El
paisaje
En las costas de Rocha, doscientos sesenta kilómetros al este de
Montevideo, una punta de tierra entra al océano más allá
que cualquier otra. Es un cabo, un jirón de continente cercado
por el mar, lugar de cielos abiertos y cambiantes donde el viento nunca
cesa.
Hay otras versiones, pero no es improbable que el nombre le venga de un
capitán Joseph Polloni cuya nave llegó a sus costas para
morir el verano de 1753, averiada en las restingas rocosas que protegen
el cabo del lado del mar. Para los navegantes de siglos pasados, el paraje
señalado por ese extremo de dunas incomparables fue un lugar maldito.
Allí los naufragios se repetían y en sus playas brillaban,
por las noches, luces inexplicables, malas. Más tarde se dijo que
los destellos no eran otra cosa que la fosforescencia nocturna que provocan
los restos óseos de las faenas de ganado. Esta leyenda dio nombre
a una de sus playas, la que lleva hacia Valizas, llamada hasta hoy de
la Calavera.
Del lado del continente lo resguarda una formidable extensión de
arena, restos de dunas cuyo tamaño colosal no se conocía
en la región. Su esplendor, sin embargo, no las puso a salvo del
preciso equilibrio del que dependían. Todo era / es una cuestión
de vientos, de circulación de arenas, de reposición de playas
que el mar desgasta. Alguien vio en el Polonio una tierra estéril
antes que un paisaje excepcional y plantó árboles. El monte
cortó los pasos de viento, las arenas dejaron de volar, las dunas
de moverse y las playas de recuperar la arena que necesitan para hacer
frente al incesante trabajo del mar.
"Tenemos una forestación que ha comido la duna. Todos los
que somos de acá lo podemos decir. Y esta forestación que
destruye la duna ha sido realizada por el Estado con un criterio que alguna
vez se manejó de que la forestación era riqueza, especialmente
en estos lugares que se consideraban estériles, en los arenales.
En ese momento creo que se desconocía, parecía que la arena
era árida y había que sacarle algún provecho con
la madera. Pero ahora ya se conoce y debiera tomarse medidas." (Dayci
Vivas, vecina del lugar).
Las dunas del Polonio se están muriendo. Donde actualmente hay
planicies que el viento barre, había montañas. Los científicos
de la Universidad de la República explican:
"La forestación es el principal escollo para el funcionamiento
del sistema. La dinámica del sistema dunar depende, fundamentalmente,
del movimiento de las arenas. La cortina de árboles cortó
el tránsito que aseguraba la reposición y las dunas quedaron
expuestas a la erosión del viento y del mar. Por esta razón
están desapareciendo. Pero las consecuencias son más graves
porque el Polonio es el nudo cibernético de la zona que va desde
La Paloma hasta Punta Palmar, es el gran abastecedor de arenas para ese
tramo de costa. Por lo tanto, es toda esa franja de playas la que se está
erosionando más aceleradamente."
"Si a esto le agregamos, en el caso del Cabo y de otras áreas,
la destrucción del cordón dunar (se refiere a la primera
pared de arena que protege la costa de las crecidas), provocada por diversas
razones, podemos entender por qué el mar se mete cientos de metros
más de lo que lo hacía antes. En un plazo que puede estimarse
en décadas es muy probable que el Polonio se estrangule y se convierta,
nuevamente, en una isla."
(Entrevista con el Prof. Daniel Panario y la Geógrafa Ofelia Gutiérrez,
investigadores de la Facultad de Ciencias).
Los pobladores
Actualmente, la población estable del Polonio alcanza a unas ciento
veinte personas, cien adultos y veinte niños. Los diferentes servicios
vinculados al turismo, la pesca artesanal y los trabajos rurales, la producción
artesana y la producción artística son, en ese orden de
importancia, la base de su economía.
Un puñado de familias de pescadores y antiguos loberos reside en
el lugar, en algunos casos, desde hace más de cuatro décadas.
De otra parte, el deseo de construir un estilo de vida alternativo al
de la ciudad condujo a una porción de los habitantes actuales a
establecerse allí. Esta apuesta idealista a favor de una mayor
cercanía con la naturaleza, la posibilidad de un relacionamiento
social más comunitario, la disponibilidad plena del tiempo, el
trabajo y la creatividad propios, se combinó con la facilidad que
existía para instalarse sin poseer más que la destreza de
construir la propia casa. A cambio de esto, la ausencia de servicios (luz,
agua, comunicaciones, salud) y un invierno inclemente, era un precio que
valía la pena pagar. En esas circunstancias la cooperación
entre los vecinos, ordenada por encima de las simpatías personales,
se convierte en un recurso de subsistencia que compensa la falta de comodidades.
