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Johnny Miqueiro  


Rubio, goleador, habitante de la casualidad.
El viaje de Johnny Miqueiro

La historia del puntero más famoso de la historia de Progreso es digna de ser contada. En su trayectoria, el rubio goleador fue verdugo y objeto de deseo de los grandes, rival de René Higuita, pionero en Ecuador, entrenador en Guatemala y máximo anotador en Japón... antes del nacimiento de Oliver Átom.

"Hablemos del Johnny, puntero derecho rubio de pelo largo bien cumbiero, fue seguramente la imagen del modelo que tomaron una década después para hacer casting para Chocolate, Mayonesa, Nietos, Quien y esas cosas excepto Bola 8 " nos dice Rómulo Martínez Chenlo, uno de los mejores periodistas deportivos de los emergentes en los intermitentes años 90.

Con su cuna futbolística en la Institución Atlética Sud América, Johnny compartió equipo con su hermano mellizo, también rubio, pero marcador de punta, Anibal y después pasó al sensacional Progreso del entonces futuro Intendente Vázquez.



"Muy rápido y con gol, guapo a pesar de la pinta de rubiecito manteca tuvo su momento de mayor esplendor futbolístico entre el 88 y el 92. En el 89 fue campeón uruguayo en el cuadro que había sido presidido por Tabaré Vázquez y en el 90 estuvo en la preselección mundialista, jugando por lo menos la Marlboro Cup en la que Uruguay fue campeón, en Miami", continúa recordando el floridense Chenlo. Verdad: Miqueiro no sólo fue campeón sino también goleador de aquel Campeonato Uruguayo 1989 y antes de Italia 90 tuvo sus dos partidos internacionales con la celeste.

En aquella oportunidad le tocó entrar ante la selección Colombia -dirigida por Pacho Maturana y con René Higuita en el arco- sustituyendo al Manteca Martínez. En el partido siguiente, jugado también en el Orange Bowl de Miami, el rubio orgullo de la Teja, volvió a ingresar (ojo los que ya tengan ganas de comentar en el boliche que Miqueiro enfrentó a Higuita y Conejo, los dos arqueros más emblemáticos -junto a Sergio Goycochea- del Mundial Italia 90; Conejo fue suplente en aquel partido). En sus minutos celestes, el goleador Miqueiro no anotó.

Nuevamente el pincel biográfico de Martínez Chenlo nos remonta como cometa hacia atrás y nos da una probadita del particular gusto ambiguamente épico y borroso del perfil de Miqueiro en sus años de gloria en el fútbol local: "Creo que el pase más grande que tuvo fue a Defensor -nos dice Rómulo-, aunque es posible que finalmente se haya puesto la camiseta de Nacional en algún periodo muy oscuro, aunque no lo creo. Lo que pasa es que siempre fue objeto de deseo de Nacional y Peñarol porque les hacía muchos goles. Si mal no recuerdo a Nacional le hizo dos veces un triplete, uno en el Paladino -el día del nacimiento de su primer hijo- y otro en el Parque Central. A Peñarol también lo vacunó muchas veces incluida la tarde en que el entrenador de los balcanes -en ese tiempo le decían 'yugoeslavo'- Petrovic, con gloriosos antecedentes europeos, que había venido a dirigir a Peñarol -año 92- fue a jugar a la cancha de Progreso y adjetivó aquello como 'catástrofa'...".

Como señala Martínez Chenlo, su carrera futbolística tuvo un pico importante a comienzos de los 90. De todas formas, la ola del Johnny no le alcanzó para llegar a jugar el mundial o para pegar el salto a un equipo europeo, pero sí para dejar una huella en varios corazones.

El amor despertado por este puntero derecho queda patente en la historia de un hincha de Progreso -recordada por un dirigente del club para El Portal- que quiso ponerle a su hijo Johnny Miqueiro, así nomás, de nombre de pila. En esa oportunidad el Registro Civil se lo prohibió. El hecho sólo sirvió para postergar la concreción del anhelo del fanático gaucho. El feliz y doblemente emotivo final de la historia llegó cuando el frustrado Johnny Miqueiro pudo ponerle ese nombre de pila a su hijo, nieto del original interesado en el particular nomenclátor.

