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Semblanza
La reina con tacos altos
Pepi Gonçálvez*
“Il faut sufrir pour être belle” hay
que sufrir para ser bella, escuché decir
alguna vez. Para Marta Gularte los tacos altos son,
simplemente, una extensión de sus privilegiadas
piernas. Fueron 50 carnavales en sus 80 fecundos años
de vida subida a sus inseparables taco-aguja.
Su mítico dormitorio colmado de trajes de luces
y plumas despampanantes tiene un sitio especial para
su colección de zapatos. Desafiando el vértigo
ella ha sido siempre la mujer que quiso ser. Nada le
impidió concretar su vocación de artista.
Ni ser negra; ni ser mujer; ni ser pobre ni ser huérfana.
Es al mismo tiempo una creadora y su propia obra. A
lo largo de su vida ha sido pionera, estrella, madre,
poeta, devota y mito. Ha revertido el orden subida a
los 12 centímetros contradiciendo aquello que
afirmaba Simone de Beauvoir sobre que las mujeres de
tacos no llegan lejos. Solamente se baja de las alturas
para entrar, humildemente, a la casa de Dios a rezarle
una plegaria.
*Productora audiovisual
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MARTA GULARTE
"Llamada para tí"
Marta, una cuerda de tambores
te acompañó, sin dudas, en tu viaje,
tu último desfile de colores,
esta vez, entre estrellas realizaste
y exhibiste el fulgor de tus fulgores,
¡tu gracia...la de siempre!, desplegaste
para que hiciera Rosa Luna, entonces,
un gesto reverente a tu pasaje...
..Y Pedrito Ferreira, con sus sones,
fue con la "Negra Johnson" a encontrarte...
lonja y madera con campanas de bronce
se unieron para ti en aquel instante...
Te sonrió Mateo, -el de la noche-,
ese bohemio...¡autor incomparable!...
El "Macho" Longo compartió emociones
evocando gloriosos carnavales.
¡Aquel "Marta Bombón"! de
mil sabores
que a Hugo Alberto Valle le escuchaste
uniéndose a tu cuerda de tambores
Juan Burgueño...Gavioli...los Andrade!...
...Y regresó del ayer la niña pobre,
-la del Asilo Dámaso-, a buscarte
para darte el regalo de los Dioses...
un "Medio Mundo", igual ¡pero intocable!
Tu sonrisa iluminó la noche...
la acompañó Figari, ¡ese notable
pintor sobresaliente entre pintores
que honro, inmortalizando, a tus iguales!
¿Para qué esperar mas? pensaste entonces
y con tu gracia de siempre ¡penetraste
bajo el tronar colosal de los tambores!...
¿quién te lo iba a impedir,
Marta Gularte!
JUAN ANTONIO INFANTE
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Muere con Marta Gularte un
pedazo grande del carnaval montevideano
Por Miguel Unamuno | Desde Buenos Aires
Una de las expresiones más puras del
folclore uruguayo y, por ende, rioplatense, es su tradicional
carnaval, enriquecido por las llamadas de las comparsas
primitivas de negros y, actualmente, común y
alegre pertenencia de la comunidad montevideana en general.
A
lo largo de su pasado histórico y étnico,
esos grupos festivos insertaron y prolongaron el espíritu
de la raza africana y lo contagiaron a través
del mestizaje. Bailes, cantos, celebraciones ruidosas
y coloridas calentaron el alma popular y, a la vez,
permitieron el surgimiento de personajes que resultaron
inolvidables.
Una de esas figuras emblemáticas fue, sin duda,
Martha Gularte, la primera vedette que tuvo la carnestolenda
oriental. Había nacido en Tacuarembó el
17 de junio de 1919, tuvo una infancia pobre, se alojó
en varios orfanatos y, a los catorce años, ingresó
de manera espontánea e inesperada en el mundillo
de la farándula. Ella misma solía recordarlo,
en apretada síntesis: “ Me puse un vestido
de encaje negro y un par de zapatos de taco alto y me
fui a un teatro ( donde se realizaba un concurso de
bailes). No podía entrar porque era menor, pero
me abrí el tapado y, al verme, el brasilero de
la puerta me dijo: “ Voce va a ser la atracción
de la noche “. Salí al final, tiré
el tapado, me levanté la pollera y el teatro
fue un relajo .