Dice Dayci Vivas:
"Sentirnos aislados hace que el vínculo entre los vecinos
sea fuerte, intenso. No importa que, de pronto, uno esté en una
relación que no es propiamente de amistad o, incluso, hasta de
antipatía con algún vecino. Aún así, ese ser
humano es imprescindible en la vida porque somos pocos y todos contamos
con todos. Aquí estamos enfrentados a cosas como las crecidas del
mar, los temporales de viento que a veces son desastrosos, con voladuras
de techo; o momentos en que uno ni siquiera puede salir del Polonio porque
está muy difícil. Es decir, con factores externos a lo humano
con los que uno tiene que lidiar cotidianamente. Entonces, el valor que
adquiere cada vecino va mucho más allá de la amistad o afinidad
que tengas con él. Hay una necesidad básica, primaria, del
congénere, para subsistir."
La
amenaza de desalojo
Los vecinos del Cabo Polonio no son propietarios legales del espacio que
ocupan. En los últimos años, el asentamiento ha sido fuertemente
cuestionado. Aunque hasta ahora la tirada de casas no afectó viviendas
de residentes estables, las acciones administrativas y judiciales emprendidas
por el Estado y por particulares ya dieron lugar a tres instancias de
demolición de construcciones y prometen continuar.
El conflicto aparece públicamente como motivado por razones ambientales
y, en segundo plano, referido al derecho de propiedad sobre los terrenos.
Sin embargo, intereses económicos latentes, relacionados con una
explotación turística de otro estilo que la actual, han
sido manifestados desde el propio gobierno y parecen una explicación
más verosímil que el repentino e inconsistente desvelo ecológico.
Las arenas producen espejismos y hay quienes soñaron para el Polonio
un balneario estilo Long Island.
Mientras tanto, los aspectos sociales del conflicto se soslayan, se ocultan
o simplemente se ignoran. Los procesos legales, las demoliciones y el
modo como el Estado se ha conducido hasta el momento representan una posibilidad
real de que, a corto plazo, la comunidad allí radicada sufra cambios
drásticos o, directamente, sea expulsada. Visto desde un punto
de vista social, lo que está en juego no es la perdurabilidad de
ciertas construcciones sino la continuidad del conjunto humano arraigado
en el lugar.
Residentes permanentes y residentes temporarios
La población del Polonio depende económicamente de la afluencia
turística. Aún aquellos hogares que obtienen sus recursos
de la pesca no pueden prescindir de los ingresos aportados por los veraneantes.
Esta circunstancia liga la continuidad de la comunidad estable a la suerte
de la población temporaria y vuelve falaz la promesa de que los
vecinos serán resguardados. Dice Dayci Vivas:
"Las autoridades han dicho que la población local sería
protegida pero que serían eliminadas el resto de las viviendas.
Nosotros, que dependemos de los veraneantes para subsistir, necesitamos
que si se suprime esa fuente de trabajo se nos posibilite otras antes.
No podemos esperar a que desaparezca aquello de lo que comemos para después
ver si resolvemos el problema porque tenemos que comer todos lo días."
Pero las relaciones que unen a los vecinos con los visitantes tienen,
además, un significado cultural y afectivo no menos vital para
la comunidad:
"Los residentes temporarios, la gente que con nosotros también
hizo posible que el Polonio actual existiera, tienen un arraigo y un vínculo
tan intenso con los pobladores estables que para nosotros sería
desastroso que no estuvieran. Esas personas han enriquecido el lugar con
su esfuerzo, con su cultura, con su estar, tanto quizá como los
que vivimos siempre acá. Yo tengo tres nenes y puedo apreciarlo.
Cómo los niños llegan a entender tantas cosas sobre la vida
y sobre el mundo gracias a ese intercambio tan mezclado y tan fluido."
La singularidad social del Polonio no va a la zaga de la excepcionalidad
de su paisaje. Grupos originalmente dispares, paisanos, loberos, pescadores,
artesanos, trillan los mismos fatigosos caminos de arena y alcanzan un
original grado de integración.
