Contenido creado por Inés Nogueiras
Salud

Lo que calma es el frito

Por qué comemos por estrés y cómo combatirlo

El estrés suele llevarnos a comer de más o elegir alimentos nada saludables para ''calmarnos''. Expertos explican por qué sucede y cómo intentar combatirlo.

24.07.2015 12:15

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2015-07-24T12:15:00-03:00
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Montevideo Portal

"Es perfectamente humano querer evitar el dolor y buscar alivio", explica la nutricionista estadounidense Minh-Hai Alex, en declaraciones a la CNN. "Comer por estrés generalmente pasa cuando queremos desconectarlos del momento. Es como cambiar un canal en nuestro cerebro para modificar cómo nos sentimos", agrega.

Por su parte, la psicóloga Melissa McCreery puntualiza que el estrés activa las glándulas suprarrenales para liberar cortisol, lo que incrementa el apetito. También altera los niveles de grelina, hormona vinculada al control del apetito. Además, si el estrés altera nuestros ciclos de sueño, la predisposición a un apetito descontrolado es mayor.

Esta profesional agregó que el estrés merma los recursos cognitivos necesarios para mantenerse enfocado y resiliente, así como para desarrollar soluciones creativas a los problemas. Por eso, recurrir a la comida -generalmente de la peor calidad nutritiva- suele sentirse como un remedio más fácil y accesible que idear un plan para combatir el problema.

¿Por qué acudimos a fritos, harinas y azúcares refinados en situaciones de alto estrés? La nutricionista Alex explica que este tipo de comidas aumenta la liberación de dopamina, neurotransmisor que produce sensación de bienestar. De este modo, el cerebro busca una "recompensa rápida" cuando se ve abrumado por los problemas cotidianos.

¿Cómo combatir (o intentar combatir) este proceso? Esto es lo que sugieren las expertas:

1. Concentrarse en el problema real: "Comer por estrés no es el problema primario sino un síntoma de necesidades insatisfechas", destaca Alex. Preguntarse a uno mismo "¿cómo me siento?" o "¿qué estoy necesitando?" ayuda a descifrar qué emociones están invitándonos a recurrir a la comida.

2. Pensar a largo plazo: Cuando las ganas de comer atacan, hay que tomarse un minuto para pensar en el futuro, ya sea recordar las metas de alimentación saludable o descenso de peso, o cómo queremos lucir en las próximas vacaciones. Esto puede ayudar a sacarnos un instante del momento en que nos encontramos y a invitarnos a realizar decisiones más saludables sobre los alimentos que elegimos.

3. Recurrir a técnicas de "mindfulness": Actualmente es muy popular la meditación mindful, que ayuda a reducir el estrés tras alcanzar, respiración mediante, un estado de concentración en el aquí y ahora. Esto funciona tanto para reconocer si sentimos hambre real como para comer menos cantidad o mejores alimentos.

4. Ser "bueno" con uno mismo: "La autocompasión puede disminuir la necesidad de comer por estrés", destaca Alex. "Cuando eres bueno y tolerante contigo mismo es mucho más fácil resistir a la urgencia de desconectar mediante la comida", agrega. Y, si sucumbimos al alimento, siempre es bueno recordarnos que suele pasar en ocasiones y no culparnos o autocastigarnos por el desliz.

5. Si todo lo anterior falla...: Si no podemos evitar comer por estrés, las expertas sugieren que intentemos disfrutar realmente de lo que elegimos. "Siéntate, relájate y saborea el helado", comenta McCreery. Eso puede favorecer que elijamos pequeñas porciones para deleitarnos y no continuar comiendo en exceso sin siquiera disfrutarlo.

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