Contenido creado por Manuel Serra
Espectáculos

Lo afirmo todo

Joaquín Sabina dio un show memorable y le ganó a la lluvia

En un Estadio Centenario colmado, el español volvió a nuestro país y confirmó por qué es uno de los músicos más populares del Río de la Plata. Crónica del show.

17.12.2017 11:04

Lectura: 5'

2017-12-17T11:04:00-03:00
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"Ojalá los dioses paganos de la lluvia tengan compasión de nosotros", así comenzó hablando Joaquín Sabina ni bien se dirigió al público. Y vaya si tuvieron compasión. Es que la amenaza de lluvia y tormenta no era un tema menor, y durante todo el show los rayos formaron parte viva de la escenografía en el Centenario y decoraron el cielo. Pero no se quedaron en más que eso: una amenaza. Y el poeta maldito, lejos de amedrentarse, hizo de tripas corazón y dio un espectáculo para el recuerdo.

Una tribuna Olímpica llena, con un público dispuesto a todo, lo recibió en carne viva apenas pasadas las 21 horas. Aplausos, gritos y euforia. Los tres años de ausencia, evidentemente, fueron largos, y los fanáticos uruguayos estaban esperando con ansias una nueva inyección de poesía sabinera.

"Cuando era más joven" fue el primer tema en sonar, en una clara referencia a una cuestión que el juglar español no tiene más remedio que vivir en su propia piel: envejecer. Pero, aunque ya roza los sesenta y diez, irradia una vitalidad que contagia. Ni bien sonaron los acordes, la gente demostró que no estaba de rebote en el Estadio, y comenzó a corear los versos, como si se tratara del propio himno nacional.

La primera parte del show, como había adelantado en la conferencia de prensa, se trató de la presentación de su nuevo disco, Lo niego todo (Sony, 2017). Consciente de que el público siempre espera los clásicos, dijo que de los temas nuevos iba a tocar "más de los que esperaban, y menos de lo que quería" él. No obstante, todos los temas fueron recibidos con total entusiasmo y, por más que no hace ni un año que están en la carretera, fueron seguidos como si fueran los hits de toda la vida.

"Lo niego todo", "Quien más, quien menos", "No tan deprisa" y "Sin pena ni gloria", fueron algunas de las canciones que sonaron. Y "Lágrimas de mármol", que se llevó uno de los momentos más emotivos de la noche, en que con esos versos tan descarnados como "el futuro es cada vez más breve y la resaca, larga", el español proyectó lo inexorable del paso del tiempo. Y el público, no solo lo entendió, sino que lo recibió con los brazos abiertos.

Luego de estos, "Con la frente marchita" inauguró el pasaje a los clásicos. Pero antes, el oriundo de Úbeda presentó a los músicos. Entre los cuales, tuvo las palabras de agradecimiento de siempre para sus eternos compañeros de ruta, Antonio García de Diego y Pancho Varona, y también habló de la cantante que lo acompaña desde 2009, Mara Barros, y destacó su nuevo trabajo discográfico, Por motivos personales (Legacy, 2017). Además, elogió, como viene haciendo desde hace tiempo, a su nuevo productor, Leiva, y se refirió de forma especial a José Miguel Sagaste, ese hombre sin pelo, que con la falda escocesa viene acompañándolo por las giras y cada vez destaca más.

Para darle un respiro, a esto le siguieron dos temas cantados por su banda. Con "Hace tiempo que no me hago caso", un tema que Sabina le dio, Barros presentó su disco, y Pancho Varona hizo una energética versión de "La del pirata cojo".

Ya de nuevo en el escenario, ahora sí llegaron los clásicos. "La Magdalena", "Y sin embargo", "Peces de ciudad", que tuvo uno de los momentos más especiales, cuando la armónica invadió la cancha, y "19 días y 500 noches", son algunas de las canciones que se sucedieron en una procesión imparable de hits. A este punto, ya se empezaron a ver lágrimas entre algunos de los asistentes. Es que lo que genera el español es algo difícil de explicar, simplemente se siente. Y los que lo sienten, lo sienten mucho.

Tras otro respiro, que se lo dio Antonio García de Diego con su versión de "A la orilla de la chimenea", y Jaime Azúa, su guitarrista, que tocó "Seis de la mañana", vino otra metralleta de clásicos. Como no podía ser de otra forma, sonó la versión enganchada de "Noche de boda" y "Y nos dieron las diez", y la acompañaron "Princesa" y "Tan joven y tan viejo". En "Contigo", que vino después, en una demostración de cariño hacia nuestro país - que, junto a Argentina, es "el mejor público del mundo"-, cambió los versos, y cantó un "charrúa de ojos tristes", que fue recibido pletóricamente por la gente. Así, quebrado por la emoción - eso también lo traen los años -, adelantó el final del show.

Pero antes, tuvo tiempo para una más, y "Pastillas para no soñar" inundó los oídos de todos los presentes, que se sabían privilegiados por haber vivido una noche única con uno de los músicos que más cómplice es con su público.

Lejos de negarlo todo, Joaquín Sabina lo afirmó todo: afirmó que es un coloso arriba del escenario, afirmó que sigue teniendo un público que lo ama y lo venera, afirmó que su poesía alimenta los corazones y el espíritu. Y afirmó que, no solo sigue siendo vigente, sino que sigue siendo necesario.

Manuel Serra | @serra_sur