Adicionalmente, el Polonio es un lugar de encuentros inesperados entre
gente que vive al otro lado de las dunas, en una lejana proa de tierra
que entra al mar, y gente que llega de diversos sitios, en algunos casos,
para volver a lo largo de años. La mentada magia del lugar ocurre
en casa de Chela, de Dayci Vivas, de Aldo Grau, tal como ocurría
antiguamente en los carros de Benicio Pereira o de Fonseca. Allí
se tocan y se entrelazan historias de vida que provienen de mundos diversos.
Si las fronteras actuales de Cabo Polonio desbordan las de su geografía
es porque algunos de esos encuentros improbables fueron amores para siempre.
Los vecinos lo dicen con elocuencia, conmovedoramente:
"Si nos dejan totalmente solos nos morimos de hambre pero también
de tristeza porque todo el funcionamiento de esta comunidad es con el
refresco del ir y venir de la gente, y con las relaciones y las amistades
que se entablan, que no son fortuitas ni de momento sino de muchos años".
(Dayci Vivas)
La cuestión de la propiedad
Los juicios, se sabe, son largos y la tarea de los jueces extremadamente
engorrosa. El argumento judicial relativo a los terrenos de Cabo Polonio
puede reconstruirse, sin embargo, con cierta sencillez.
1) La propiedad no está en juego. La parte principal de Cabo Polonio,
unas ochocientas hectáreas, tiene tres dueños. Dos privados:
Tisnés y Pertusso, y uno estatal: INAPE / MGAP. Nadie lo discute.
2) Desde hace cinco décadas los terrenos de Pertusso y Tisnés
están designados para expropiar por una ley que los declara de
interés público, pero la expropiación nunca se completó.
3) Los tres propietarios iniciaron juicios para recuperar la posesión
(la disponibilidad, el uso, no la propiedad) de los predios, actualmente
repartida entre unas trescientas casas.
4) Lo único que los jueces deben decidir es si el desalojo se hace
con o sin indemnización.
Dice un viejo visitante del lugar:
"Es difícil apreciar con la mentalidad de ahora lo que era
en aquel momento. El veraneo en el este es una cosa relativamente nueva.
El otro día leí una encuesta que decía que la mitad
de la población de Montevideo veranea fuera de la ciudad. Hace
treinta años eso no existía. La gente iba a la playa Malvín,
Ramírez o Carrasco. Cabo Polonio eran unos arenales que no valían
nada a los cuales nadie iba, salvo unos locos. Era la parte que no servía
de los campos. Más adelante, viendo títulos, aprendí
que era la parte sin valor que le encajaban a los herederos menos afortunados
en las sucesiones, porque lo que valía eran las pasturas."
"El tema de la propiedad es un tema de abogados. Para mí el
problema no es la propiedad. Con el Chiche, el Rubio o el Contento (se
refiere a vecinos del Polonio) hace treinta años que nos conocemos.
Ahora nos juntamos a recordar cómo éramos cuando teníamos
más pelo y menos barriga. Lo que te quiero decir es que si nos
echan, nos sacan un pedazo de vida, cuando ya es bastante que la gente
se vaya muriendo. Nosotros hicimos las casas porque nos dejaron, porque
se podía, porque en aquel momento aquello no valía nada.
Ahora vale, porque hubo gente que empezó a ir. Lo que intentan
destruir no son las casas sino un organismo vivo que creció ahí,
que son los que están y los que vamos, y ninguna de las dos partes
funciona sin la otra."
Los juicios se encuentran en diferentes etapas. El iniciado por INAPE,
a pesar de ser el más antiguo, no pasa todavía la primera
instancia. La acción emprendida por los herederos de Pertusso,
fallada a su favor, fue apelada por la defensa. El juicio de Tisnés
espera su resolución en la Suprema Corte. En cualquier caso, si
el futuro de Cabo Polonio se jugara exclusivamente en el plano judicial,
los pobladores estables y los otros tendrían sus días contados,
con indemnización o sin ella.
Cuando se conozca el último fallo la realidad seguirá siendo,
sin embargo, que en el Polonio viven ciento veinte personas que son de
ahí, trabajan ahí, tienen sus casas, su descendencia, su
pasado y su identidad clavadas a esa punta de tierra.
Obviamente, los juicios no restituyen, tampoco, el daño ambiental.
En las sentencias pasadas y futuras no hay (no tiene por qué haber)
ideas, proyectos, ni políticas.
Salvo que el tema se trate fuera de los juzgados, con sinceridad política
y técnica, al final del largo paseo por los tribunales no hay otra
cosa que un desalojo triste, caro e inútil.
