Harriet es la tortuga bicentenaria que Charles Darwin llevó de las Galápagos a Inglaterra y que evolucionó hasta adoptar la apariencia de una anciana capaz de caminar, hablar y pensar.
A través de los ojos de Harriet la obra recorre los principales hitos del siglo XX: la revolución industrial, el ascenso del nazismo, la Guerra Civil española, la caída del Muro...
Al tratarse de un extraordinario caso de estudio para la ciencia, Harriet será objeto de disputa entre un historiador, un doctor, y una mujer con ambiciones mediáticas, dispuestos a aprovecharse de esta peculiar tortuga-mujer para cubrirse de gloria.
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La tortuga de Darwin está basada en el texto de Juan Mayorga, ¿Qué te atrajo?
Admiro a Juan Mayorga, su obra, su compromiso ético tanto con el mundo de las ideas como con el lenguaje teatral en particular. Buscaba un texto para ofrecerle a Ana Rosa -con quien queríamos trabajar juntas- y me encontré con La Tortuga de Darwin. Se lo envié y le encantó. Allí empezó este viaje.
¿Qué me atrajo del texto? La forma elíptica, poética de hablar de política a través de una historia que bien podríamos llamar fábula. Y por supuesto en algún lugar me sentí identificada con la tortuga. No es que yo esté por cumplir 200 años... pero puedo entender a una mujer que ha vivido, que ha viajado de aquí para allá y que lleva su casa y sus recuerdos en su caparazón. Harriet ha vivido la vida en episodios, pero en cada uno entregó todas sus emociones aun para darse cuenta al final del episodio que estaba equivocada.
Harriet vive 200 años -que son muchos- y encima atraviesa momentos trascendentales de la historia. ¿Cómo construyeron la obra?
Como todo buen texto, te ofrece varias dimensiones de reflexión y de trabajo práctico. Te diría muy en síntesis que se trabajó sobre el paso del tiempo, la evolución, las relaciones entre los personajes, el contar recuerdos, el evocar... Y los temas políticos e históricos presentes.
Me interesaba mucho entender qué significaba desde el punto de vista teatral esta puesta en escena. Es una tortuga que viaja 200 años por Europa... Estamos hablando de los temas esenciales del teatro: espacio y tiempo.
Le pedí al artista Marco Maggi poder utilizar una de sus obras en la estética del escenario y me envío una, en siete etapas, que me hablaba claramente de la visibilización del tiempo. Eso me dio una pista importante. Yo pensaba continuamente en la piel de la tortuga como testigo del paso del tiempo y recordaba que hace años, cuando conocí a Marco en Nueva York allá por 1995 creo, le pregunté qué estaba dibujando y él me dijo: "mapas del futuro". Continuamente unía la piel de la tortuga con esos mapas y ese cuadro de Marco que tengo en casa. Este me permite unir el concepto de tiempo, de espacio y de cartografía teatral de Mayorga. Eso de que crear una puesta en escena es como crear un mapa para que la gente visite un lugar desconocido. Como en todo mapa decidimos qué poner y qué sacar. No es una foto, es un mapa.
¿Cómo se desarrolla el argumento?
Son cuatro personajes en escena, magistralmente creados por Mayorga. Cada uno tiene una evolución, un desarrollo, un cambio. Sergio Pereira en el papel del profesor de Historia; Fernando Amaral en el papel del doctor y Carla Moscatelli en el papel de la esposa del profesor llenan de gracia y de profundidad a los interlocutores de Harriet. Ana Rosa en el papel de Harriet nos lleva de viaje y nos ofrece una sofisticada mezcla de ser humano y de animal de una manera tan sutil que creo no se ha visto mucho en el teatro.
Desde el punto de vista temático, Mayorga nos ofrece varias líneas para crear un concepto fuerte que impregne todos los elementos de la escena. Es un teatro histórico y la música original creada por Queyi está alimentada por el ritmo de la tortuga, de la peripecia de la fábula y de voces de la historia, de alguna manera siento que nos metemos en el cerebro de la tortuga que lleva 200 años mirando y escuchando discursos varios.
El diseño del espacio escénico busca respetar el signo de la fábula, la magia de lo no totalmente real. Esto lo hicieron posible la escenógrafa Lorena Lungo, el video artista Lucas Carrier y la vestuarista Viky Falkin. Cuidando cada detalle. Que sin querer entrar en la discusión entre creacionistas y evolucionistas: digamos que en el teatro es válida la frase: "Dios está en los detalles".
Hace unos meses dirigiste De algún tiempo a esta parte, donde un tema tan analizado como el nazismo se revive a través de un personaje que no habla de política sino de lo que vive en su casa, con sus vecinos, la pérdida de su historia... En La tortuga de Darwin también hay un archivo histórico y una perspectiva singular de contar incluso la historia más reciente. ¿Hay quizás algo en la historia, la política o en las perspectivas que te atraiga especialmente de escenificar?
Si, justamente como te decía antes me interesan las elipses de Mayorga y los textos que logran conmoverte sobre un tema sin llegar al discurso frontal que puede tener un documental. El holocausto es imposible de "representar". Mayorga lo dice en varios de sus escritos y conferencias. Sería una falta de respeto a las víctimas. Mostrar directamente lo que pasó sería pornográfico, imposible. En el caso de la obra de Aub, De algún tiempo a esta parte, a través de la peripecia de Ema podemos pensar en la falta de sensibilidad de una ciudad culta como Viena en ese momento tan oscuro de la Historia.
Aquí Mayorga nos propone mirar la Historia desde abajo, desde la altura de una tortuga, o sea que lo primero que nos propone es mirar pero cambiar el encuadre al que estamos acostumbrados. En Comunicación Política el encuadre, el "framing" lo es todo. Cuando abrís un diario y mirás los titulares, las fotos que eligieron para la primera plana. Imaginemos un diario visto desde los ojos de una tortuga. Cómo serían esas fotos, como serían esos titulares...
Hay también en esta obra un trasfondo de las inquietudes universales y del conflicto de creación y evolución. ¿Se llega a algún tipo de conclusión? ¿A qué público creés que puede atraer más?
No. No se llega a una conclusión si Dios existe o si todo es azar y competencia. Cada uno se irá a su casa pensando, si quiere pensar, en lo que quiera, en la evolución, en el progreso, en las ideas políticas del siglo XX... El teatro es eso. Es una asamblea. Y creo en la libertad de la asamblea. Por eso el teatro es política pura.
*La tortuga de Darwin se estrena el 12 de agosto en el Teatro Alianza. Es una obra de Juan Mayorga bajo la dirección de Mariana Wainstein con la actuación de Ana Rosa, Sergio Pereira, Fernando Amaral y Carla Moscatelli.
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