Noventa y seis años de vida y setenta como reina. La imagen de la monarca británica, Isabel II, quizá sea una de las más icónicas para la cultura popular en Occidente. El arte se dedicó a conmemorarla en su longevidad en el trono, lo que permitió que su reinado coincidiera con el auge de la cultura pop.
Por ejemplo, Annie Leibovitz se convirtió en la primera fotógrafa estadounidense en retratar de forma oficial a la monarca, en instantáneas tomadas en los jardines del Palacio de Buckingham en 2007. Aquellas fotografías dividieron a los críticos y a la opinión pública: una parte de la sociedad que esperaba algo más atrevido por parte de la artista estadounidense y menos encorsetado, otra, no.
Antes, en 1985, Andy Warhol, el icónico artista, la inmortalizó en sus clásicas láminas policromáticas. A Lucien Freud, por su parte, la reina le dio total libertad para crear un óleo diminuto y muy personal con motivo de sus sesenta años en el trono británico, allá por 2012.
Si seguimos viajando en el tiempo, con el nacimiento del punk, el artista Jamie Reid ya la había representado con un alfiler en la boca, una imagen que se hizo famosa en una camiseta llevada por la diseñadora de moda británica Vivienne Westwood. El impacto fue tal que la banda inglesa, Sex Pistols, pidió a Reid que diseñase en 1977 la portada del histórico single God Save the Queen, un hecho bastante controversial, al ser lanzado en el período de Jubileo de Plata de la reina. A su vez, la canción fue tocada por la banda a bordo de un bote por el Támesis. Algunos medios ingleses llegaron a negar su reproducción.
Luego, aquello se expuso en la exhibición oficial del Jubileo de Diamante, donde el misterioso grafitero Banksy creó un mural en el que Isabel II se transformaba en el ícono pop Ziggy Stardust de David Bowie, con el rayo azul y rojo sobre su rostro. En 2003, Banksy volvió a expresar sentimientos antimonárquicos con Monkey Queen, un retrato que reemplaza el rostro de la reina por la de un mono que lleva su corona y joyería clásica. De fondo, los colores de la bandera nacional del Reino Unido.
Por si faltaban lugares, en los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, la propia Isabel II protagonizó un corto dirigido por Danny Boyle para la ceremonia de apertura, en la que compartió pantalla con el mismísimo James Bond, encarnado por Daniel Craig.
Hay otras representaciones cinematográficas, como la exitosísima The Crown, que han servido para retratar aspectos más serios de Isabel II, relacionados con su responsabilidad con el cargo. La serie original de Netflix repasa su trayectoria desde la muerte de su padre, Jorge VI, hasta los conflictos que involucran a la princesa Diana en la década de los 90.
La propia reina declaró que su canción favorita era Dancing Queen, de ABBA. Ella misma explicó: “Siempre intento bailar esta canción cuando la escucho, porque soy reina y me gusta bailar”.
A favor o en contra del statu quo inglés, la reina Isabel II ha inspirado el arte contemporáneo en sus distintos ámbitos. Es también mediante la cultura que la monarquía permanece y ha permanecido vigente con el paso del tiempo. ¿Cuál será la relación del nuevo rey con este mundo? Solo resta esperar y verlo.