Desde entonces, creció en simpatía y
ritmo, atrajo la atención hasta el delirio y
se convirtió en una imágen singular e
infaltable de la romería anual. Con justicia,
se la designó oficialmente “La auténtica
Reina del Plata”. El periodismo la asedió
con notas y entrevistas, y ella se explayó siempre
con idéntico talante y gracejo. Por la seducción
y el garbo de su idiosincrasia, se constituyó
en la integrante principal de la comparsa “Añoranzas
Negras”. Fue una auténtica revelación
porque, hasta su aparición, sólo existían
algunas danzarinas reconocidas.
Su trayectoria artística había arrancado
como bailarina de varieté, con gran éxito
en los cabarés chilenos, primero, y, más
tarde, en los montevideanos. De la mano del notable
bailarín Carlos “Pirulo” Albín,
entró en comparsas, en 1949. Su fama tuvo tanta
notoriedad y admiración su arte peculiar, que
fue tentada varias veces para proyectarse internacionalmente.
Entre esos ofrecimientos recordamos los del cantante
estadounidense Sammy David Jr. y el director musical
hispano-cubano Xavier Cugat cuya mujer, la despampanante
Abbe Lane, había sido contratada por la intendencia
local para ser la soberana del carnaval, aunque no pudo
superar el frenesí y la adhesión del pueblo
por Martha Gularte.
En muchos casos, esta extraordinaria figura de la otra
banda estuvo en Buenos Aires. Aquí compartió
escenarios con Juanita Martínez, Tito Lusiardo,
José Marrone y Alberto Anchart, entre otros,
demostrando sus habilidades, además, como bailarina
de charleston y zapateo americano y creando vigorosas
y atrayentes coreografías. En los últimos
años, integró el elenco de La puta vida,
un laureado filme de la cineasta Beatríz Flores
Silva.
Más allá del mundo frágil y mediático
de la escena, Martha atesoraba otro universo íntimo
y rico, que pudo manifestar líricamente cuando
publicó en 1999, su libro El barquero del río
Jordán. Canto a la Biblia, considerado por la
crítica como una “ obra que merece leerse
y releerse por la profundidad de su sencillez”.
Aquella su infancia de penuria y casi servidumbre ni
el fogueo de las marquesinas habían logrado quebrar
su fe religiosa: “ Yo no pedí ver -confesó-,
pero a partir de eso empecé a escribir. Fue una
forma de interpretar la Biblia de los niños”.
En la actualidad, estaba redactando sus memorias.
Como toda artista genial, autodidacta en la vida y
en el arte, le resultaba complejo explicar los motivos
de su vocación, el éxito y el fervor casi
idolátrico de su pueblo, ante el cual reiteraba
constantemente su vocación y orgullo uruguayos.
Resistió cualquier exilio aún con ventaja
económica o profesional. Pocos, como ella, sintieron
y expresaron la profundidad de la raíz vernácula
y la fidelidad a los ancestros.
Se la recordará, asimismo, como una cordial
anfitriona, pues su casa del Barrio Sur siempre estaba
colmada de visitantes, de amigos y colegas -como los
famosos Lágrima Ríos y Juan Ángel
Silva-, de gente anónima que congeniaba con sus
modales afectivos y sensibles. Su fama, a pesar de los
años, no había decaído. Ramón
Merica, periodista y escritor, recuerda que “ella
siempre, en el lugar donde estuviera, era el centro:
la gente la buscaba en el Mercado del Puerto en donde
ya era parte del paisaje, vestida de lamé, mucho
strass y tacos “alfiler” de quince centímetros”.
