Raquel Orzuj es una mujer creativa y multifacética. Es muralista, caricaturista, dibujante, escritora, cineasta... y esta es una lista parcial. Como artista ha sido galardonada con numerosos premios internacionales en distintas expresiones de arte y arte de humor. Ha representado a nuestro país en múltiples museos del exterior y también ahora sigue recibiendo invitaciones. El mes próximo expone, como única uruguaya, en el Centro Cultural Borges en Buenos Aires. Y el año entrante, en Madrid.
Su obra puede ser apreciada en: www.orzuj.com.uy
Raquel, nosotras hemos comentado a menudo que nos une el legado de nuestros padres. Mi papá José Jerozolimski fundó el Semanario Hebreo, que yo continúo desde que él falleció hace ya más de diez años, y el tuyo, Moshe Orzuj, fundó el diario uruguayo en idish "Folksblat". ¿Cómo lo recuerdas a tu papá... qué te dejó como parte de tu ser?
Está integrado a mí, yo lo llevo como un personaje y como un gurú, fue un guía espiritual, lo mismo mi madre, que era maestra, profesora de piano. Fueron dos puntales en mi vida. Cuando yo tenía algún problema mi madre me decía: "Raquelita, andá al espejo y repetí ‘Yo valgo' hasta que te lo creas". Eso me sirvió para la resistencia como artista, como mujer, como judía.
Ambos me transmitieron una conducta especial. Mi padre tenía un humor delirante. Cuando llegó de Europa, él no solamente fundó Folksblat sino que también actuó en teatro, jugó al fútbol. Eran polivalentes. Imaginate que si tuve que recitar a Juana de Ibarbourou en la audición en idioma idish, me llevaron a conocer a Juana de Ibarbourou.
¡Qué belleza!
Todo eso, o por ejemplo cuando escribía me trajeron a Onetti y fue a comer a una casa que teníamos afuera.
¡¿Conociste personalmente a Onetti?!
Claro. Te diré que tengo un cuento que se llama "Con Onetti". Él vino a una casa que teníamos en Atlántida, que se llamaba "Chalet amanecer", con la señora y la secretaria. Mi hermano lo fue a buscar a la terminal de ómnibus, los trajo y mi padre organizó cómo cada uno tenía que hacer sus cosas: mi mamá los ravioles de verdura, yo preparar las poesías para que él las leyese de vuelta porque ya se las habían dado...
Pero perdón, ¿cómo fue planteado el evento, por qué iba Onetti a tu casa?
Para las poesías de la nena.
(Risas) ¿Pero tu papá era amigo de él o lo conocía?
Sí, sí. Mi mamá dijo: "Hay que sacar una foto", y un amigo de mi hermano sacó una foto que fue histórica para mí, la tengo en mi sitio. Yo en el cuento relato cómo él se sacó los lentes para estar más apuesto en la foto y mi papá no quiso sacarse la camisa... todos los detalles, todo cómico.
Cuando nos sentamos a la mesa mi papá me empezó a hacer señas para que le preguntara a Onetti por las poesías. Al final fue mi papá el que preguntó: "¿Y? ¿Las poesías de la nena?", y dijo: "Las poesías de la nena no sé, pero los ravioles de Juanita están riquísimos". Yo quedé... él vio mi cara, me mira fijo y me dice: "En ti encontré un personaje". Nunca supe lo que quiso decir, pero que Onetti me lo diga...
Yo tenía unos 14 años, desde ese día dejé de escribir y me afiancé en la pintura. Por ahí aparecieron otras figuras amigos de mi padre, como Zoma Baitler, que fue el linotipista del diario Folksblat. Después pasó a ser un gran retratista, retrató a líderes políticos de la época, y ayudó, eso no lo sabe nadie, a que los políticos apoyaran los barcos que venían con judíos y les abrieran las puertas en Uruguay.
Zoma Baitler fue el que me encaminó a la Escuela de Bellas Artes a los 13 años y más tarde, a los 18, me encaminó al Taller de Torres García. Le dijo a mi papá: "Moishe, hay un muchacho muy bueno, también lituano como nosotros, se llama [José] Gurvich, conviene que Raquelita vaya allá", "Bueno, le voy a decir que vaya con Juanita", le contestó. Es toda una anécdota cómo llegamos al Taller mi mamá y yo, esperamos, el ruido de la escalera, cómo apareció él, todo lo que dijo.
Te referís al propio Gurvich...
Sí, son todas cosas así, y cuando Gurvich se enteró de que yo era la hija de Folksblat, como dicen, me pidió que hablara con mi papá y le pidiera una entrevista porque los padres de él leían Folksblat y quería aparecer. Fue la primera entrevista de Gurvich en idish.
