando lejos, una lupa diminuta latiendo en los bolsillos. Todos vivimos un poco en el extranjero, un territorio extraño a puntos cardinales, geografías dislocadas que se acortan por cercanías imaginarias. Sí, se puede estar muy cerca estando lejos, estar afuera estando adentro, igual que antes, igual que ahora, un desánimo nada triste. En esas coordenadas de otro orden, de referencias atravesando cinco líneas paralelas, la música me condujo de las manos, dice. De mano en mano, un disco que ya no es solo uno, pasta circular que circula, acercándonos-a, acechándonos-en, ampliándonos-la. Canciones que se incorporan lentamente, música hecha cuerpo, estructuras estructurantes, transferibles, duraderas, incorporándo-se. Una mecánica invisible orientando el pulso, como si cada uno la volviera a pensar por sí mismo, como antes, como ahora, uniendo las distancias de la voz al micrófono, de las manos a las teclas, del lápiz al pentagrama. Música que no actúa por adhesión sino por sedimentación, nota por nota, precipitación de materiales transportados por el agua o por el viento, gota por gota, procedentes de la erosión de las rocas. Materiales sedimentados y vueltos a erosionar. Sin reglas ni otros datos, versionados, materiales erosionados. La música nos condujo de las manos, en un diálogo que, en lugar de contestar, expande”.
En esta línea, el misterio que rodea a la artista, de a poco, se desvanece.
“Sobre el entretejido del tiempo y el amor, con todas sus variables de nacimientos y consecuencias. Lo canta originalmente de una manera tan amorosa, como de canción de cuna, aunque diga verdades terribles e ineludibles. Un mantra que despierta”, escribió Dani Umpi sobre “El amor como razón del fin del mundo”, la canción que interpretó.
Por otro lado, para Exilio Breve hay dos “argumentos” que son universales: el tiempo y el amor. Dos que están en el tema de Meyer en el que le rinden homenaje, “Demasiado breve”.
“La pulsión melódica nos condujo por un aire límpido que emanaba de un patio luminoso, hasta toparnos con el silencio y la censura. La poesía quedó sola y su diálogo, mientras el fraseo de un vibráfono nos recordaba que el silencio fue casi una virtud”, escribió, por su parte, Excelentes Nadadores sobre “Sola y su diálogo” y “El silencio fue casi una virtud”.
Estas 14 canciones nos envuelven en las atmósferas de Meyer. Y nos hacen viajar con ella.