Esta semana el turno es para,
 
 





Locomía


¿Cómo olvidar a Locomia? Nacidos en esa galaxia aparte que es Ibiza, los cinco melenudos españoles llegaron a la ironía máxima: usar (e institucionalizar en la moda) abanicos al mismo tiempo que unos trajes pesados e hiper calurosos.

Locomía nació en el año 1989 como grupo, si bien era un suceso que amenazaba las noches bailables desde el año 1984.

Su aspecto extravagante, cruza de piratas con diseñadores de modas, adornados por las coreografías acompañadas de abanicos, les dio mucha notoriedad al principio. De 1989 a 1992 los veranos sufrieron el síndrome Locomía, con esa mezcla de ritmos hispanos y música electrónica, que para muchos fue una muestra superlativa de mal gusto.

Prácticamente no había rincón en el mundo occidental en el que no se escucharan temas como “Rumba Samba Mambo” o “Loco Vox”.

 


En 1992, luego de haber editados dos discos y “conquistado” América Latina, en la que se desató un verdadero furor, se desató la tormenta. Uno de los cuatro miembros originales abandonó la banda y se inició un juicio entre su creador (y uno de los cantantes) Xavier Font y el ex manager Manolo Gil.

Este último quiso crear a Los Locomia II al verano siguiente, pero la idea fue un fracaso y los originales se disolvieron.

¿Qué se hizo de ellos? ¿Qué sucedió con los Locomia? La respuesta va a helar la espalda a más de uno.

¡Locomia regresó! Acaban de editar un disco llamado “Corazón” y están de gira. Aquellos que esperan ver a lo viejos Locomia, semi disfrazados, se llevarán una sorpresa.

Con un look que se asemeja más a las bandas de teen pop actuales, dejaron de lado la vistosidad conocida. De los integrantes originales en realidad queda uno solo y su creador Xavier Font.


 


Los miembros originales se hallan desperdigados y tuvieron diferentes destinos. Francesc Picas, el de pelo largo, intentó una carrera solista y aún sigue intentándolo, aunque estuvo a punto de volver a la formación original. También es escritor y poeta, en cuyos círculos artísticos no le fue fácil introducirse, de acuerdo a sus antecedentes.

Santos se convirtió en bailarín de la TV española, y prosigue esta carrera intermitentemente. Carlos Armas formó un curioso grupo llamado “Vatikano”, para luego abandonarlo dedicarse al rubro empresarial.

Locomia volvió, y a nadie le extrañaría que a lo largo de este verano alguna discoteca deje sonar algunos de los acordes inconfundibles. ¿Los abanicos? Bien, gracias.
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