Martha justificaba su resistencia física con
un visible aunque arrogante dejo de melancolía:
“Salgo, pero voy caminando. Antes salía
bailando por la calle principal, que al final tenía
una fuente luminosa. Ahí un día me tiré
con ropa de plumas, porque me dolían los pies.
La gente se mataba de risa. Yo siempre me destaqué
por las cosas locas que hacía. Pero las hacía
de alma”.
El 19 de agosto ppdo., Martha Gularte, a los ochenta
y tres años, fue encontrada muerta en su tradicional
casona de Montevideo. Sin su presencia viva, aunque
sí del legado de su radiante carácter,
el carnaval uruguayo deberá acostumbrarse a su
alejamiento definitivo después de medio siglo
de asistencia perfecta. Pero las llamadas y las comparsas
quebrarán anualmente la monotonía insoportable
del olvido y rendirán su homenaje sin tregua
a su “primera vedette”, símbolo del
linaje popular.
Buenos Aires, 31 de agosto de 2002
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A Marta Gularte...
Un estandarte vuela a la luna.
En el desfile todos se apartan
y en la llamadas más que oportunas
cimbrea su cuerpo la hermosa Marta.
Morena ebúrnea de enormes senos,
ébano vivo, sinuoso arte.
Plena presencia del desenfreno
que nos convoca; Marta Gularte!!!
Que ya no hay dudas, penas ni agravios
cuando sonríen esos, tus labios!!!
Que las tus piernas, luces destellan
y que tus brazos realzan el aire,
segura, estoica, sublime y bella,
sensual y nuestra, todo donaire!!!
Negrona única, toda febrero
que a las estrellas dejas perplejas,
se va de bruces el gramillero
y soslayea la mama vieja...
Tu cuerpo grita luces febriles
y se entrecuzan los tamboriles!!!
Tu piel nos huele a sumo agrado
donde se mezclan mieles y flores,
tu piel nos duele por los tablados,
Marta de Ejido e Isla de Flores!!!
Aquí la muerte no es admitida
-invicta negra que con tu arte-
vuelves entera, recreas la vida
con tu cadencia, Marta Gularte!!!
José "Pepe"Alanís
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Marta Gularte: La llamada eterna
de la reina mayor
Renengando
del bronce de los mitos, la diosa negra de las llamadas
cuenta sin más su vida. Esa de todos los días,
de pobreza y desventuras para un libro de memorias.
Esa, que habla del abandono y la soledad, de infeliz
Fermina y de la artista profesional que supo ser. Empecinada
en defender sus sueños, además busca recursos
y coce galeras para un próximo espectáculo
que, a puro tambor, piensa presentar este año
en una sala céntrica. Son muchos sus poemas acumulados.
Su publicación es otra ilusión y otro
desafío. Lo demás lo ocupa su casa y sus
habituales visitas al Mercado del Puerto donde conversa
porque sí con nuevos desconocidos. Así
y todo, esta cristiana de siempre no falta a misa los
domingos.
Un Cristo envejecido recibe a quien llega hasta esa
puerta abierta. Junto al retrato, en la cima de la escalera,
Marta Gularte. De pie, con su sensual elegancia. Aun
entre casa el esplendor de sus años se pasea
en tacos altos. Allí, cerca de Carlos Gardel,
bien al sur de Curuguatí.
yo tenía en mi corazón
una tristeza muy honda,
una pena muy honda
porque otras niñas me dijeron
que por mi color
no podía jugar con ellas
a la ronda ronda
("La negrita y la casona de Isla de
Flores")
Hija de un negro brasilero y una blanca nació
en un lugar olvidado de paja y terrón de Tacuarembó
llamado Paso del Novillo. La muerte de su padre, la
separación forzada de su madre y su vida en asilos
cuantan la historia de Fermina Gularte, la mulata sirvienta
que se convirtió, sin olvido, en la rutilante
Marta.