El proyecto de la Facultad de Ciencias
El más elaborado de los proyectos conocidos de manejo del área
fue realizado por investigadores de la Facultad de Ciencias a solicitud
de la anterior intendencia de Rocha. La propuesta tiene al menos tres
rasgos que, a priori, la hacen valiosa. 1) Es fruto de un trabajo de investigación.
2) Es un proyecto integral que considera los aspectos ambientales, pero
también sociales y económicos y de la gente que lo habita.
3) Fue puesto en común y discutido con los vecinos del Polonio
a través de una inusual experiencia de participación alentada
y llevada adelante por el propio intendente de entonces, Irineu Riet Correa.
La discusión con los vecinos rebajaba el óptimo técnico
del proyecto inicial - dicen los investigadores - pero convertía
a los pobladores en sus gestores y garantes, mejorando las probabilidades
de éxito de su aplicación.
El proyecto tiene dos ejes conceptuales. El primero de ellos es la defensa
de un turismo sustentable, noción que opone a la de turismo convencional.
"El turismo convencional - dice el informe - actúa repitiendo
las mismas costumbres urbanas y en consecuencia, los grandes impactos
ambientales pueden ser detectados con anticipación al hacerse una
proyección desde sus áreas iniciales de expansión.
A su vez, este tipo de turismo tiene la continua necesidad de búsqueda
de nuevos paisajes agrestes, que en poco tiempo son transformados en nuevas
áreas urbanizadas y artificializadas con la irónica pérdida
de los objetivos buscados, siempre en pro de brindar un "confort"
y "status" a favor de un reducido estrato social. El caso más
típico es el proceso que tuvo lugar en Punta del Este."
El turismo convencional devora el paisaje. En ese sentido se asimila a
una actividad extractiva encaminada al agotamiento de su recurso. Los
modelos de aprovechamiento turístico compatibles con la preservación
del ambiente son una alternativa novedosa en nuestro país. Su idea
principal es que el paisaje es un patrimonio común, extremadamente
frágil (en particular los ecosistemas costeros), que es preciso
cuidar.
El segundo eje conceptual del proyecto es la integración de la
población estable al nuevo modo de manejo del área:
"Todo el desarrollo turístico que ha venido realizándose
hasta el momento sólo ha repetido una concepción de turismo
segregativo y marginador de sus pobladores, en pro de su utilización
para brindar servicios básicos."
"De nuestro proyecto - dicen los autores - cada familia del Polonio
tiene una copia en su casa. Lo tomaron, lo entendieron, lo hicieron parte
de sí. Se hicieron varias reuniones en Polonio con la presencia
del propio intendente, que llegaba e iba casa por casa a buscarlos. Se
hacían reuniones de sesenta, setenta personas y se discutía
el proyecto. Se exponía y los vecinos opinaban. Lo que finalmente
propusimos fue resultado de una transacción donde todos cedieron
un poco, nosotros también. La propuesta final no era el ideal pero
tenía el valor increíble de estar pronta para ser implementada
porque contaba con el apoyo de todas las partes: los pobladores, los visitantes,
la intendencia."
A grandes rasgos, ¿cuáles eran las propuestas principales
del proyecto?
"Te digo los títulos: 1) Eliminación de parte importante
de la forestación y restitución de la dinámica del
sistema de dunas. 2) Reubicación de una parte importante de las
casas de los pobladores estables. 3) Reubicación de parte de las
casas de los turistas porque la economía local depende en buena
medida de esas casas: de su cuidado y alquiler a cargo de los pobladores.
Nuestra propuesta era que los mismos propietarios, cuando no utilizaran
sus casas, las alquilaran parcialmente en beneficio de los residentes.
De ese modo, aún con menos casas, se obtenían mejores ingresos
para la población estable. 4) Estando ésta solventada en
parte por ese ingreso, podía realizar diversas tareas relacionadas
con el restablecimiento del sistema y el cuidado del lugar. 5) Fijamos
algunas entradas al área, su rotación, una determinada carga
máxima de población.
Es un proyecto integral que prevé la conservación del lugar
y de la cultura local en la que hay elementos muy interesantes. Los pescadores,
que en verdad son paisanos dedicados a la pesca. Los artesanos, con todos
los elementos de su forma de vida y con muy buenos trabajos. Y una diversidad
de visitantes. Sin romanticismo, la interacción entre todos los
grupos es muy interesante y muy original."
