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semana el turno es para, |
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Pablo Ruiz |
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A mediados de la década de los ’80 muchos
se disputaban el terreno de una mina de oro recién
descubierta: el pop para niños y adolescentes.
A lo largo y ancho de América Latina grupos como
Menudo, Los Parchís o Tremendo arrasaban con los
corazones sensibles de los niños y los bolsillos
de los padres, produciendo discos y películas a
rolete.
Argentina, que no pretendía quedarse fuera del
fenómeno, dio a conocer en Festilindo, año
1984, su propia respuesta: un niño cantor con el
mismo nombre y apellido que el pintor Picasso, Pablo Ruiz,
aunque en realidad su verdadero nombre era Pablo Coronel.
Dos años después de esta aparición
fulgurante, el enrulado niño prodigio saltó
directamente a la fama de las arenas discográficas.
Cantando “Oh mamá, ella me ha besado; oh
mamá, estoy enamorado”, Pablito se puso al
tope de las ventas. Es cierto, la letra no se caracterizaba
por su osadía lingüística ni por convertirse
en un profundo alegato sobre las pasiones y desengaños
de la infancia, pero debemos recordar que se trataba simplemente
de un niño cantando para niños (o niñas,
en el mejor de los casos).
Del ’87 al ’97 Pablito Ruiz grabó siete
discos, entre los que se cuentan “Pablo Ruiz”,
“Un Ángel”, “Océano”,
“Espejos azules”. A principios de los ’90,
cuando el cantante contaba con unos quince o dieciséis
años, decidió irse a un mercado mayor: México,
a fin de engrosar su lista de fans y una cuenta bancaria
que iba engordando proporcionalmente.
En esa época el dinero entraba a raudales, gracias
a la candidez de su rostro y voz combinada con el furor
del “children pop” de aquel momento. Para
el año ’97, sin embargo, las cosas ya no
eran las mismas. Pablito rondaba poco más de veinte
años y sufrió un cambio de voz en forma
más brusca de lo normal. Su sello de entonces decidió
lavarse las manos. De un momento al otro, Pablito Ruiz
ya no tenía carrera y tampoco cuerdas vocales.
El otrora niño prodigio archivó su carrera
como cantante y se dedicó a la actuación
y comedia musical en estos últimos años.
Trabajó en obras como “Anastasia”,
“La Cenicienta” o “La Máscara
del Zorro”. Sin embargo, al igual que los zapatos
de plataforma, los pantalones Oxford o los políticos
latinoamericanos todo vuelve en la vida, más aún
en esta época de revisionismo retro. Pablito decidió
relanzar su carrera vocal con un nuevo disco, bajo el
mismo sello que Cristian Castro y grabado en México,
Nueva York y Los Ángeles.
Cuando Ruiz, bordeando los treinta años de edad,
se disponía a dar la noticia bomba al mundo, un
escándalo se le adelantó por escasas horas.
Un programa de TV mexicano, del que se hizo eco “Intrusos”
de Jorge Rial, mostró unas presuntas fotos en las
que el cantante aparecía travestido, junto a varios
acompañantes vestidos a tono.
Las imágenes y los titulares recorrieron el mundo:
“Pablito Ruiz se hizo travesti”. Al mirar
las fotos parecía imposible dudar sobre la identidad
del cantante. Sin embargo, tanto el sello como el artista
negaron muy presurosos el vínculo. Al parecer se
trataba de un travesti muy conocido en el ámbito
cultural mexicano, idéntico a Ruiz.
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La foto del escándalo |
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Con la presencia mediática que le dio el escándalo,
Pablito fue recibido el mes pasado en Argentina, descubriendo
que aún mantiene un grupo nutrido de fans. Allí
se vio con Susana Carrizo, una doctora que en camino a
los 40 años tiene el valor suficiente para presidir
un cub de fans titulado “Pablo Ruiz y sus Pabliamigos”.
El futuro del ex niño mimado parece promisorio.
Afirma que su sello apuesta a él como el “artista
que va a resurgir”. Dijo a la revista Semanario:
“Yo creía que había vivido todo, porque
quemé etapas. Pero ahora me doy cuenta que la vida
recién empieza”. Cuando escuchemos el nuevo
disco podremos confirmar o negar la veracidad de este
enunciado.
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