"Antes de ser la primera vedette pasaron muchas
cosas en mi vida. Resolví hacer el libro por
las tantas cosas que quiero que sepa la gente. Sobre
todo viví una niñez bastante dura. Me
castigaron mucho. Me castigaron. Pero nunca me prohibí
nada porque la que me mandé siempre fui yo"
A los catorce años a escondidas participará
en un concurso de carnaval. Con el vestido de encaje
de una tía, ya apostaba a ganar en su Tacuarembó.
Y no se equivocó; el triunfo fue todo suyo. Pero
la memoria le pesa. Por eso, sin querer, tararea la
ópera de Verdi que escuchaba en el asilo Dámaso
Antonio Larrañaga.
Seguía a las comparsas a los 18 años.
Pero recién se integra por primera vez a un grupo
lubolo en el año 49. Su seductora figura definirá
a partir de entonces los carnavales.
"Primero fue coreógrafa. Después
el director me propuso que me integrara como bailarina.
Y le dije que, como en una tribu, yo sería la
reina. bailando delante del cuerpo de baile y de los
tambores. Para bailar tenía que ser la primera.
Las otras no podían bailar como yo. La que iba
adelante tenía que ser exótica, elegante.
Ahora hay mil y los directores eligen. Pero lo que bailaba
yo no lo baila ninguna".
Marta ya era una artista profesional. Juan Coloretti,
responsable del café Monterrey ubicado frente
a la plaza Independencia, era el representante que contrataba
números para locales nocturnos de Montevideo
y también de Argentina. Teatros y cabaretes norturnos
de Chile Brasil y Argentina contrataban a la escultural
vedette uruguaya. Después es Xavier Cugat el
que reconoce su talento. Pudo ser esa la oportunidad
de alcanzar renombre internacional. Pero Marta no quiso
acompañarlo en sus giras. Ya envejecidos los
dos, recién en el 86 se volvieron a encontrar
en España.
"Tuve miedo porque tenía como treinta escapadas
del juez de menores. Esos miedos que tiene uno cuando
es joven. Porque yo era una mujer sin antecedentes.
Después de años nos vimos en Barcelona.
Me dio no sé qué porque se puso a llorar."
A los malos momentos les da vuelta la página.
Lejos de anhelar su propia leyenda o dinero, la búsqueda
del tiempo perdido es su único lamento. Quizás
por no ser ambiciosa o no valorar su talento a veces
piensa que desaprovechó oportunidades.
"Después tuve a Tanganika. Pero como me
dediqué tanto al whisky perdí un montón
del tiempo. No es lo que mucha gente dice de la santulona
que se arrepiente. En parte es arrepentimiento de haber
perdido el tiempo, de haber estado en cosas que te destruyen,
que te malogran y que no te dejaron avanzar. Luchar
destruyéndote para tener dinero no lo haría.
Si tengo dinero lo gasto. Ni el rico se lleva el dinero
ni el negro el tambor al cielo".
Una parálisis facial dejó sus huellas.
Pero la diva le puso buena cara. Aunque sus 75 años
la saludan todas las mañanas, a la vejez no la
reconoce como suya. Sus ganas, que son muchas, pueden
más.
"No me doy cuenta de los años. Todos los
días sigo haciendo lo mismo. Si era haragana
sigo siendo haragana. Pero la juventud es la vitalidad
que tenemos adentro y la persona que no la tiene se
encierra en un problema".
Los bailes de carnaval y la elegancia de otra vida
nocturna son algunas de sus añoranzas.
"Las mujeres que trabajaban en los cabaretes eran
mujeres especialmente elegidas. Tenían joyas
y pieles. Los hombre que venían de otros países
y visitaban esos locales encontraban damas. Era otro
Montevideo. Y en parte nosotros tenemos la culpa. Hemos
aceptado muchas cosas malas. No hay que salir a pelear
cuando se quiere, sino cuando es necesario ¿Van
a sacar los tranvías? No, señor. No se
sacan. A ver que pasa con el pueblo! El conventillo...
¿Por qué lo sacaron? ¿Acaso no
hay casas de pobre en todas partes del mundo? ¿Qué
barrio de lujo van a hacer con éste? Porque también
se tiró Ansina. Fue un ataque a los negros".