Uds. recomendaron, también, reubicar ciertas casas. ¿De
qué manera afectan las casas el funcionamiento del sistema?
"La Playa Sur se alimenta con las arenas que trae el viento noroeste,
que sopla desde las dunas hacia el mar. Algunas casas cortan ese paso
de viento. Segundo: cuando la gente pasa de la casa a la playa por encima
del cordón dunar mata la vegetación, con lo cual la arena
se vuela. Con el propósito de tener mejor vista algunas casas,
incluso, las levantaron sobre el propio cordón. Cuando el mar encuentra
un punto duro, hace un arco por el costado y provoca una erosión
mayor, por eso cada vez que el agua llega a una casa hay que retirarla
inmediatamente."
"Pero las casas, siempre lo dijimos, son un problema muy secundario
respecto al monte. El monte es el gran problema. Sacar las casas es como
curar de un resfrío a un paciente cuya vida depende de una cirugía
mayor. Del resfrío no se va a morir. Y es, además, una pequeña
parte de un programa integral de manejo del área. Cuando en un
ambiente tan complejo desde el punto de vista ambiental, pero también
social y económico, se ejecuta una sola de las medidas que se requieren,
el resultado puede ser peor que no hacer nada."
¿Por qué naufraga el proyecto?
"En primer lugar porque el MGAP no acepta la propuesta. En aquel
entonces había buen entendimiento entre la intendencia de Rocha
y el MVOTMA, pero nunca se logró una buena interacción con
el MGAP que también tiene jurisdicción en la zona. En segundo
lugar, porque terminó el período de la intendencia de Riet
Correa. Cuando asumió Puñales desconoció el contrato
con la Universidad. También debido al cambio de autoridades en
el MVOTMA.
A esto habría que agregar que la legislación nuestra en
materia ambiental es anticuada, no da cuenta de la problemática.
El proyecto tenía el valor de ser un antecedente de manejo válido
para futuros emprendimientos."
(Entrevista con el Prof. Daniel Panario y la Geógrafa Ofelia
Gutiérrez, investigadores de la Facultad de Ciencias).
Final
En Cabo Polonio confluyen actores con intereses diversos y contradictorios.
Los espacios costeros agrestes suelen acelerar el pulso de los inversores
turísticos. Herederos de tierras cuyos antepasados nunca imaginaron
que los arenales multiplicaran el valor de las pasturas hasta alcanzar
cifras inconvertibles, desempolvan sus títulos. Cierta clase media
deslumbrada con el lugar, desertora del turismo caro, multitudinario y
urbanizado de otras zonas de la costa, afirma, con razón, que construyó
a vista y paciencia de propietarios ausentes, cuando aquello no valía
nada. Asentada en el lugar desde hace largos años, una singular
comunidad de vecinos económica y afectivamente enlazada a los visitantes,
defiende sus modestos medios de vida: antiguos loberos, paisanos convertidos
en pescadores, pescadores vueltos artesanos, artesanos y artistas que
abandonaron la ciudad y en ocasiones suben, también, a las barcas.
El Estado, por su parte, no permanece neutral. Más o menos inmovilizado
por líos burocráticos de jurisdicciones que se superponen
y ausencia de leyes ambientales adecuadas, optó por el desalojo,
pero se lo encargó a los propietarios privados.
El problema es complejo; sin embargo, puede simplificarse considerablemente
definiendo los objetivos con sinceridad política:
¿Cuáles son los bienes en juego que, como sociedad, vale
la pena resguardar? ¿Debe optarse por la recuperación del
paisaje incomparable del Polonio o por una forestación que lo destruye?
¿Por un turismo que preserva su recurso y respeta la identidad
del paisaje, o la inversión sin frenos? ¿Por un estilo de
veraneo que es parte de la originalidad y encanto del lugar o su conversión
al turismo convencional? ¿Por la integración de la comunidad
a un proyecto racional de manejo del área o su desalojo por fuerza
o inanición?
Y tras los objetivos, las estrategias. Hay, como siempre, una alternativa
dialogadora de resolver el conflicto. Requiere que los actores se reconozcan
entre sí y presenten sus razones con franqueza. Requiere, también,
que las argumentaciones puedan sustentarse técnicamente.
Mientras el tiempo pasa y esto no ocurre el viento del Polonio no cesa
de soplar, las dunas de volarse y los juicios de marchar hacia su desenlace:
un desalojo triste, caro, inútil.
Ricardo Antúnez
[email protected]
setiembre 1999
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