Raquel, tú hablaste del humor que se vivía en casa. ¿Es un recurso también a través de la historia? O sea... ¿sentís que el humor ayuda a sobrevivir?
Claro, el humor es una filosofía de vida para mí, es resistencia, porque hubo momentos muy difíciles en mi familia y pienso que fue el humor lo que nos salvó.
Por determinados motivos yo no podía exponer más en Uruguay durante la dictadura.
¿Por actividad política?
No, porque fui invitada a la OEA (Organización de Estados Americanos) y el gobierno uruguayo en ese momento no quería que una artista con apellido extranjero representara a Uruguay, así lo dijo una persona del Ministerio de Educación y Cultura, no voy a decir quién era.
Antisemitismo, ¿lo dirías claramente? No extrañaría en absoluto de parte de la dictadura...
Yo no hablaría de antisemitismo, yo hablo de discriminación, porque es un tema muy general. A veces me siento discriminada por diferentes cosas: por ser mujer, por ejemplo, por ser uruguaya a nivel internacional, soy "sudaca". La discriminación es mucho más amplia. Con el humor, como es algo muy puntual, un humor por ejemplo editorial, yo puedo tocar determinados temas, por ejemplo, cuando Cartoonists Against Terrorism, por las Torres Gemelas, me llamó a las dos semanas con una inconsciencia tremenda, yo realicé aportes de humor para esa asociación internacional, y mis dibujos se publicaron en los diarios ingleses, London Times, y hasta en China. ¿En qué me centré más? En la Estatua de la Libertad como una idishe mame dándole palmadas a (Osama) Bin Laden... está en internet.
Yo decía antisemitismo porque Orzuj suena simplemente a no criollo, ¿qué quiere decir extranjero? Uruguay fue formado por inmigrantes de diferentes procedencias, seguro que no suena a criollo, pero evidentemente decir un apellido extranjero...
Pero después de eso recibí amenazas de muerte escritas.
¿De parte de?
Anónimas, ahí me asusté, porque me amenazaron y yo tenía familia ya, me asusté. Hablé con mi mamá y mi marido y no iba a ir.
No fuiste a la OEA.
No, pero mandé la obra, la saqué prácticamente a escondidas, 140 kilos de obra.
Pero aparte de eso que alegaban, de "nombre extranjero", ¿había en la obra algo que pudiera ser interpretado como crítica a la dictadura?
La obra era la Serie de la Paz, ya el título no era muy auspicioso (para la dictadura). Mi hermano era editorialista del diario El Día y candidato a director.
Aparte del humor como arma de supervivencia y de resistencia, la creación artística misma, ¿es un arma? Yo entrevisté el año pasado al diputado Jorge Orrico del FA, que me habló de sus años como actor. En la obra "La República de la Calle", presentada en plena dictadura, él hacía de Terra. Y cuando gritaban "Viva la democracia", el público se salía de sí porque era una forma de decir lo que no se podía decir explícitamente contra la dictadura. ¿A través de tus dibujos también?
Todo vale. Cuando la Universidad de Alcalá me invitó para un encuentro internacional de humoristas gráficos tuvimos que realizar talleres y yo elegí talleres de la penitenciaría de mujeres de Madrid. Ahí también entró el arte y el canto, porque cuando me dijeron que entre las presas había rusas y todo, las sorprendí y empecé a cantar "Otchichornia", que me la había enseñado mi abuela. Todo vale en arte, no es decir "yo soy pintora", o "yo soy muralista", es todo, todo vale. Eso hay que difundirlo a nivel pedagógico.
¿Cómo ves tu identidad como artista uruguaya y judía?
Es lo mismo. A nivel internacional para mí es muy importante decir todo lo que soy. Yo fluyo, vivo naturalmente, para mí el judaísmo es tan natural como el ser uruguaya.
¿Sentís un deseo de manifestar explícitamente tu judaísmo o tu uruguayismo a través de tu arte?
Hay cosas que conmueven. Por ejemplo, conocí el tema de la Shoa, el Holocausto, a través de la película "Brumas", cuando invitaron a todos los estudiantes del Taller Torres García en el Ateneo en la década del 50, y casi me desmayo. Yo no sabía porque no contaban a los jóvenes lo de la Shoa. Ahí, en constructivo como digo yo, saqué los trenes a Auschwitz, cuando tenía entre 19 y 20 años. Décadas más tarde supe de (María Micaela) Guyunusa, parte del grupo de charrúas que llevaron a Francia, y todo esa historia que es conmovedora, y surgió mi Ciclo Indígena. Otros temas, la Serie de la Paz nació con guerras en el Estado de Israel.
