El test de Bechdel se aplica a películas o series y es sencillo. Para aprobar, en algún momento del largometraje debe existir: 1) una conversación entre dos personajes femeninos; 2) estos personajes deben tener nombres propios que ya sepamos (es decir, no pueden ser dos extras); 3) la conversación no puede ser sobre un hombre.
Parece simple y, si el test se diera a la inversa, lo aprobarían casi el 100% de las películas. Pero muchísimas películas no lo pasan y, últimamente, se nota cuando algunas películas agregan escenas que no parecen ser necesarias solo para cumplir con lo que les parece el nuevo capricho de internet: pasar el Bechdel test (sí, Marvel, nos dimos cuenta).
El objetivo del test es mostrar la poca representación femenina en las películas o, incluso, cuando esta existe, solo sirve como complemento a un personaje varón. Y, como integramos eso como nuestra normalidad, nadie se pregunta dónde están las mujeres o por qué falta su perspectiva. No quiere decir que pasarlo signifique lo contrario. Porque pasarlo es una vara muy, muy, baja. Recordemos, puede pasar si aparecen dos mujeres nominadas hablando de qué van a cenar.
Algunas de las películas que no pasan el test son: Whiplash, Quién quiere ser millonario, Avatar, La red social, Avengers, El lobo de Wall Street, toda la trilogía del El señor de los anillos, Bambi, Pinocho, las cinco primeras temporadas de The Big Bang Theory, El rey león, y podríamos seguir (para buscar qué películas lo pasan se puede ir a bechdeltest.com).
Se calcula que este test lo pierden el 40% de las películas. Los motivos, pueden ser, entre otras cosas, que la mayoría de directores y guionistas son hombres —blancos— que escriben desde sus perspectivas. Lo que pone de manifiesto este test (que sirve más para generar un impacto estadístico que para analizar el caso a caso) es que, como audiencia, nos acostumbramos a que la única perspectiva universal y válida es la masculina; la de ellos se puede aplicar a todos y todas, pero las cosas femeninas son exclusivas del mundo de las mujeres.
El test aparece mencionado por primera vez en 1985 en la tira cómica llamada The Rule, escrita por Alison Bechdel, en el que un personaje dice que se rehúsa a ver una película si no se cumplen las tres condiciones que luego se convertirían en el test. Quien populariza la prueba es Liz Wallace, así que también se lo llama el test Bechdel/Wallace.
Últimamente, en internet, como sátira, pero con verdades de fondo, se lo aplica a la vida misma. Hay oficinas que no pasan el Bechdel test, hay conversaciones de amigas que lo pierden (cuando se habla solo de hombres, por ejemplo). Hay espacios de toma de decisiones donde nunca se pasó el test. Es un ejercicio interesante. Una pequeña pruebita que se pregunta: ¿se está representando a las mujeres? Esperemos que sí.
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