La Mama Vieja consejera
Hace mucho tiempo quiso y mucho. En aquellos años
no era todavía la gran Marta. Por la raza no
pudo ser. El se enfermó y murió al poco
tiempo. Luego de varias guerras de camas, comenta con
satisfacción que aprendió a vivir a solas
con ella misma.
"El hombre es una especie de bebida muy rica.
Pero hay que tomarla despacio. Si te apuras mucho te
emborrachas".
En el Mercado del Puerto se la ve con frecuencia conversando
con desconocidos. Porque, como siempre pasa, con el
tiempo se volvió sabia.Pesa probablemente lo
que no vivió o lo que olvidó por el camino.
"Hablo con la gente, recito poemas que la gente
me pide. Pero además también me acerco
a las barras de muchachos. Los aconsejo y ellos me escuchan.
A veces les digo que están alegres y que no metan
la pata para que la alegría les dure muchos años.
Si veo a alguna llorando por un hombre, le digo que
no tome, que se ponen fea y barriguda, y que el que
viene después siempre es mejor que el anterior."
La Juana negra
Con vestido de azucenas
ante Dios tú llegarás
y ángeles con arpas doradas
tu versos entonarán
Porque tu le cantaste a la vida
tu le cante al amor
Te perdiste entre las nubes
en alas de una canción
("Requiem para Juana")
Alguien deslumbró mucho a aquella negrita niña
del asilo. Y desde entonces nunca olvidó la seducción
de la poesía y de la belleza de aquella mujer
inalcanzable. Juana de Ibarbourou visitaba el asilo
Dámaso Antonio Larrañaga. Integraba una
comisión de beneficiencia que colaboraba con
las huérfanas.
"La admiraba porque además de ser poetisa,
era hermosa. Se ponía vestidos justos y cortos
para la época. Usaba una melena, boinas verdes
y zorros grises. Le comentaron en el asilo que escribía
versos y me preguntó si iba a ser poetisa y yo
le dije que no, que iba a ser bailarina. Ella se rió
y desde entonces preguntaba por la bailarina".
Desde entonces escribir poesía es uno de sus
mayores placeres y sus textos son fieles testimonios
de su vida.
Dios es un barquero
Algo le sucedió estando en su casa.
Creyó desde siempre. Pero la revelación
que no buscó la sorprendió. Asociando
sensualidad y el misticismo, desde entonces se mezclaron
más que nunca las plumas de la vedette y del
ángel. Escribir aquello fue un mandato. "El
barquero del río Jordán" narra en
130 páginas la Biblia en verso.
"Siempre tuve fe. Pero nunca había visto.
No pedí ver. Y a partir de eso empecé
a escribir.Fue una forma de interpretar la Biblia para
niños."
Proyectando su espectáculo
Empeñada en promover la expresión
de su raza, actualmente también tiene entre manos
la recolección de fondos para financiar un espectáculo
de primer nivel en una sala teatral del centro. Ella
sabe que es posible. Porque para ello hace ya un par
de años se presentó en un espectáculo
unipersonal en un teatro montevideano.
"Sin propaganda y sin nada quería saber
si podía largarme a hablar. Hablé una
hora y media, recité, canté y bailé.
Entonces, con el permiso de Dios, este año voy
a hacer ese espectáculo que quiero. Yo preciso
solamente hablar con gente de teatro".
Pese a definirse como una artista profesional, define
las llamadas lubolas por su indisciplinamiento.
"Si fuera por nosotros y no viniera nadie, igual
ibamos a salir. Porque es un día al que le damos
rienda suelta al baile, a los tambores y al canto. Sería
mejor si no hubiera tanta disciplina. Por eso en parte
nos dio un poco de bronca que la oficializaran. La gente
seguía a la comparsa por la que hinchaba Entonces
era una cosa de locos muy divertida. Ahora el público
está suspendido y cuando termina la llamada no
tiene tambores para bailar".
Escribe Susana Benítes
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