¿Qué te parece que has aportado con tu obra al conocimiento de los uruguayos no judíos sobre lo judío, y al conocimiento sobre Uruguay a nivel mundial?
Son dos preguntas fuertes, tendría que sacar un libro (risas). Pienso que lo identitario en mí fue privilegiado porque desde mi tierna infancia yo ya conocía idish, hebreo, sabía de las luchas de mi padre con Folksblat, mi padre me llevaba a los encuentros. Como por ejemplo con la entonces Primer Ministro de Israel Golda Meir, que no vino el fotógrafo y yo tuve que sacar la foto con mi papá y mi hermano, los dos periodistas. Yo le reclamé a papá que me presentara a Golda y me dijo: "Vení, vení, te presento a Golda" y ella me da un apretón de manos que no me lo olvido en mi vida.
El único hombre del gabinete, decían.
Es impresionante. Eso me quedó, y décadas más tarde yo hice una caricatura de Golda crucificada en un Maguen David (la estrella de David) y con kipá (solideo), y gané un premio en Torrentino. Pero para todo eso hay que tener conocimiento y experiencia de lo judío, de lo uruguayo y de la condición de mujer.
¿Dónde está lo uruguayo que hiciste conocer al mundo?, ¿hay ejemplos concretos?
En varias áreas, en el Ciclo Indígena, por ejemplo, en los cuentos sobre Onetti y otras personalidades que conocí y sobre las que realicé cuentos. Incluso mi condición de uruguaya hace difundir mi formación del Taller Torres García, por ejemplo.
Lo destacás en tu biografía.
Y el libro "Historia del humor gráfico en Uruguay", que realicé para la Universidad de Alcalá y se publicó en 2006. Ahí hablo de un humor increíble, todos dijeron que era increíble que en Uruguay hubiera ese humor desde el siglo XIX. Después la presencia de un genio artista que conocí, Peloduro, que yo no quería conocerlo, me llevó una amiga del Taller Torres García y yo le decía: "Un humorista es horrible, yo quiero pintores". Y ella me dijo: "No, mirá que él conoció a Torres García y pintó con él, y ganó premios". Yo no lo sabía.
Te iba a preguntar qué te inspira, y mientras te escucho concluyo que la vida misma te inspira.
Todo, es fluir. Lo que pasa es que... yo tuve talleres, fundé uno en Uruguay que se llamó "La Ronda" y después practiqué muchísimo, promovía en los niños de dos a doce años la creatividad, porque la capacidad creadora es como la gimnasia, se puede fomentar. Tuve experiencias en la Escuela Horizonte con un niño que no se movía para nada y que con interactividad, humor y cantos -cuando me retiré, a propósito- el niño se tiró al piso y reptó por primera vez. Esas experiencias...
Porque quería acercarse a ti.
Claro, esas experiencias de que se puede... A mí me fascina por ejemplo el humor en la pedagogía, ¿de qué profesores se acuerda uno?, de los que tienen humor, de los que tiran algo. Me encantaría que se involucrara en mi país, en mi grupo de dibujantes de humor internacional estamos tratando de llevar eso en los encuentros.
¿Hay alguna creación artística que por alguna razón no hayas llegado nunca a hacer, que la tengas ahí, que te haya amedrentado, de la que te hayas sentido disuadida de hacer, que es un sueño que todavía no realizaste?
No, yo creo que para ser artista, arte de humor o universal, hay que tener coraje, no creo en el guardar datos. No lo publicaré, pero realizar lo realizo, porque eso son testimonios. Yo estoy acá porque otros artistas y otros seres humanos dejaron testimonios, con coraje, como fueron nuestros padres.
Pero si no se publica es porque uno sí se autocensura.
O lo censuran otros. No todo se tiene que publicar. Yo tengo 700 obras de arte y más de 1.000 dibujos de humor y no todo se publica, porque la publicación es otro tema. Lo interesante es continuar con la serie, la serie de humor se llama Humor Pieces Series porque está hecho para el exterior, yo empecé en 1977 para el exterior, ¿qué iba a publicar acá en plena dictadura?
¿Cambió mucho tu trabajo cuando se retornó a la democracia?
Me puse contenta, muy contenta, pero costó mucho. Durante la dictadura desaparecí y desaparecieron muchos artistas, son verdaderos exilios interiores. Eso no está revisado desde el punto de vista de la investigación, ¿qué pasó con la cultura de esa época?, aparentemente estaba todo igual.
Pero en realidad nada era igual...
Claro que no.
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