El ídolo jugó hasta principio de los 90's en Progreso, momento en que se constituyó en pionero emigrante rumbo al incipiente mercado futbolístico japonés. Si, así es, antes que a Oliver Átom los japoneses conocieron a Johnny.

En el fútbol nipón, el espíritu goleador y rubio de Miqueiro brilló a gran altura. Llegó al PJM cuando el equipo estaba en la divisional "C" y fue goleador de la liga en la campaña que llevó a su equipo a la "B". Al año siguiente repitió la hazaña y su equipo llegó a primera división. Fue justo en ese momento que se suscitó un problema por el cupo de extranjeros del equipo, que se vio obligado a elegir entre el Johnny y Lalo Maradona, hermano del gran astro. Los japoneses, marketineros ellos, se quedaron obviamente con el nombre y desecharon al jugador. Y eso que Lalo nunca dio pruebas contundentes de no jugar sólo con el apellido, pero bueno, lo que vende vende (y los japoneses compran). Johnny se vino a Uruguay con la idea de volver a Japón, pero al tiempo lo llamó su representante para avisarle que no, que ya era.

Lalo Maradona         |             Oliver Atom


La siguiente escala en la carrera de Miqueiro fue Basáñez y de allí emigró como pionero a otro mercado del que en la actualidad -entre otros- provienen directamente el técnico de la selección (Jorge Fossatti se vino de Liga Deportiva Universitaria de Quito tras la renuncia de JR) y el del campeón uruguayo (Gerardo Pelusso dirigió al Aucas antes de agarrar Danubio): Ecuador.

Allí jugó en el EMELEC, que quiere decir EMpresa ELéctrica del ECuador; es como si la UTE tuviera un equipo peleando el Campeonato Uruguayo todos los años. Los eléctricos no le dieron muchas chances a nuestro goleador que de allí emigró a su destino actual: Guatemala.

Miqueiro no llegó a ejercer como jugador en Centroamérica, pero allí se recibió de técnico y comenzó a trabajar como profesor de educación física en algunos colegios.

Ya casi terminado el siglo, los dirigentes de Progreso y uno de los ídolos más importantes de su historia tuvieron un desencuentro. Aparentemente, promesas de una casa y un sueldo de mil dólares llevaron a Miqueiro a venirse desde Guatemala para jugar en el equipo de su época de gloria, pero su inserción no prosperó y tras 8 meses en Uruguay volvió a su país adoptivo.

Snif. A esta altura la historia de Johnny Miqueiro recuerda a la de Jaus Romo*, personaje de un cuento de Leo Masliah, que logra pasar inconmovible por hechos icónicos de la historia universal como una mezcla rara de angustia y cañita voladora, diría el marido de Natalia Oreiro.

Actualmente, Johnny dirige a un equipo de la Segunda División de Guatemala y trabaja en colegios promocionando el fútbol como deporte, en un contexto donde el béisbol, el básquetbol y otros deportes norteamericanocéntricos le llevan ventaja.

Allí vive con su segunda esposa, una guatemalteca llamada Cecilia con quien tuvo una hija hace algo más de un año. Los tres hijos de su matrimonio anterior, una de ellas nacida en Japón, viajaron para Guatemala hace unos años y hoy viven todos juntos. Su hermano mellizo, Anibal, vive en Lagomar y trabaja como entrenador de baby fútbol de City Park además de regentear la cancha de fútbol cinco del lugar. Ambos tienen hoy 40 años.

* Según Masliah: JAUS ROMO es una biografía que no omite la menor vicisitud ocurrida en la vida de este persa, desde su juventud hasta la senectud. Las referencias históricas hacen gala de la máxima exactitud, y el texto entero refulge por su pulcritud.

El relato pertenece al libro "La mujer loba ataca de nuevo".
 
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